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Para mí, España es el primer favorito del torneo, no sólo por jugar en casa aunque el factor público tendrá importante peso. Es el favorito por la calidad de sus jugadores, por una buena mezcla de juventud y experiencia y con un relevo de generación garantizado, porque Ricky Rubio, Sergio Llull, Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Víctor Claver y Álex Abrines tienen por delante muchos años de baloncesto de calidad.

El hipotético oro de España puede ser también la corona brillante de una gran gestión de la Federación española en el siglo XXI. Trabajo, visión, paciencia, estabilidad económica, técnicos, buen trato en medios de comunicación y sobre todo el talento de chicos y chicas en toda España son fruto del gran trabajo de la Federación. España ya fue campeona del mundo en Japón 2006, pero un triunfo en casa tendría un sabor especial, sobre todo si los líderes de esta brillante generación deciden retirarse. Si siguen hasta Río 2016, ganará España y ganará el baloncesto mundial.

Los pronósticos son siempre una cosa muy arriesgada. Los partidos de preparación son una cosa y la competición otra, sobre todo a partir de octavos cuando nadie tiene ya margen de error. Estados Unidos se presenta con un equipo muy fuerte pero, según mi modesta opinión, batible. España tiene más posibilidades de cumplir las previsiones y una final Estados Unidos-España ya “prevista” por el sistema de competición, puede ser gran culminación de un gran evento.

Pese a la presencia de más de 50 actuales o ex-jugadores de la NBA, el Mundial es de alguna manera también el “campeonato de los ausentes”. Faltarán muchas estrellas: por lesiones, propia voluntad (Tony Parker), o voluntad de sus clubes (San Antonio-Ginobili). Pero, como siempre, la ausencia de unos será aprovechada por otros, jóvenes ambiciosos con talento. Habrá, como siempre, buenos partidos, nuevos talentos, sorpresas e inesperados héroes.

Mis recuerdos comienzan en el año 1963 con el Mundial de Rio. No hubo televisión, pero en la prensa nos enteramos de muchos detalles, sobre todo de la gran victoria de Yugoslavia ante la URSS con 32 puntos del forward Nemanja Djuric. Era la primera medalla, de plata, para una Yugoslavia que repetiría cuatro años más tarde en Montevideo, mientras que el primer oro llegaba en Ljubljana 1970, con un equipo de 7 jugadores con 21-22 años.

La historia de los Mundiales puede dividirse en dos partes: hasta 1994 y después. En aquella edición de Toronto, Estados Unidos, que dos años antes en los Juegos Olímpicos de Barcelona estrenaba su famoso “Dream Team”, finalmente mandó a un Mundial un equipo potente (Dominique Willkins, Shaquille O'Neal, Shawn Kemp…), con muchas estrellas de la NBA. Cuatro años antes en Buenos Aires aún representaban a la selección los talentos destacados de la NCAA, y más tarde futuras estrellas también, como Alonzo Mourning, Bill Owens, Kenny Anderson…).

Salvo en Atenas 1998, cuando por el lockout de la NBA Estados Unidos mandaba un equipo “de emergencia” con algunos “voluntarios” que jugaban en Europa (Wendell Alexis, David Wood) o jóvenes talentos (Trajan Langdon), USA siempre ha llegado a los Mundiales con grandes equipos. En Estambul 2010, con Kevin Durant a la cabeza, los americanos ganaron oro que ahora tienen que defender, pero sin estrellas de talla del propio Durant o LeBron James.

Aparte de España y Estados Unidos, no veo claro que alguien pueda entrar en la batalla por los dos primeros puestos. Lituania, con sus talentos de siempre, ha ganado 10 partidos de preparación, pero tiene que hacer lo mismo en el Mundial. Francia tiene muchas bajas, demasiadas para mantener el sueño de subir al podio; Brasil llega con 5 jugadores NBA, Serbia tiene nuevo seleccionador, Sasha Djordjevic, y viejas esperanzas para volver en lucha por medallas. El que era un gran atacante ahora es, como seleccionador, un gran amante de la fuerte defensa.

Argentina, como España, tiene algunos grandes jugadores que, probablemente, jugarán su última gran competición tras servir a su país durante más de 10 años. Fui testigo del “nacimiento” de la gran Argentina en el Mundial de Atenas 1998 con un jovencísimo Manu Ginobili, de la trágica pérdida de la final en Indianápolis 2002 ante Yugoslavia y de su momento de gloria en la Olimpiada de Atenas 2004. Pero Scola, Prigioni o Nocioni no son eternos… y también huele a sabor de adiós.

