Ausente de los Juegos de Londres, Angola vuelve al primer plano internacional tras recuperar el verano pasado su condición de campeón africana, y lo hace con una selección de continuidad pero en la que empieza a vislumbrarse un interesante relevo generacional.

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Aferrado a su habitual identidad, la misma que le ha permitido cobrarse más de una víctima ilustre mientras dominaba África -se ha llevado 11 de los últimos 13 Afrobasket y la última vez que se quedó fuera del podio fue en Somalia 1981-, el equipo que dirige Paulo Macedo llega a España tras una preparación un tanto peculiar en la que parecen haber ido de más a menos. Tras una primera etapa en Luanda, Angola dividió su preparación y mientras el grueso de la selección disputaba un torneo en Brasil, jugadores como Joaquim Gomes, Fonseca, Santos o Ndoniema disputaban la Stankovic Cup con un combinado que casi podría denominarse "B". Como curiosidad, en la primera preselección Paulo Macedo incluyó hasta nueve jugadores de su club, el Primeiro de Agosto angoleño.

El ritmo de juego alto, las rachas de tiro y la presencia en el rebote ofensivo siguen siendo los puntos fuertes de una selección que finalmente no contará con Carlos Morais. Con Costa llevando la manija del juego, la facilidad anotadora de Cipriano y el desparpajo de Lucas deberán intentar hacer olvidar el papel del MVP del pasado Afrobasket.

Con todo, quizás la mayor novedad para Angola sea la de disponer, al fin, de una línea interior solvente. Con Gomes o Mingas aún en disposición de dar pelea en el rebote, la nacionalización de Moore se une a los centímetros y juventud de Moreira y Joaquim para conformar una pintura de ciertas garantías. La falta de continuidad ofensiva y el flojo balance defensivo aparecen como la otra cara de un conjunto que, pase lo que pase, a buen seguro no resultará cómodo para ningún rival.




Armando Costa es lo más parecido a un director de juego que tiene Angola. Correcto en defensa, sin ser especialmente creativo mueve bien al equipo y puede buscar el aro.

Uno de los representantes de la generación del 90 es el base Hermenegildo Santos. Intenso y con mucha ascendencia en el juego, ha de ganar en amenaza ofensiva.

Capaz de alternar el 1-2 sin mayores problemas, Milton Barros ha demostrado ser un buen defensor, y en ataque basa su peligro en el lanzamiento de tres y en su capacidad para generarse su propio tiro.

Fuerte e intenso, Edson Ndoniema puede defender a cualquier jugador del perímetro. Con capacidad para generarse el tiro, es de ayuda en la circulación ofensiva.

En el capítulo de aleros, Olimpo Cipriano se mantiene como el tres titular gracias a su polivalencia y su amplio repertorio ofensivo. Cómodo en transición, goza de tacto en los tiros cortos y es letal cuando entra en racha.

Junto a él, Islando Manuel llega a oficiar como tres pese a su altura (1'92 m). Capacidad para jugar al poste, actividad sin balón y el rebote ofensivo son sus principales avales.

Incorporado a última, Roberto Fortes es una de las sorpresas de la lista tras llevar ausente desde el Mundial de Turquía. Correcto en defensa y con capacidad de tiro.

Otro de los clásicos es el ala-pívot Eduardo Mingas. Cuatro fuerte con capacidad para jugar de fuera a dentro y notable físico. Con buen tiro lateral y presencia en el rebote, es además un interesante pasador.

Formado en USA y con experiencia europea, Joaquim Gomes fue durante años la estrella angoleña. Ha perdido jerarquía ofensiva pero mantiene su capacidad de rebote y pelea.

Imponente en lo físico, la nacionalización de Reggie Moore ha dado una nueva dimensión a la pintura angoleña. Zurdo y apaz de alternar el 4/5, destaca por su presencia en el rebote y su intensidad ofensiva.

Muy gris el verano pasado en el Afrobasket, Valdelicio Joaquim parece en disposición de ser el referente de la nueva Angola. Alejado del perfil de líder, y probablemente también del de soporte anotador, el ex de Hawaii personifica el paso al siglo XXI de la selección africana. Siempre huérfana de referentes anteriores, los centímetros de Valdelicio unidos a un Moreira que empieza a asomar la cabeza permiten a Angola soñar a medio plazo con un juego interior consistente. Capaz de intimidar aunque algo blando, Joaquim es fundamental en el rebote y gusta de jugar de cara al aro e incluso prodigarse en el triple si dispone de tiempo para su ejecución. Con capacidad para generarse opciones ofensivas, cierta falta de consistencia física y la necesidad de anotar para "encontrarse" en los partidos aparecen como sus principales lunares.

En su último curso en la Universidad de Hawaii, el jugador angoleño finalizó la temporada con unos más que interesantes 14'3 puntos por noche, a los que añadió 8'3 rebotes y todo ello con un 40% en el tiro de tres.

Yannick Moreira será el techo de una selección siempre anhelante de pívots. Algo tosco y sin excesiva fuerza, tiene capacidad para correr la pista y en el poste bajo finaliza con ambas manos.




De gran carrera como jugador, Paulo Macedo está llevando a cabo en el banquillo de Angola una renovación nada traumática. Tranquilo en la banda, busca conjugar el ritmo con el equilibrio.

Internacional en su época de jugador, el míster angoleño se alzó con cuatro medallas de oro en el Afrobasket, siendo además el base titular el día del "angolazo" en Barcelona 1992.