| El CB Murcia y Juanjo Triguero |
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Los equipos de la clase media-baja, los que no manejan presupuestos que les permitan fichar estrellas consagradas, han de buscar con tiento en el mercado e hilar muy fino cada año. A veces se trata de una lotería, de apostar por jugadores desconocidos o que no han seguido una buena trayectoria con la esperanza de que puedan encontrar su momento y su lugar justo cuando los incorporas a tu causa. Estamos hablando de aquellos jugadores que por su juventud o inexperiencia, por haber sufrido una grave lesión o por haber atravesado una mala racha de juego, renuncian a un contrato elevado en favor de tener una nueva oportunidad, de poder demostrar que son/vuelven a ser válidos para el baloncesto. Si la apuesta funciona, jugador y club estarán de enhorabuena. Sería como cuando dos personas salen de relaciones sentimentales traumáticas, se encuentran la una a la otra y todo les funciona a la perfección. Entonces piensas: “estas dos personas estaban llamadas a encontrarse”.
Pues bien, hace tres años el CB Murcia y Juanjo Triguero se encontraron. El primero buscaba un nuevo ascenso; el segundo buscaba su sitio. En definitiva, los dos buscaban otra oportunidad. Triguero fue fichado en el verano de 2005 cuando Miguel Ángel Martín era el director deportivo del club murciano. Fue el último refuerzo y la apuesta arriesgada, y resultó ser la guinda del pastel. Ficharle era arriesgado porque Juanjo, a pesar de su innegable potencial, traía en la maleta una carga, una leyenda negra. La perfidia, que es muy mala, empujó entonces (y todavía hoy) a algunos a erigirse en jueces de la vida de otra persona. Todo giraba en torno a una frase, “tiene mala cabeza”, aderezada con detalles escabrosos de dudosa veracidad. Tales afirmaciones podrían haber dañado al jugador, pero no lo hicieron. La responsabilidad y los minutos en pista de Juanjo fueron creciendo, a la par que creció el aprecio de la gente por este desgarbado zagal con cara de despiste, por este crío que atrapaba rebotes y ponía tapones como quien da un refresco.
Triguero aprovechó sus minutos en LEB y volvió a aprovecharlos en su más que digno debut en ACB. Durante esa temporada, el director deportivo del CB Murcia, Miguel Ángel Morate, consiguió renovar por dos años a la emergente figura del mercado nacional. Así se inició el tercer año de Juanjo en Murcia, de manera espectacular y firmando números propios de una estrella de la liga. Y no sólo eran sus números: su presencia en la pintura intimidaba y condicionaba al rival. Se hizo imprescindible. Sin embargo, por la acumulación de pequeños problemas físicos y quizá también por otras causas que desconocemos, en la segunda vuelta desapareció. No volvió a ser el que era hasta el emotivo último cuarto del que sería su último partido ante la afición murciana.
Ya hemos
comentado en BasketMe.com la situación vivida en Murcia tras el anuncio de Polaris de abandonar y vender el barco. A todo lo extraño, sorprendente e incluso indignante que ha pasado en el último mes y medio, hay que sumar la sospechosa salida del pívot de Gandía. En mi opinión, dejar marchar a Juanjo supone un error en lo deportivo y también en lo económico. ¿Por qué se le ha vendido? A falta de información veraz y de primera mano, no tengo más remedio que pensar mal. Vistas las intenciones de Polaris, el traspaso de Triguero me suena a liquidación por cierre. Una liquidación que no se ha llegado a consumar gracias a la eficaz intervención de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y a las protestas de la afición. Y entonces nos asalta la duda: ¿Dónde está el dinero obtenido por la venta de Juanjo? No sé si a estas alturas queda gente que no se lo imagine.
A Murcia le tocó la lotería con Triguero y a Triguero le tocó con Murcia, pero el premio se lo han llevado otros. El caso es que por fin, y después de mucho tiempo, el club murciano disponía de un “producto” de fabricación casi propia, de una pieza sobre la que basar la estabilidad deportiva en el presente y en el futuro inmediato. Con una temporada más de contrato y teniendo aún 24 años de edad, Juanjo debía ser el elemento central en la configuración de un equipo con aspiraciones más elevadas que el sufrimiento y la permanencia. Y entonces… “con la Iglesia hemos dado, amigo Sancho”: el club (Polaris) lo malvende y el dinero se esfuma. Siendo bien pensado (en este caso es lo mismo que ser insensato), supongamos que ese dinero haya entrado en la caja del CB Murcia: ¿Hay alguien que crea que esa cantidad dará para fichar a un jugador con las características y la proyección de Triguero?
Aunque lamentamos su marcha, todos deseamos que el “pequeño” Juanjo tenga fortuna en su aventura sevillana. Es otro “daño colateral” del terremoto que hemos sufrido, del triste espectáculo que ha dañado la imagen de un club y de una ciudad. Un “daño colateral” como también lo son la salida de Jimmie Hunter o de Fede Kammerichs. Entretanto seguiremos pendientes de la resolución definitiva a la crisis del CB Murcia, “embolado” que nos está haciendo sufrir dolores de cabeza, pena e incredulidad. Ese tema ocupará un artículo próximo.
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