Turquía, como Serbia, llega con un equipo bastante renovado y puede hacer un buen campeonato; Ucrania tendrá todas las simpatías del mundo por la terrible guerra civil que vive en una parte de su territorio; Finlandia debe justificar la wildcard de FIBA, al igual que Grecia. Eslovenia y Croacia intentarán confirmar su middle class con algunos jugadores de gran talento como Goran Dragic, Bojan Bogdanovic o Dario Saric... y el mismo potencial. Los demás, como mínimo, deben confirmar un cierto progreso de su baloncesto.

El sorteo no repartió bien el potencial de los equipos, con mucha más calidad concentrada en los grupos A y B, mientras que el camino hacia octavos parece más fácil para los integrantes del C y el D. Pero es así, y ya no se puede cambiar nada.

Con todo el riesgo de equivocarme, mi pronóstico global es:

FAVORITOS: España, Estados Unidos

SÓLIDOS: Brasil, Lituania, Serbia, Turquía, Francia, Croacia, Grecia

REGULARES: Argentina, Eslovenia, Ucrania, Puerto Rico, Australia

SORPRESAS: Irán, México, Finlandia, Angola

PARTICIPANTES: Egipto, Senegal, Filipinas, República Dominicana, Nueva Zelanda, Corea del Sur.

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Para mí, España es el primer favorito del torneo, no sólo por jugar en casa aunque el factor público tendrá importante peso. Es el favorito por la calidad de sus jugadores, por una buena mezcla de juventud y experiencia y con un relevo de generación garantizado, porque Ricky Rubio, Sergio Llull, Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Víctor Claver y Álex Abrines tienen por delante muchos años de baloncesto de calidad.

El hipotético oro de España puede ser también la corona brillante de una gran gestión de la Federación española en el siglo XXI. Trabajo, visión, paciencia, estabilidad económica, técnicos, buen trato en medios de comunicación y sobre todo el talento de chicos y chicas en toda España son fruto del gran trabajo de la Federación. España ya fue campeona del mundo en Japón 2006, pero un triunfo en casa tendría un sabor especial, sobre todo si los líderes de esta brillante generación deciden retirarse. Si siguen hasta Río 2016, ganará España y ganará el baloncesto mundial.

Los pronósticos son siempre una cosa muy arriesgada. Los partidos de preparación son una cosa y la competición otra, sobre todo a partir de octavos cuando nadie tiene ya margen de error. Estados Unidos se presenta con un equipo muy fuerte pero, según mi modesta opinión, batible. España tiene más posibilidades de cumplir las previsiones y una final Estados Unidos-España ya “prevista” por el sistema de competición, puede ser gran culminación de un gran evento.

Pese a la presencia de más de 50 actuales o ex-jugadores de la NBA, el Mundial es de alguna manera también el “campeonato de los ausentes”. Faltarán muchas estrellas: por lesiones, propia voluntad (Tony Parker), o voluntad de sus clubes (San Antonio-Ginobili). Pero, como siempre, la ausencia de unos será aprovechada por otros, jóvenes ambiciosos con talento. Habrá, como siempre, buenos partidos, nuevos talentos, sorpresas e inesperados héroes.

Mis recuerdos comienzan en el año 1963 con el Mundial de Rio. No hubo televisión, pero en la prensa nos enteramos de muchos detalles, sobre todo de la gran victoria de Yugoslavia ante la URSS con 32 puntos del forward Nemanja Djuric. Era la primera medalla, de plata, para una Yugoslavia que repetiría cuatro años más tarde en Montevideo, mientras que el primer oro llegaba en Ljubljana 1970, con un equipo de 7 jugadores con 21-22 años.

La historia de los Mundiales puede dividirse en dos partes: hasta 1994 y después. En aquella edición de Toronto, Estados Unidos, que dos años antes en los Juegos Olímpicos de Barcelona estrenaba su famoso “Dream Team”, finalmente mandó a un Mundial un equipo potente (Dominique Willkins, Shaquille O'Neal, Shawn Kemp…), con muchas estrellas de la NBA. Cuatro años antes en Buenos Aires aún representaban a la selección los talentos destacados de la NCAA, y más tarde futuras estrellas también, como Alonzo Mourning, Bill Owens, Kenny Anderson…).

