Miércoles, 24 de abril de 2024
La Opinión


19.10.07 | Kantauri (2105 lecturas) [ Comenta el artículo ]
0 comentarios
Ballet Amarillo


Paris. Primavera de 1991. La Jugoplastika de Split lograba su tercer entorchado consecutivo como campeón de Europa de baloncesto, esa vez bajo el apelativo de Pop’84. Ponía fin a un ciclo maravilloso de 3 Copas de Europa consecutivas y un legado de un baloncesto majestuoso amparado en la generación conjunta más extraordinaria de jugadores formados en un club que el basket europeo haya sido testigo. En Paris ya sin Radja ni Ivanovic fue Zoran Savic quien con sus 27 puntos destrozó al Barcelona. Aun seguían Perasovic, Kukoc, Pavicevic, Sretenovic y se sumaban los incipientes Naumoski, Tabak o el propio Savic, vestigios de los últimos componentes de aquella maravillosa época, de aquella ingente concentración de talento.


Jugaban de memoria, veloces, bailaban sobre la pista, como si hiciesen ballet, flotaban. Jugadores de enorme envergadura con unos fundamentos y una velocidad de ejecución que pararles era una tarea en exceso complicada. Kukoc con 2,07 o Dino Radja son buenos ejemplos. Un juego ofensivo demoledor, irreverentes jóvenes apoyados en algún veterano como Dusko Ivanovic. Recordemos que Kukoc, Radja o Pavicevic eran componentes del equipo oro en el mundial júnior de Bormio en 1987 y que dos años tan solo después lograban su primera copa de Europa en Munich, en 1989. Bendita locura. Y aun más jóvenes, substitutos de los anteriores eran los Tabak, Savic o Naumoski. Realmente sorprendente, quizás un regalo de la fortuna, la conjunción de tanto talento joven en tan poco espacio de tiempo, que supieron acoplarse y hartarse de ganar en el cambio de década, haciendo disfrutar a los aficionados de un baloncesto de alta escuela, recordado, eterno.


Split es una ciudad portuaria pequeña, sobre los 200 mil habitantes, a orillas del Adriático, en la actual Croacia. La irrupción de aquel equipo supuso tutear a los grandes de Zagreb o de Belgrado, impotentes a pies de la maquinaria amarilla. Supuso el orgullo de toda la región, algo que será recordado a través del tiempo, un tributo que nos vuelve a la memoria cada vez que observamos a alguno de sus componentes sobre el parquet en distintas funciones, la mayor parte de ellos siguen ligados al baloncesto bien como entrenadores, presidente de clubes o directores técnicos. Otra sorprendente cualidad de aquella generación, seguir ligados al baloncesto del máximo nivel ocupando distintas facetas una vez retirados.


Un tributo marcado a fuego en los ojos de aquellos niños que asistían atónitos al espectáculo, congregados en el vetusto Dvorana. Un hito histórico compartido solo con el primigenio ASK Riga de lograr tres títulos consecutivos de campeones de Europa, pero mayor que los resultados fue el legado que dejaron, de horas y horas de pasión por el baloncesto, de una sinfonía que no conocía otro fin que divertirse y ganar. Marcaron a aquel niño que daba sus primeros pasos en la cantera del equipo de Split hasta su debut en 1995 y presenciaba el espectáculo con el que él iba a soñar durante toda su carrera. Ojos, corazón y memoria para grabar cada pase, cada tiro, cada jugada interpretada por el mejor de los coros, para grabar la pasión y divertimento que siempre van unidos a este juego. A aquel juego eterno que desplegaron durante el cambio de década los amarillos de Split, orgullo del Adriático. Volveremos mas tarde a aquel niño, con detenimiento, con mayor calma.


Tel Aviv. Primavera de 2004. Maccabi acababa de proclamarse campeón de Europa en su propia ciudad, en “su” mano de Elias de nombre vendido al capitalismo más salvaje. Terminaba de destrozar a los boloñeses de la Fortitudo anotando 118 puntos, marca histórica de anotación en una final europea. Solo dos equipos anteriormente habían sido capaces de superar la barrera de los 100 puntos en un partido de final de Copa de Europa, el real Madrid de Emiliano en 1964 ante el Spartak de Brno y el Cska de Moscú de Andreyev en 1969 ante el propio Real Madrid. Salvaje baloncesto el de los chicos de Pinhas Gershon, lección tras lección, bailando sobre la pista. Los macabeos ponían así punto final a una sequía de 3 años, desde la conquista de su ultimo máximo titulo continental, el del año de las dos europas en 2001, en Paris, estación final de la Jugoplastika. Con un quinteto de ensueño con Saras-Burstein-Parker-Baston-Vujcic.


De amarillo. Como sus antepasados de Split, hablando el mismo idioma, el que entra por los ojos y toca el corazón. Con otros componentes, sin cantera pero con talonario, menos romántico pero interpretando de nuevo una sinfonía al alcance de muy pocos. En Tel Aviv, la ciudad donde en 1972 la Jugoplastika de Split, y de Skansi, a punto estuvo de poner Europa a sus pies, pero Varese y un exiguo punto de diferencia lo impidieron. Se tomaron cumplida revancha.


