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Si hay una imagen que sorprende al aficionado unicajista en estos días es la foto de Aíto colgada en la página web como entrenador de Unicaja. ¿Quién lo diría? Es evidente que este impacto, esta situación genera debates muy intensos entre la afición de Málaga. Y es que toda afición tiene a sus ídolos, a sus personajes antipáticos, y por supuesto, a sus enemigos declarados. Y Aíto era el enemigo público número uno de la afición de Unicaja. Nadie puede negar, y es sólo un ejemplo, que durante estos años la gente mostraba más prisa de lo habitual en los accesos del Carpena para no perderse la pitada a Aíto en la presentación como entrenador del equipo visitante. Y ahora se produce un giro de 180º en esta situación. Es evidente que no todo el mundo reacciona de la misma manera. Y Aíto sabe de sobra que le va a costar ganarse al aficionado, y seguro que es consciente de ello. Décadas de enfrentamientos no son fáciles de arreglar en apenas dos días. Todo viene de lejos, de muy lejos, tal vez de demasiado lejos. Y ha pasado de generación en generación, de manera que los más jóvenes conocen bien al enemigo, pero muy poco las causas que le llevaron a ocupar ese puesto. La afición de Unicaja tiene muy presente en su historia aquella final del 95, por todo lo que significó para los amantes del baloncesto en la ciudad de Málaga. Y, como es normal, todo aquello quedó magnificado. Y Aíto como protagonista destacado. En mi opinión, Aíto no hizo sino lo que acostumbran a hacer los entrenadores del máximo nivel, generalmente al mando de grandes naves. Es decir, usar todos los medios a su alcance para lograr su objetivo. Esos medios van más allá de la pizarra y las tácticas. Hablo sin duda de cómo usar la prensa, el público, el factor cancha, el arbitraje, el poder de un equipo grande y un largo etcétera. Y en esas se llevó por delante a un Unicaja muy lejos de tener el peso que tiene ahora pero con una ilusión desmedida por ganar la Liga ACB. He visto a muchos entrenadores servirse de todos estos medios, cada uno a su estilo y sobre todo en función del poder del equipo que dirige. Esa guerra de guerrillas la usan entrenadores como Scariolo, Obradovic, Ivanovic, Maljkovic y, por supuesto, también Aíto. En esta situación, es evidente que el enfrentamiento con Aíto estaba servido. El público muy próximo a la pista, exceso de aforo, el tema de las canastas, etc… mucho material para Aíto. Y es que Unicaja llegó a Málaga con el factor cancha a favor. Con eso, y con una afición enfrentada al arbitraje al considerar que se le privó de volver con un 0-2 a Málaga. Y entonces, llegan las declaraciones de Aíto. Aíto hizo su trabajo previo a los partidos, ese de prepararse una situación favorable. Tenía que ganar un partido en Málaga, y había que tirar de todo el repertorio, tal y como hizo. Declaraciones que, evidentemente, no sentaron nada bien en Málaga. Aquello de 'afición griega' aún se recuerda. Lo de 'africanos' fue más un cruce de mensajes entre aficiones que una declaración de Aíto, pero la historia ha ubicado todo en el mismo saco. Años y más años hasta llegar a encontrarnos de nuevo a Aíto en un momento de tensión; hablo de las semi-finales del Joventut. Unicaja estaba decidido esta temporada a devolver la Liga perdida en el 95, y otra vez se cruza Aíto. Y otra vez se cruzan los mensajes. Aún recuerdo a Aíto en la sala de prensa hace un par de años decir (en alusión a la mesa) aquello de 'cada vez que vengo a Málaga pasa algo raro'. Esta vez, Aíto y Scariolo jugaron mucho fuera de la pista, y el público de Málaga ha aprendido mucho a jugar su papel en este tipo de partidos. Scariolo lo ha usado, y Aíto hará lo propio. En mi opinión, la mayor peculiaridad (no me atrevo a llamarle defecto) de Aíto en este tipo de situaciones es que le puede el calentón posterior si la jugada no le ha salido. Es decir, aquello de 'te felicito por tu victoria, pero no por tu ética' o 'se cree el ladrón que todos son de su condición'. Todo ello una vez que la bocina que da por concluido el quinto y definitivo partido ha sonado. Pero quién sabe si no es un punto más avanzado de estrategia. Tal vez sólo esté preparando la siguiente batalla pues, al final, se van a encontrar muchas veces en el camino, y todos deben ser grandes estrategas en todas las facetas. Volviendo a la realidad actual, y a pesar de todo, puedo entender que los aficionados no quieran a Aíto sentado en el banquillo de Unicaja. Es más, una explicación tan simple como que cada uno tiene su sitio en la historia de cada equipo que no debe alterarse podría ser suficiente. Pero la realidad es que Aíto será el entrenador de Unicaja las tres próximas temporadas. Esta es la realidad, y todo lo que podamos hablar tiene ese punto de partida. Además, y con independencia de todo esto, parece evidente que Aíto es un magnífico entrenador, muy posiblemente el mejor que ofrecía el mercado este verano. En otras condiciones, y con otra historia, los aficionados de Unicaja estarían más que satisfechos del nivel técnico del nuevo inquilino del banquillo. En mi opinión, estamos hablando de un gran entrenador. No me cabe la menor duda. No soy nadie para indicar a cada aficionado lo que debe hacer, faltaría más. Entiendo como el que más que cada uno debe ser consecuente con lo que piensa. Pero yo creo que aquí lo que quiere el aficionado de Unicaja es estar lo más arriba posible en todas las clasificaciones. Y lo mejor para eso pasa por remar hacia el mismo sitio todos juntos: empezar un proyecto de cero, dejar trabajar con tranquilidad, y empujar en la misma dirección. Ya no estamos tanteando el fichajes, sino que éste se ha consumado, por lo que en mi opinión y siempre en mi opinión, lo mejor para el equipo es que los profesionales que lo integran tengan la tranquilidad y confianza necesaria para ejecutarlo, y eso incluye al entrenador y a todos y cada uno de los jugadores. La realidad, ya definitiva, es que los caminos de Aíto y de Unicaja se han unido, y el éxito de Aíto es ahora también y necesariamente el éxito de Unicaja. Tendremos nuestras diferencias, sin duda, pero a día de hoy la afición de Unicaja y Aíto valen mucho más unidos que separados.
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