DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014

Pero hay que ser honestos. El combinado que dirige Rubén Magnano tiene la difícil papeleta de hacer que la afición de la verde amarela alce la cabeza, enjuague sus lágrimas y vuelva a sonreír. La torcida se vio defraudada por sus héroes de su deporte rey, en su propio terreno y su casa, y el llanto desesperado de la afición precisa una satisfacción, por mucho que el deporte sólo sea deporte. Brasil, como buena nación emergente, muestra orgullosa sus virtudes y su pujanza, quizá por eso, volver a verse con los pies de barro predispone a la melancolía y al escepticismo, algo que la selección de baloncesto deberá solucionar.

En tal caso, buscar el ejemplo de la solución en el balonmano femenino parece una locura, pero bien mirado no lo es. As Meninas, apodo del combinado brasileño femenino de balonmano, es el ejemplo más vivo de capacidad de levantarse de los golpes más duros y campear sobre todos. Las brasileñas, dirigidas por el danés Morten Soubak, se proclamaban campeonas del mundo en la última edición, celebrada en Serbia en diciembre de 2013, superando en la finalísima al conjunto local por 22-20. ¿Qué tiene esto que ver con la selección masculina de basket o el deporte en general del gigante sudamericano? Que su éxito llegaba tras un proceso de maduración obtenido a golpes. Un conjunto talentoso, con multitud de jugadoras viviendo la experiencia europea –en el Hypo de Austria, principalmente–, con estrellas a nivel internacional como la portera Barbara Arenhart, la lateral Deonise Cavaleiro, la central Ana Paula Rodrigues y, sobre todo, la extremo zurda Alexandra Nascimento, tropezaba en el peor momento en el Mundial de 2011 y los Juegos Olímpicos de 2012, fruto de los nervios y la inmadurez.

En el Mundial de Brasil, en 2011, As Meninas conquistaban un amargo quinto lugar tras verse apeadas frente a España en cuartos, por culpa de un gol a la contra de la guerrera Eli Pinedo, fruto de una pérdida absurda en el último minuto, una jugada que establecía el 26-27 definitivo que acallaba el Ginásio Estadual Geraldo José de Almeida en Ibirapuera, Sao Paulo, jalonada además por una durísima falta de Ana Paula Rodrigues sobre Eli Pinedo, que reaccionaba encarándose con la central brasileña, que además terminaría siendo expulsada del partido. La portera Arenhart y la pasional extremo Fernanda Da Silva lloraban desconsoladas al final de un encuentro que dejaba a la selección local lejos de la lucha por las medallas.
Un año después, la eliminación en el cruce de cuartos de la selección femenina de Brasil en los Juegos Olímpicos de Londres resultaría aún más dolorosa. Cayeron por 19-21 frente a Noruega, todopoderosa selección que acabaría colgándose el oro olímpico. No obstante, mediado el segundo tiempo, As Meninas campeaban por 15-9, sustentadas en una formidable actuación de su guardameta Chana Masson y la eléctrica velocidad de Alexandra Nascimento. Pero Noruega apretó atrás, la portera Grimsbo se hizo enorme, y en ataque la extremo Linn-Kristin Riegelhuth Koren dinamitó el cruce. Las lágrimas volvían a brotar en los ojos brasileños, y Morten Soubak, impotente, acusaba a Noruega de haberse dejado perder en la última jornada de la liguilla de primera fase para disponer de «un rival más sencillo» –la alternativa hubiera sido Croacia, equipo que también caía en cuartos– en el cruce, lanzándose piedras sobre su tejado de forma involuntaria.

