Hasta otra, Moncho |
|
El CB Murcia ha destituido al entrenador gallego Moncho Fernández. Se ha consumado lo que algunos llaman "la lógica implacable de los resultados", pero que en este caso yo calificaría como "hacer lo más fácil". Y eso desde mi posición de observador externo, sin tener toda la información y sin la responsabilidad de tener que decidir sobre el presente del CB Murcia.
Quien haya seguido el devenir institucional y deportivo del club murciano desde el fin de la campaña pasada hasta el momento actual, estará de acuerdo conmigo en que tomar las riendas del CB Murcia en esta temporada suponía un riesgo elevado. Moncho Fernández lo asumió tras la llamada del club, y según declaró entonces, lo hizo cargado de ilusión y de orgullo, pero también de responsabilidad por la delicada tarea que tenía por delante. No era para menos. El técnico, sin experiencia en ACB pero avalado por sus años en LEB, respetado y con fama de sacar un alto rendimiento de plantillas limitadas, hizo frente a las dificultades nada más poner un pie en Murcia. Aunque ya era consciente de ello, la verdad es que se encontró un club en plena reconstrucción, entró a trabajar al mismo tiempo que los nuevos gestores de la entidad y realizó los primeros entrenamientos con sólo cinco jugadores profesionales y en los últimos días de agosto.
La plantilla, cuyas incorporaciones se fueron plasmando muy tarde sobre el papel de los contratos, pero que se hicieron efectivas más tarde aún, se cerró a mediados de septiembre. Un primer análisis de la misma resultó casi unánime: juego exterior potente, juego interior inexperto y muy poco talento defensivo. Sin embargo las cualidades atesoradas por el entrenador y sus declaraciones sobre su filosofía de juego ("quiero un CB Murcia bravo y honrado"), junto a la llegada de joyas consagradas como Vujanic o por consagrar como Prestes, invitaban al optimismo. El trabajo del grupo al completo, aunque con molestias físicas en algunos jugadores, se inició apenas una semana antes del debut en la competición. Durante ese tiempo el CB Murcia ofreció destellos de buen juego alternados con momentos de apagón generalizado, y lo mismo pasó una vez comenzada la liga.
Las erráticas actuaciones de jugadores llamados a ser fundamentales, como Scepanovic o Delininkaitis, y la confirmación de las peores expectativas sobre jóvenes talentos como Moncasi o Faverani, sumado a la falta de concentración defensiva y a los continuos errores en ataque, dieron por resultado un rendimiento colectivo muy pobre y que no sólo no se mitigó con el paso de las jornadas, sino que fue empeorando estrepitosamente. Así, el equipo ha ido acumulando unos números cada vez peores hasta llegar a tener la peor defensa y ser el líder en balones perdidos, además de caer a la última plaza de la clasificación. El peor momento llegó con la escandalosa derrota de Alicante, que vino precedida de un no menos penoso partido en Málaga.
Tras el sonrojante palizón recibido en la ciudad vecina, Moncho dijo aquello de "esto no puede pasar en la vida; ni no entrenando puede pasar algo así". ¿Qué sucedería en el siguiente partido, en casa, ante Obradoiro? El público murciano, de manera mayoritaria, expuso su sentir antes del encuentro. La gente recibió al entrenador en pie y con un aplauso sonoro, y eso que Moncho aún no había anunciado su quinteto inicial para ese partido: José Antonio Marco, Pedro Robles, Xavi Sánchez, Roger Powell y Chris Moss. Más claro, agua clara. Se materializó explícitamente lo que, en opinión del técnico gallego y de la afición murciana, era la causa de los males del equipo: la actitud de los jugadores "titulares", de los "importantes", de los que debían portar los galones. Tal y como yo lo interpreto, ese partido contra Obradoiro, y la perfecta sintonía entre el entrenador y el público, retrasó una decisión que parecía tomada de antemano: no se iba a sustituir a ningún jugador; el primero en salir sería Moncho Fernández. Podría pensarse que la ausencia de cambios en la plantilla en aquel momento era una nueva oportunidad, pero, ¿para quién? ¿Para los jugadores cuyo rendimiento y actitud estaba muy por debajo de lo esperado? Visto con la distancia de los últimos días, no. La oportunidad, no sabemos si libremente elegida o si impuesta por la afición, fue para Moncho Fernández. Aunque después de aquello el equipo rindió algo mejor y perdió por corto margen contra Joventut, Estudiantes y Bilbao, esas tres nuevas derrotas han dejado la vía abierta al cese del entrenador compostelano.
Por desgracia, un servidor no sabe de baloncesto todo lo que desearía, pero en este caso me dejo asesorar por los que saben más que yo: según me cuentan y según pienso, el baloncesto de Moncho Fernández no se aprende en un día. Y lo que es más importante, no se puede aprender ni con todo el tiempo del mundo si el alumno en cuestión no tiene la actitud adecuada. El doble de difícil ha de ser, por tanto, si Moncho Fernández no ha tenido suficiente tiempo y si encima algunos alumnos no han querido aprender. Es posible que incluso tengamos más ingredientes que sumar a la receta, con algún jugador para el que querer no es igual a poder, por la sencilla razón de que no tiene talento para más. Es cierto, y en eso estará de acuerdo el mismo Moncho Fernández, que en un caso así el entrenador también tiene un alto grado de responsabilidad. Moncho ha cometido errores como entrenador del CB Murcia, pero el tema es, ¿ha cometido tantos errores como para llevar al equipo a esta situación? ¿Qué porción de culpa/responsabilidad tienen los jugadores? ¿Ninguna? ¿Cuánta responsabilidad tiene el que confeccionó la plantilla? Pues bien, el resultado de una situación así en el baloncesto profesional es tan simple como el que hemos visto en Murcia: "bye, bye", entrenador. Pasa en muchos sitios, y seguirá pasando en el futuro. ¿Se soluciona con ello el problema? Lo veremos.
Para acabar este artículo, una última reflexión: soy abonado y seguidor del CB Murcia desde hace 22 años, y en este tiempo jamás había visto a un entrenador que conectara más con el público murciano que Moncho Fernández. Es cierto que veníamos de un periodo muy extenso con un entrenador de maneras antagónicas a las del técnico compostelano; un entrenador alejado y hosco, no sólo con la grada sino también con algunos jugadores. Moncho, en cambio, se ha ganado a la afición murciana por su humildad y por su cercanía, y más respeto aún se ha ganado con la elegante forma de salir de Murcia. Es una pena que no haya tenido la suerte de contar con muchos jugadores "bravos" y que no le hayan acompañado las victorias. Quizá en el futuro pueda demostrar su valía en ACB, ya sea en Murcia o en otra ciudad, pero mientras tanto toca decirle: ¡Suerte y hasta otra, Moncho!