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U18F: Cuando las palabras se convierten en bronce
FEB.ES  | 31.07.2014 - 21:01h.
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La Selección U18F se subía el pasado domingo al pódium del Europeo de Portugal para colgarse al cuello la medalla de bronce, un valioso metal en cuya consecución jugaría un papel determinante una Amaya Valdemoro convertida en ídolo terrenal para toda una generación del futuro.

Tarde de sábado en la localidad portuguesa de Matosinhos. La bocina suena marcando el final del encuentro de semifinales, Rusia celebra y a España… en esta ocasión, España llora.

La escena no resulta habitual y es quizá por ello por lo que las imágenes resultan aún más llamativas. La rabia contenida en el rostro de Ángela Salvadores, la cara de decepción de Helena Orts o la mirada perdida de Laia Flores afloran en el rostro de las jugadoras el lógico sentimiento de decepción por no haber podido alcanzar una final con la que habían soñado desde el inicio de la concentración.

Las primeras lágrimas comienzan a asomar en las mejillas de una Laura Quevedo que ve pasar los minutos posteriores al encuentro sentada sobre la cancha. Son momentos difíciles para una generación acostumbrada a ganar y para la que resulta totalmente desconocida esa sensación de tener que rearmarse para luchar por un nuevo objetivo.

Nadie se atreve a romper el instante hasta que Laura siente unos pasos sobre la pista. De repente, junto a ella, aquella jugadora a la que idolatraría durante años y con la que compartiera vestuario y camiseta durante unos meses en las filas del Real Canoe de Madrid. Tras haber presenciado el encuentro desde las gradas, Amaya Valdemoro baja a la pista y se sienta junto a la que fuera su compañera para comenzar un nuevo camino, aquel que llevaría a España a la conquista del bronce.

Curtida en mil batallas, la capitana de la Selección Española sabía mejor que nadie como rearmar el ánimo de un equipo ganador: “Había seguido desde la grada su magnífico encuentro y por eso entendía que se sintieran un tanto cabizbajas pensando únicamente en la posibilidad que se les acababa de escapar. Al ver a Laura sentí que mi experiencia podía serla de mucha ayuda y no dude en acercarme a ella para transmitirla que tenían aún un reto muy bonito por delante con la posibilidad de ganar una medalla de bronce”.

Las lágrimas de Laura se detendrían por completo con las palabras de una Amaya Valdemoro que daba con la tecla para comenzar el camino hacia una medalla de bronce que esperaba ya al equipo: “Perder un partido tan igualado como el jugado ante Rusia duele y es bueno ver lágrimas en las jugadoras porque eso ayuda a comprobar su compromiso con el equipo pero mi mensaje se centró en transmitir al grupo que estas debían durar tan sólo unos minutos. Tenían que aprender de la derrota y dejarla a un lado para afrontar ese nuevo reto que colocaba ante ellas el campeonato para poder volver a casa con una medalla”.

Con ambas jugadoras sentadas aún sobre la cancha, Laura secaba su rostro con la camiseta dando lugar a una imagen que no tardaría en dar la vuelta al mundo. Un gran recuerdo para una jugadora que no olvidará jamás las palabras de un ídolo terrenal: “Sus consejos fueron muy valiosos ya no sólo para mí sino también para todo el grupo. Amaya nos enseñó que no era momento de lamentarse sino de levantarse y luchar por un premio tan valioso como el bronce. Sus palabras no tardaron en hacer efecto en el vestuario y el resultado… ¡El resultado está a la vista de todos!”.




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