En aquellos cruces se pudo ver cómo jugadoras del talento como las laterales Eduarda Amorim o Deonise Cavaleiro, lanzadoras de enorme potencial y recursos que abren espacios para la peligrosa segunda línea, se «arrugaban» en los momentos de máxima tensión, Ana Paula Rodrigues no siempre tomaba buenas decisiones y el propio Morten Soubak se veía incapaz de encauzar la ansiedad de sus chicas con marcadores apretados en partidos de vida o muerte. Pero As Meninas se conjuraban para voltear su sino, y en 2013 se desquitaron. Llegaron a cuartos de final, su cruce maldito, invictas, superando a Serbia y Dinamarca –a la postre medallistas del torneo– en la liguilla y barriendo a Holanda en octavos. En cuartos, una pujante Hungría, que venía de apabullar a España, forzó la prórroga, pero los 10 goles de Alexandra Nascimento obraron la hazaña para las de Soubak. En semifinales, una bisoña Dinamarca volvió a sucumbir al talento de la extremo zurda y perdía por 27-21. Brasil llegaba a su primera final y se las vería con la anfitriona Serbia. Las sudamericanas se adelantarían 16-11, pero las balcánicas, pese a que su estrella, Andrea Lekic, jugaba lesionada, empataban el partido a 20. Los fantasmas volvían a asomar para As Meninas, que llegaban más lejos que nunca, pero se veían con la horrible sensación de que su historia de fatalidad se repetía. Pero no. Ana Paula Rodrigues decidiría con dos goles en el último minuto, y Arenhart haría el resto. Prueba superada y fantasmas aniquilados. Eduarda Duda Amorim, arrasando con su fama de talentosa que se hunde bajo presión, se llevaba el trofeo a la Jugadora Más Valiosa del torneo.

Y todo ello sin música de «Eye of the Tiger». La épica y la superación en el mundo del deporte son temas recurrentes, pero que a veces se dan. Un conjunto talentoso puede marchitarse sin probar ninguna miel del triunfo, mientras que otros sí superan sus propias barreras. He ahí la lección que el seleccionado masculino de baloncesto de Brasil tiene que sacarse en vísperas del Mundial de España 2014. En un torneo con multitud de ausencias, el combinado que lleva el argentino Rubén Magnano destaca por «ir con todo». Sus estrellas europeas y de la NBA, sus jugadores referencia en Brasil y fuera de Brasil, no falta nadie, siendo este el mismo bloque de los últimos Mundiales y Juegos Olímpicos, el mismo que ha convertido a Brasil en un outsider que amenaza con asaltar el podio, pero que siempre se queda a las puertas. ¿Valdrá el ejemplo de As Meninas para romper su barrera de cristal?

Nunca hay que rendirse, pese a las malas experiencias. Y aunque cada deporte sea un mundo, no se olviden de As Meninas de balonmano, capaces de pasar del llanto de desesperación al de la alegría cuando lograron ser Campeonas del Mundo.

DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014



por ARNAITZ GORRIT" /> DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014

Pero hay que ser honestos. El combinado que dirige Rubén Magnano tiene la difícil papeleta de hacer que la afición de la verde amarela alce la cabeza, enjuague sus lágrimas y vuelva a sonreír. La torcida se vio defraudada por sus héroes de su deporte rey, en su propio terreno y su casa, y el llanto desesperado de la afición precisa una satisfacción, por mucho que el deporte sólo sea deporte. Brasil, como buena nación emergente, muestra orgullosa sus virtudes y su pujanza, quizá por eso, volver a verse con los pies de barro predispone a la melancolía y al escepticismo, algo que la selección de baloncesto deberá solucionar.

En tal caso, buscar el ejemplo de la solución en el balonmano femenino parece una locura, pero bien mirado no lo es. As Meninas, apodo del combinado brasileño femenino de balonmano, es el ejemplo más vivo de capacidad de levantarse de los golpes más duros y campear sobre todos. Las brasileñas, dirigidas por el danés Morten Soubak, se proclamaban campeonas del mundo en la última edición, celebrada en Serbia en diciembre de 2013, superando en la finalísima al conjunto local por 22-20. ¿Qué tiene esto que ver con la selección masculina de basket o el deporte en general del gigante sudamericano? Que su éxito llegaba tras un proceso de maduración obtenido a golpes. Un conjunto talentoso, con multitud de jugadoras viviendo la experiencia europea –en el Hypo de Austria, principalmente–, con estrellas a nivel internacional como la portera Barbara Arenhart, la lateral Deonise Cavaleiro, la central Ana Paula Rodrigues y, sobre todo, la extremo zurda Alexandra Nascimento, tropezaba en el peor momento en el Mundial de 2011 y los Juegos Olímpicos de 2012, fruto de los nervios y la inmadurez.

