| CB Murcia: balance de la temporada (1) |
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Como ya hay confianza, lo puedo reconocer: no me apetecía lo más mínimo escribir este artículo. He ido dejando pasar el tiempo con la vana esperanza de que se escribiera sólo, pero nada. Hasta que no me he puesto frente al portátil, las palabras no se han ido agrupando para intentar resumir la temporada número 13 del CB Murcia en ACB. Bonito número para el segundo peor año del equipo murciano en su historia, sólo superado por el ridículo de la 1998/99. Antes de los partidos, un servidor ha tenido las mismas sensaciones que entonces. He sentido la misma cansera que con tanta maestría describió el poeta murciano Vicente Medina: "¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas arroyás y pegás a la tierra, pa ver los sarmientos rüines y mustios y esnúas las cepas...". Pues eso.
El inicio de este artículo debe ser igual que el del año pasado y que el del anterior: agonía. Pero en una desquiciante vuelta de tuerca, el agónico verano de 2009 fue aún peor, duró mucho más tiempo y estuvo lleno de reuniones, calores, carreras, plantones frente a la Consejería de Cultura y Turismo, dimes y diretes, rumores, flecos, eutanasias y sentencias de muerte, anuncios fallidos y, al fin, luces al final del túnel. Y también al final de agosto, con todo lo que ello supone. José Ramón Carabante, importante empresario en diversos sectores económicos, se hacía con el control del CB Murcia, traspasado por Polaris World gracias a la mediación de la Comunidad Autónoma de Murcia y, en bastante menor medida, del ayuntamiento de su capital. Como carga adicional quedó la deuda de un millón de euros acumulada por culpa del patrocinador fantasma, Tranvimur, que aportó sonoramente el concejal de deportes de Murcia en el tórrido verano de 2008. Y como esperanza de futuro quedaron las promesas de un ambicioso proyecto a cuatro años, lleno de buenas intenciones y pensado para sanear el club y devolverle la estabilidad económica y deportiva que tal vez nunca haya llegado a tener.
Una vez consumado el traspaso del club, comenzó la carrera contra el reloj: el CB Murcia anunció el nombre de su nuevo Director General, Alejandro Gómez, del nuevo presidente, Luís Carabante, y un poco después el del Director Comercial, José Miguel Garrido. Sin embargo no se tocó el organigrama anterior y pervivió el cargo de Gerente, por ejemplo, en un confuso maridaje con el recién creado de Director General. También se mantuvo en su puesto al Director Deportivo, Paco Guillem, quizá gracias a su conocimiento del club y también a la meritoria labor desarrollada el año anterior. La primera decisión del tándem Gómez-Guillem fue la destitución de Manolo Hussein como técnico, al que aún le quedaba un año de contrato, y poco después el fichaje de Moncho Fernández, entrenador de gran reputación en LEB. Así, los nuevos gestores consiguieron meterse en el bolsillo a buena parte de la afición murciana, cansada del estilo áspero del entrenador canario e ilusionada con la savia fresca de un técnico debutante en ACB e implicado en el proyecto. A la otra mitad se la metieron en el bolsillo con el justo retorno del Gran Capitán, Xavi Sánchez.
Los fichajes no se podían hacer esperar más, pero sencillamente porque no había tiempo material que perder. Obradoiro y Murcia, los dos equipos descendidos esta temporada, fueron también los dos últimos en cerrar sus plantillas. Y no es que quiera ser determinista porque durante el año han pasado muchas cosas, pero dicen que lo que empieza tarde y encima mal, por fuerza, mal debe acabar. Moncho Fernández anunció que quería un Murcia "bravo y honrado", y es evidente que no lo logró. Vista la plantilla, muchos coincidieron en señalar el juego interior como su parte más débil: cesado Hussein, quedó Moss como ineludible lastre ocupando un puesto vital de extracomunitario, y se le sumó un cupo trabajador y muy querido por la afición, Óscar García, un rebotado Faverani, perseguido por su fama de inestable y descentrado, un casi inédito Moncasi, y una joya en ciernes, el pívot de Unicaja Paulao Prestes. Quién nos iba a decir que la pintura no sería lo peor de este CB Murcia: Delininkaitis, con su internacionalidad lituana como principal argumento, y Scepanovic, con su experiencia, fueron los dos elegantes fichajes que debían acompañar en el perímetro a la pieza clave del equipo, el genial base serbio Milos Vujanic. En la retaguardia esperarían el base José Antonio Marco, los escoltas Robles y Xavi, y el alero norteamericano Roger Powell, el reverendo que tenía que poner músculo y defensa y que nos dejó impresionados con su sobresaliente pretemporada. En su momento, este redactor definió al equipo como una suma de oportunidades: la oportunidad de un nuevo entrenador, la de jugadores consagrados que querían volver a la cresta de la ola y la de jugadores jóvenes que querían reivindicarse, sumadas todas a la oportunidad de un "nuevo club" que tenía la intención de hacerse respetar en la ACB. Casi ninguna de esas oportunidades fue aprovechada.
Murcia no entrenó al completo hasta finales de septiembre, con la incorporación de dos de sus mayores decepciones, Delininkaitis y Scepanovic, y jugó muy pocos partidos de pretemporada. Una pena, porque fue el mejor momento del año: la ilusión de ver vivo al CB Murcia, las ganas de que todo saliera bien, la necesidad de baloncesto y de disfrutar... En esta fase el equipo dio muestras de sus defectos, de sus flaquezas, pero también mostró virtudes que luego sólo volverían con cuenta gotas. Vimos un equipo mucho más unido, vimos cierto espíritu competitivo y vimos carácter ganador. Un balance de 3 victorias (dos contra Alicante y una contra Granada) y 3 derrotas (contra Unicaja y Granada, en partidos igualados, y frente a Fuenlabrada de manera abultada), y la destacada actuación de Powell (quinto máximo anotador de la ACB en pretemporada) fueron el aperitivo del primer partido de liga de un CB Murcia aún en construcción. Ante su público, y contra el equipo que luego sería campeón de liga, el Caja Laboral, los de Moncho Fernández plantaron cara y aguantaron hasta los últimos minutos. Llegó la primera de una larga lista de derrotas que continuaremos narrando en el siguiente artículo, junto con otras cosas. Un respiro, por favor.
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