Salvo en Atenas 1998, cuando por el lockout de la NBA Estados Unidos mandaba un equipo “de emergencia” con algunos “voluntarios” que jugaban en Europa (Wendell Alexis, David Wood) o jóvenes talentos (Trajan Langdon), USA siempre ha llegado a los Mundiales con grandes equipos. En Estambul 2010, con Kevin Durant a la cabeza, los americanos ganaron oro que ahora tienen que defender, pero sin estrellas de talla del propio Durant o LeBron James.

Aparte de España y Estados Unidos, no veo claro que alguien pueda entrar en la batalla por los dos primeros puestos. Lituania, con sus talentos de siempre, ha ganado 10 partidos de preparación, pero tiene que hacer lo mismo en el Mundial. Francia tiene muchas bajas, demasiadas para mantener el sueño de subir al podio; Brasil llega con 5 jugadores NBA, Serbia tiene nuevo seleccionador, Sasha Djordjevic, y viejas esperanzas para volver en lucha por medallas. El que era un gran atacante ahora es, como seleccionador, un gran amante de la fuerte defensa.

Argentina, como España, tiene algunos grandes jugadores que, probablemente, jugarán su última gran competición tras servir a su país durante más de 10 años. Fui testigo del “nacimiento” de la gran Argentina en el Mundial de Atenas 1998 con un jovencísimo Manu Ginobili, de la trágica pérdida de la final en Indianápolis 2002 ante Yugoslavia y de su momento de gloria en la Olimpiada de Atenas 2004. Pero Scola, Prigioni o Nocioni no son eternos… y también huele a sabor de adiós.

Turquía, como Serbia, llega con un equipo bastante renovado y puede hacer un buen campeonato; Ucrania tendrá todas las simpatías del mundo por la terrible guerra civil que vive en una parte de su territorio; Finlandia debe justificar la wildcard de FIBA, al igual que Grecia. Eslovenia y Croacia intentarán confirmar su middle class con algunos jugadores de gran talento como Goran Dragic, Bojan Bogdanovic o Dario Saric... y el mismo potencial. Los demás, como mínimo, deben confirmar un cierto progreso de su baloncesto.

El sorteo no repartió bien el potencial de los equipos, con mucha más calidad concentrada en los grupos A y B, mientras que el camino hacia octavos parece más fácil para los integrantes del C y el D. Pero es así, y ya no se puede cambiar nada.

Con todo el riesgo de equivocarme, mi pronóstico global es:

FAVORITOS: España, Estados Unidos

SÓLIDOS: Brasil, Lituania, Serbia, Turquía, Francia, Croacia, Grecia

REGULARES: Argentina, Eslovenia, Ucrania, Puerto Rico, Australia

SORPRESAS: Irán, México, Finlandia, Angola

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Copa del Mundo 2014: Sabor de adiós, por Vladimir Stankovic
BasketMe  | 29.08.2014 - 18:54h.
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No sé si Pau Gasol, Felipe Reyes y Juan Carlos Navarro, tres juniors de oro de Lisboa 1999, seguirán jugando con la selección española después del Mundial en casa, pero si piensan dejar de vestir la camiseta nacional no han podido elegir el mejor momento. Justo 15 años después de su entrada, por la puerta grande, en la escena mundial del baloncesto tienen la oportunidad de despedirse de los colores nacionales en casa, con otra medalla que incluso puede ser de oro.

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Para mí, España es el primer favorito del torneo, no sólo por jugar en casa aunque el factor público tendrá importante peso. Es el favorito por la calidad de sus jugadores, por una buena mezcla de juventud y experiencia y con un relevo de generación garantizado, porque Ricky Rubio, Sergio Llull, Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Víctor Claver y Álex Abrines tienen por delante muchos años de baloncesto de calidad.

El hipotético oro de España puede ser también la corona brillante de una gran gestión de la Federación española en el siglo XXI. Trabajo, visión, paciencia, estabilidad económica, técnicos, buen trato en medios de comunicación y sobre todo el talento de chicos y chicas en toda España son fruto del gran trabajo de la Federación. España ya fue campeona del mundo en Japón 2006, pero un triunfo en casa tendría un sabor especial, sobre todo si los líderes de esta brillante generación deciden retirarse. Si siguen hasta Río 2016, ganará España y ganará el baloncesto mundial.