En el Mundial de Brasil, en 2011, As Meninas conquistaban un amargo quinto lugar tras verse apeadas frente a España en cuartos, por culpa de un gol a la contra de la guerrera Eli Pinedo, fruto de una pérdida absurda en el último minuto, una jugada que establecía el 26-27 definitivo que acallaba el Ginásio Estadual Geraldo José de Almeida en Ibirapuera, Sao Paulo, jalonada además por una durísima falta de Ana Paula Rodrigues sobre Eli Pinedo, que reaccionaba encarándose con la central brasileña, que además terminaría siendo expulsada del partido. La portera Arenhart y la pasional extremo Fernanda Da Silva lloraban desconsoladas al final de un encuentro que dejaba a la selección local lejos de la lucha por las medallas.
Un año después, la eliminación en el cruce de cuartos de la selección femenina de Brasil en los Juegos Olímpicos de Londres resultaría aún más dolorosa. Cayeron por 19-21 frente a Noruega, todopoderosa selección que acabaría colgándose el oro olímpico. No obstante, mediado el segundo tiempo, As Meninas campeaban por 15-9, sustentadas en una formidable actuación de su guardameta Chana Masson y la eléctrica velocidad de Alexandra Nascimento. Pero Noruega apretó atrás, la portera Grimsbo se hizo enorme, y en ataque la extremo Linn-Kristin Riegelhuth Koren dinamitó el cruce. Las lágrimas volvían a brotar en los ojos brasileños, y Morten Soubak, impotente, acusaba a Noruega de haberse dejado perder en la última jornada de la liguilla de primera fase para disponer de «un rival más sencillo» –la alternativa hubiera sido Croacia, equipo que también caía en cuartos– en el cruce, lanzándose piedras sobre su tejado de forma involuntaria.

En aquellos cruces se pudo ver cómo jugadoras del talento como las laterales Eduarda Amorim o Deonise Cavaleiro, lanzadoras de enorme potencial y recursos que abren espacios para la peligrosa segunda línea, se «arrugaban» en los momentos de máxima tensión, Ana Paula Rodrigues no siempre tomaba buenas decisiones y el propio Morten Soubak se veía incapaz de encauzar la ansiedad de sus chicas con marcadores apretados en partidos de vida o muerte. Pero As Meninas se conjuraban para voltear su sino, y en 2013 se desquitaron. Llegaron a cuartos de final, su cruce maldito, invictas, superando a Serbia y Dinamarca –a la postre medallistas del torneo– en la liguilla y barriendo a Holanda en octavos. En cuartos, una pujante Hungría, que venía de apabullar a España, forzó la prórroga, pero los 10 goles de Alexandra Nascimento obraron la hazaña para las de Soubak. En semifinales, una bisoña Dinamarca volvió a sucumbir al talento de la extremo zurda y perdía por 27-21. Brasil llegaba a su primera final y se las vería con la anfitriona Serbia. Las sudamericanas se adelantarían 16-11, pero las balcánicas, pese a que su estrella, Andrea Lekic, jugaba lesionada, empataban el partido a 20. Los fantasmas volvían a asomar para As Meninas, que llegaban más lejos que nunca, pero se veían con la horrible sensación de que su historia de fatalidad se repetía. Pero no. Ana Paula Rodrigues decidiría con dos goles en el último minuto, y Arenhart haría el resto. Prueba superada y fantasmas aniquilados. Eduarda Duda Amorim, arrasando con su fama de talentosa que se hunde bajo presión, se llevaba el trofeo a la Jugadora Más Valiosa del torneo.

Y todo ello sin música de «Eye of the Tiger». La épica y la superación en el mundo del deporte son temas recurrentes, pero que a veces se dan. Un conjunto talentoso puede marchitarse sin probar ninguna miel del triunfo, mientras que otros sí superan sus propias barreras. He ahí la lección que el seleccionado masculino de baloncesto de Brasil tiene que sacarse en vísperas del Mundial de España 2014. En un torneo con multitud de ausencias, el combinado que lleva el argentino Rubén Magnano destaca por «ir con todo». Sus estrellas europeas y de la NBA, sus jugadores referencia en Brasil y fuera de Brasil, no falta nadie, siendo este el mismo bloque de los últimos Mundiales y Juegos Olímpicos, el mismo que ha convertido a Brasil en un outsider que amenaza con asaltar el podio, pero que siempre se queda a las puertas. ¿Valdrá el ejemplo de As Meninas para romper su barrera de cristal?

