| Bailar con Raül López, es bailar |
 |
El tema de los bases ha sido siempre asunto de debate en la capital vizcaína. Rara vez, salvo el binomio Huertas-Salgado, hemos dado con una combinación que contente a propios y extraños. La ilusión por Koljevic, la veteranía de Azofra, la incógnita de Blums, los números de Javi Rodríguez y así un sinfín de pruebas, experimentos y decisiones arriesgadas (El tan criticado 14 siempre será de los nuestros) hasta encontrar lo que hoy se presume como una de las mejores parejas de bases de la liga.
El que se ha quedado, Jackson (también criticado en sus inicios, recuerdo y atizo) revolucionó la ACB con sus jugadas más propias de la NBA, pero sobre todo, con la manera que tuvo de ponerse el equipo a la espalda en los momentos en donde a otros (americanos también) les tiembla la mano. Cuando el de Hartford se sentaba en el banquillo, el pabellón entero sufría infartos de miocardio al ver quién le sustituía. Josh Fisher no era nunca una buena opción, siendo su renovación la comodilla de todas las tertulias y blogs de la ciudad. Ahora bien, con la llegada de Raül López todos respiramos más tranquilos. Con él es posible imprimir 40 minutos de ritmo alto y buena dirección. Aun así, también hubo dudas sobre su edad y estado físico, pero recuerdo que Raül López era el capitán (y para mí, mejor jugador) de un equipo en donde estaban Gasol, Navarro o Reyes. Y titular con un tipo duro como era Jerry Sloan, cogiendo el testigo del mejor base que hayan visto mis ojos. Que sí… que las rodillas operadas de López tienen más calidad que la mitad de nuestra plantilla.
Foto: ACB Photo
Lo más importante no es lo que vaya a aportar el de Vic al equipo bilbaíno sino cómo y cuándo. Entiendo que su misión es suplir la carencia casi histórica que adolecen los Men in Black: el ritmo. El Bizkaia Bilbao Basket baila mucho y bien, pero sólo rock and roll. Cuando es capaz de rebotear y correr, es la reina de la fiesta. Ahora, cuando el DJ pone canciones lentas y hay que tirar de bailes de salón, se nos atraganta la canción y acabamos bailando solos en la pista con movimientos individuales de Jackson o Vasileiadis. Y esta música sonó en el partido contra el Madrid. La primera parte pudimos correr y mover el balón a un ritmo endiablado debido a la caraja de los de Pepe Laso. Después del descanso, el Madrid planteó una zona donde nos ahogamos con malas decisiones, precipitaciones y demasiados esfuerzos dedicados a protestas arbitrales casi innecesarias debido al marcador. Todo ello nos llevó a un abismo del que afortunadamente pudimos salir desde la línea de los tiros libres. Por los pelos.
En resumidas cuentas, el partido del jueves me dejó la sensación de que cuando el base catalán se asiente en el equipo, no debiéramos tener este tipo de pájaras en los partidos. Porque de tres partidos, llevamos tres amigo Fotis. No vale nada hacer un sobreesfuerzo por remontar o ponerte 14-0 de inicio, si luego tienes estas caídas en el juego. El baloncesto es uno de los deportes más justos que hay. Si haces un buen trabajo en los 40 minutos, te llevas la victoria. No hay penaltis injustos en el descuento. Por lo tanto, ahora, con dos bases de primerísimo nivel debiéramos ser capaces de poder frenar las embestidas del rival, de contener su ritmo y bailar al son que nosotros queramos marcar.
Lo solicito. Y el pabellón, también, que el recibimiento a Raül fue emocionante. Bienvenido, Let's dance!
NEWS |