Los pronósticos son siempre una cosa muy arriesgada. Los partidos de preparación son una cosa y la competición otra, sobre todo a partir de octavos cuando nadie tiene ya margen de error. Estados Unidos se presenta con un equipo muy fuerte pero, según mi modesta opinión, batible. España tiene más posibilidades de cumplir las previsiones y una final Estados Unidos-España ya “prevista” por el sistema de competición, puede ser gran culminación de un gran evento.

Pese a la presencia de más de 50 actuales o ex-jugadores de la NBA, el Mundial es de alguna manera también el “campeonato de los ausentes”. Faltarán muchas estrellas: por lesiones, propia voluntad (Tony Parker), o voluntad de sus clubes (San Antonio-Ginobili). Pero, como siempre, la ausencia de unos será aprovechada por otros, jóvenes ambiciosos con talento. Habrá, como siempre, buenos partidos, nuevos talentos, sorpresas e inesperados héroes.

Mis recuerdos comienzan en el año 1963 con el Mundial de Rio. No hubo televisión, pero en la prensa nos enteramos de muchos detalles, sobre todo de la gran victoria de Yugoslavia ante la URSS con 32 puntos del forward Nemanja Djuric. Era la primera medalla, de plata, para una Yugoslavia que repetiría cuatro años más tarde en Montevideo, mientras que el primer oro llegaba en Ljubljana 1970, con un equipo de 7 jugadores con 21-22 años.

La historia de los Mundiales puede dividirse en dos partes: hasta 1994 y después. En aquella edición de Toronto, Estados Unidos, que dos años antes en los Juegos Olímpicos de Barcelona estrenaba su famoso “Dream Team”, finalmente mandó a un Mundial un equipo potente (Dominique Willkins, Shaquille O'Neal, Shawn Kemp…), con muchas estrellas de la NBA. Cuatro años antes en Buenos Aires aún representaban a la selección los talentos destacados de la NCAA, y más tarde futuras estrellas también, como Alonzo Mourning, Bill Owens, Kenny Anderson…).

Salvo en Atenas 1998, cuando por el lockout de la NBA Estados Unidos mandaba un equipo “de emergencia” con algunos “voluntarios” que jugaban en Europa (Wendell Alexis, David Wood) o jóvenes talentos (Trajan Langdon), USA siempre ha llegado a los Mundiales con grandes equipos. En Estambul 2010, con Kevin Durant a la cabeza, los americanos ganaron oro que ahora tienen que defender, pero sin estrellas de talla del propio Durant o LeBron James.

Aparte de España y Estados Unidos, no veo claro que alguien pueda entrar en la batalla por los dos primeros puestos. Lituania, con sus talentos de siempre, ha ganado 10 partidos de preparación, pero tiene que hacer lo mismo en el Mundial. Francia tiene muchas bajas, demasiadas para mantener el sueño de subir al podio; Brasil llega con 5 jugadores NBA, Serbia tiene nuevo seleccionador, Sasha Djordjevic, y viejas esperanzas para volver en lucha por medallas. El que era un gran atacante ahora es, como seleccionador, un gran amante de la fuerte defensa.

Argentina, como España, tiene algunos grandes jugadores que, probablemente, jugarán su última gran competición tras servir a su país durante más de 10 años. Fui testigo del “nacimiento” de la gran Argentina en el Mundial de Atenas 1998 con un jovencísimo Manu Ginobili, de la trágica pérdida de la final en Indianápolis 2002 ante Yugoslavia y de su momento de gloria en la Olimpiada de Atenas 2004. Pero Scola, Prigioni o Nocioni no son eternos… y también huele a sabor de adiós.

Turquía, como Serbia, llega con un equipo bastante renovado y puede hacer un buen campeonato; Ucrania tendrá todas las simpatías del mundo por la terrible guerra civil que vive en una parte de su territorio; Finlandia debe justificar la wildcard de FIBA, al igual que Grecia. Eslovenia y Croacia intentarán confirmar su middle class con algunos jugadores de gran talento como Goran Dragic, Bojan Bogdanovic o Dario Saric... y el mismo potencial. Los demás, como mínimo, deben confirmar un cierto progreso de su baloncesto.

El sorteo no repartió bien el potencial de los equipos, con mucha más calidad concentrada en los grupos A y B, mientras que el camino hacia octavos parece más fácil para los integrantes del C y el D. Pero es así, y ya no se puede cambiar nada.

Con todo el riesgo de equivocarme, mi pronóstico global es:

FAVORITOS: España, Estados Unidos

SÓLIDOS: Brasil, Lituania, Serbia, Turquía, Francia, Croacia, Grecia

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