Nunca hay que rendirse, pese a las malas experiencias. Y aunque cada deporte sea un mundo, no se olviden de As Meninas de balonmano, capaces de pasar del llanto de desesperación al de la alegría cuando lograron ser Campeonas del Mundo.

DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014



por ARNAITZ GORRIT" data-page-subject="true" />
 
 
Inicio » Noticias de BALONCESTO INTERNACIONAL
Copa del Mundo 2014: No se olviden de 'As Meninas', por Arnaitz Gorriti
BasketMe  | 29.08.2014 - 18:40h.
Imprimir esta noticia |  0 comentarios |  [ Comentar la noticia ]
Las palabras Brasil, deporte y Campeonato del Mundo asoman mancilladas tras el recuerdo de las imágenes del fútbol y, más en concreto, el Mineirazo que le endosaba Alemania en las semifinales, un 1-7 que dolió en lo más hondo del corazón del subcontinente sudamericano. Si el deporte referencial por antonomasia del país del Ordem e Progresso vivía una humillación de semejante calibre –con la puntilla del 0-3 encajado en la final de consolación frente a Holanda– qué clase de ilusión generará el campeonato del Mundo de Baloncesto que se celebrará en España del 30 de agosto al 14 de septiembre. Sólo el carácter y el talento del seleccionado brasileño sabe hasta dónde es capaz de llegar.

DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014

Pero hay que ser honestos. El combinado que dirige Rubén Magnano tiene la difícil papeleta de hacer que la afición de la verde amarela alce la cabeza, enjuague sus lágrimas y vuelva a sonreír. La torcida se vio defraudada por sus héroes de su deporte rey, en su propio terreno y su casa, y el llanto desesperado de la afición precisa una satisfacción, por mucho que el deporte sólo sea deporte. Brasil, como buena nación emergente, muestra orgullosa sus virtudes y su pujanza, quizá por eso, volver a verse con los pies de barro predispone a la melancolía y al escepticismo, algo que la selección de baloncesto deberá solucionar.

En tal caso, buscar el ejemplo de la solución en el balonmano femenino parece una locura, pero bien mirado no lo es. As Meninas, apodo del combinado brasileño femenino de balonmano, es el ejemplo más vivo de capacidad de levantarse de los golpes más duros y campear sobre todos. Las brasileñas, dirigidas por el danés Morten Soubak, se proclamaban campeonas del mundo en la última edición, celebrada en Serbia en diciembre de 2013, superando en la finalísima al conjunto local por 22-20. ¿Qué tiene esto que ver con la selección masculina de basket o el deporte en general del gigante sudamericano? Que su éxito llegaba tras un proceso de maduración obtenido a golpes. Un conjunto talentoso, con multitud de jugadoras viviendo la experiencia europea –en el Hypo de Austria, principalmente–, con estrellas a nivel internacional como la portera Barbara Arenhart, la lateral Deonise Cavaleiro, la central Ana Paula Rodrigues y, sobre todo, la extremo zurda Alexandra Nascimento, tropezaba en el peor momento en el Mundial de 2011 y los Juegos Olímpicos de 2012, fruto de los nervios y la inmadurez.

En el Mundial de Brasil, en 2011, As Meninas conquistaban un amargo quinto lugar tras verse apeadas frente a España en cuartos, por culpa de un gol a la contra de la guerrera Eli Pinedo, fruto de una pérdida absurda en el último minuto, una jugada que establecía el 26-27 definitivo que acallaba el Ginásio Estadual Geraldo José de Almeida en Ibirapuera, Sao Paulo, jalonada además por una durísima falta de Ana Paula Rodrigues sobre Eli Pinedo, que reaccionaba encarándose con la central brasileña, que además terminaría siendo expulsada del partido. La portera Arenhart y la pasional extremo Fernanda Da Silva lloraban desconsoladas al final de un encuentro que dejaba a la selección local lejos de la lucha por las medallas.
Un año después, la eliminación en el cruce de cuartos de la selección femenina de Brasil en los Juegos Olímpicos de Londres resultaría aún más dolorosa. Cayeron por 19-21 frente a Noruega, todopoderosa selección que acabaría colgándose el oro olímpico. No obstante, mediado el segundo tiempo, As Meninas campeaban por 15-9, sustentadas en una formidable actuación de su guardameta Chana Masson y la eléctrica velocidad de Alexandra Nascimento. Pero Noruega apretó atrás, la portera Grimsbo se hizo enorme, y en ataque la extremo Linn-Kristin Riegelhuth Koren dinamitó el cruce. Las lágrimas volvían a brotar en los ojos brasileños, y Morten Soubak, impotente, acusaba a Noruega de haberse dejado perder en la última jornada de la liguilla de primera fase para disponer de «un rival más sencillo» –la alternativa hubiera sido Croacia, equipo que también caía en cuartos– en el cruce, lanzándose piedras sobre su tejado de forma involuntaria.