Y aquí no terminan las coincidencias. Nikola Vujcic forma parte de este equipo campeón, nacido en Vrgorac, un pequeño pueblo de la Dalmacia croata de apenas 8 mil habitantes. Nacido en el triangulo de las Bermudas baloncestistico europeo, donde todo queda absorbido para la practica de este deporte. Entre Sarajevo, Mostar y Split. No había elección. Estas cosas le escogen a uno. Y sí, Nikola se formó en la cantera de Split, Nikola era el niño atónito del Dvorana, creciendo entre los sueños mas bellos hechos realidad, degustando el quizás mejor baloncesto que la vieja Europa haya visto jamás junto a otros 3.000 mil espectadores. Nada llega por casualidad. Aprendiendo a moverse con sus 2,11 como el mas afamado de los bailarines, disfrutando del pase, entendiendo el baloncesto como algo colectivo, y como algo que deba hacer sentir al aficionado, que mueva inquieto su trasero sobre la silla del pabellón, darle algo a cambio.


Maccabi comenzó a forjar esta etapa sufriendo, bajando a los dioses a la tierra y a la cruda realidad. Haciéndoles vulnerables, más cercanos para el público, mas queridos al verles flaquear, ver que eran mortales, como nosotros, como el resto. Igual que la Jugoplastika camino de su tercer titulo en Paris, endeble, sin Radja ni Ivanovic, ahogados por el Scavolini de Darren Daye. Maccabi sufrió y se encomendó a Sarunas Jasikevicius, dios hebreo, para poder doblegar al ultimo Sabonis y su Zalgiris. 37 puntos en 30 minutos del lituano y prorroga heroica forzada mediante daban el pasaporte a los macabeos a su propia final a cuatro, y daban consigo el pasaporte a la eternidad, a la cancha de nuestra memoria. Vujcic le acompañó con 18 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias, generoso esfuerzo. Aquella noche fueron humanos, como nosotros, como el resto, lo que aun aviva más la grandeza de su éxito. Hacernos disfrutar a mil por hora, flotando sobre el parquet, jugando centímetro y medio por encima de él.


Debe ser precioso poder revivir viejas sensaciones, debe ser satisfactorio hacer disfrutar a la gente como uno disfrutó cuando era pequeño, debe ser increíble vivir tus sueños de infancia una vez se es adulto. Nikola es un hombre afortunado. A punto estuvo de igualar a sus héroes, mitos, y conseguir el tercer entorchado consecutivo en Praga. Pero los dioses baloncestisticos no quisieron que así fuera, bastante ya le habían regalado al bueno de Nikola, porque una cosa es poder hacer realidad tus sueños y otra equipararse a la leyenda, la de ese Ballet Amarillo que cada cierto tiempo trae un soplo de aire fresco al basket continental. Que nos deja un recuerdo imborrable, que nos hacen sentir, sin pedir nada a cambio, recordados por siempre. Respirando a través de los pulmones de quien sabe que niño en quien sabe que pabellón. Presentes a cada latido dentro de una cancha. Esperando una próxima vez. Joan Creus en una de sus retransmisiones denominó de forma magistral a Nikola Vujcic como la Santísima Trinidad. Pues eso, E-TER-NO. Como estos recuerdos que nos dejaron, como todo lo que sentimos, esperando el próximo baile con los nervios de la primera vez.



OTRAS OPINIONES DE Kantauri
 La Crónica de Riddick (05.01.10)
 Análisis del Bizkaia Bilbao Basket 2009-10 (07.10.09)
 Análisis Iurbentia Bilbao Basket 2008-2009 (22.10.08)
 Euroliga 2007/2008: Los jóvenes (17.10.08)
 Euroliga 2007/2008 (II): Nombre propios (10.10.08)
 Análisis Euroliga 2007/2008 (I): 50 años de orgullo (23.09.08)
 Ballet Amarillo (19.10.07)
 De Valladolid a la eternidad (06.09.07)
 Nombre en clave: Renzi (13.08.07)
 Gallis conquistó el Palau (22.07.07)
 Primavera del 88 (19.06.07)
 Il codice Gherardini (18.05.07)
 De repente apareció un "extraño" (24.04.07)
 Cuando Damir encontró a Maciej (10.04.07)
 La primera vez (29.03.07)
 Baloncesto de papel (10.03.07)


LAS 10 OPINIONES MÁS LEÍDAS
 Las Historias de Sunara: 75 años del KK Split (Iván Fernández)
 Munich 1972: Tres segundos que marcaron la historia (I) (Marc Bret)
 Las Historias de Sunara: Ranko Zeravica y Boris Kristancic, in memoriam (Iván Fernández)
 Las Historias de Sunara: Hvala Ante! (Iván Fernández)
 Las Historias de Sunara: 50 años del Estonia - USA (Iván Fernández)
 Las Historias de Sunara: Danilovic - Ginobili... What if? (Iván Fernández)
 Dream Team 1992: Nunca habrá otro equipo igual (José Antonio Sánchez)
 Las Historias de Sunara: Juve Caserta - Varese (Copa Korac 1986) (Iván Fernández)
 Las Historias de Sunara: Dusan Ivkovic, in memoriam (Iván Fernández)
 Las Historias de Sunara: Previa de la final y partido por el bronce (Iván Fernández)
0 comentarios
Danos tu opinión
Danos tu opinión
Nick:


Comentario:


Código de seguridad: 3895

Por favor, necesitamos que reescribas el código de seguridad para asegurarnos que no se trata de un robot:


Patrocinadores: Federación Española de Baloncesto           Marina Esports           Basket Málaga

© BasketMe, 2006-2011   RSS   |   Live scores   |   Aviso legal   |   Contacto   |   Colabora con nosotros   |   Créditos