| La vuelta a Salamanca |
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Han pasado ya 3 meses desde que el 19 de agosto cogiese el avión con destino a Cracovia. Más de 90 días en un país diferente, lejos de mi gente y con el reto de vivir una experiencia nueva pero a la vez excitante en una ciudad que, además de su belleza, está llena de vida, algo que para un españolito de a pie siempre es de agradecer, pues pese al duro invierno que nos vaticinan (de momento por suerte el clima nos está respetando y el sol sigue apareciendo de vez en cuando) siempre gusta poder salir y encontrarte con gente por las calles.
Y sin duda que la experiencia está mereciendo la pena; son muchos los aspectos en los que ha cambiado mi vida, pues tras vivir 40 años en Salamanca no es fácil salir del “nido” a esta edad para experimentar tantos cambios. Diferente lengua, diferente carácter de sus gentes, diferente equipo y club, diferente casa... muchos aspectos son distintos y muchas las situaciones que seguro hacen que uno crezca tanto a nivel personal como profesional.
Pero hay cosas que no cambian, y una de ellas es la intensidad del día a día, pues ya llevamos disputadas 10 jornadas de la liga polaca y 3 de la Euroliga y en poco más de un mes que nos falta para llegar a las vacaciones de navidad, aún restan 5 partidos de Euroliga y 6 de Liga polaca. ¡¡¡ QUÉ LOCURA!!!.
Desde luego que si tengo que quedarme con un momento en todo este tiempo es con la inesperada vuelta a Salamanca. Quién me iba a decir que jugaría como rival en Wurzburg y además la primera jornada de la Euroliga, cuando una semana antes estábamos preparando el viaje a Sibenik para empezar la Eurocup a mediados de noviembre. Qué sorpresa más grande y qué sentimientos más extraños los de volver a mi ciudad, a mi casa, a mi club de toda la vida, a ese club que vi nacer y junto al que yo mismo nací deportivamente, que crecimos juntos y, sin esperarlo, nos separamos en un triste día de mayo.
Qué difícil jugar en Salamanca como visitante, pero qué bonito poder percibir el cariño de tanta gente, de tantos y tantos paisanos que me han mostrado tantas cosas en la breve estancia que tuve en mi tierra. Sin duda estoy deseando que pase el mes que falta para, como el turrón, volver a casa por Navidad y poder estar unos días entre los míos.
Desde luego que en el deporte profesional lo que valen son los resultados y la victoria conseguida en una pista tan difícil como Wurzburg nos dio mucha moral para afrontar los siguientes partidos de la competición, pero para mí el resultado deportivo pasa a un lugar secundario, pues son muchos los sentimientos, las sensaciones que pude vivir esos días, unos buenos, otros no tanto, pero que sin duda, al igual que la experiencia de estar tan lejos de casa, me han ayudado para crecer personal y deportivamente.
José Ignacio Hernández
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