En aquellos cruces se pudo ver cómo jugadoras del talento como las laterales Eduarda Amorim o Deonise Cavaleiro, lanzadoras de enorme potencial y recursos que abren espacios para la peligrosa segunda línea, se «arrugaban» en los momentos de máxima tensión, Ana Paula Rodrigues no siempre tomaba buenas decisiones y el propio Morten Soubak se veía incapaz de encauzar la ansiedad de sus chicas con marcadores apretados en partidos de vida o muerte. Pero As Meninas se conjuraban para voltear su sino, y en 2013 se desquitaron. Llegaron a cuartos de final, su cruce maldito, invictas, superando a Serbia y Dinamarca –a la postre medallistas del torneo– en la liguilla y barriendo a Holanda en octavos. En cuartos, una pujante Hungría, que venía de apabullar a España, forzó la prórroga, pero los 10 goles de Alexandra Nascimento obraron la hazaña para las de Soubak. En semifinales, una bisoña Dinamarca volvió a sucumbir al talento de la extremo zurda y perdía por 27-21. Brasil llegaba a su primera final y se las vería con la anfitriona Serbia. Las sudamericanas se adelantarían 16-11, pero las balcánicas, pese a que su estrella, Andrea Lekic, jugaba lesionada, empataban el partido a 20. Los fantasmas volvían a asomar para As Meninas, que llegaban más lejos que nunca, pero se veían con la horrible sensación de que su historia de fatalidad se repetía. Pero no. Ana Paula Rodrigues decidiría con dos goles en el último minuto, y Arenhart haría el resto. Prueba superada y fantasmas aniquilados. Eduarda Duda Amorim, arrasando con su fama de talentosa que se hunde bajo presión, se llevaba el trofeo a la Jugadora Más Valiosa del torneo.

Y todo ello sin música de «Eye of the Tiger». La épica y la superación en el mundo del deporte son temas recurrentes, pero que a veces se dan. Un conjunto talentoso puede marchitarse sin probar ninguna miel del triunfo, mientras que otros sí superan sus propias barreras. He ahí la lección que el seleccionado masculino de baloncesto de Brasil tiene que sacarse en vísperas del Mundial de España 2014. En un torneo con multitud de ausencias, el combinado que lleva el argentino Rubén Magnano destaca por «ir con todo». Sus estrellas europeas y de la NBA, sus jugadores referencia en Brasil y fuera de Brasil, no falta nadie, siendo este el mismo bloque de los últimos Mundiales y Juegos Olímpicos, el mismo que ha convertido a Brasil en un outsider que amenaza con asaltar el podio, pero que siempre se queda a las puertas. ¿Valdrá el ejemplo de As Meninas para romper su barrera de cristal?

Nunca hay que rendirse, pese a las malas experiencias. Y aunque cada deporte sea un mundo, no se olviden de As Meninas de balonmano, capaces de pasar del llanto de desesperación al de la alegría cuando lograron ser Campeonas del Mundo.

DESCARGA GRATIS LA GUÍA BASKETME COPA DEL MUNDO 2014



por ARNAITZ GORRITI




Compartir en Facebook la noticia    Twittear la noticia


Noticia publicada por BasketMe

BasketMe

0 comentarios
Danos tu opinión
Danos tu opinión
Nick:


Comentario:


Código de seguridad: 5463

Por favor, necesitamos que reescribas el código de seguridad para asegurarnos que no se trata de un robot: