La internacional murciana, flamante subcampeona del mundo, dice que «mola mucho estar en un pabellón lleno hasta la bandera»

Laura Gil Collado ha tocado techo con la medalla de plata que se ha colgado en el Mundial de Turquía. La jugadora murciana colecciona medallas. Antes de la gesta lograda el pasado domingo obtuvo dos medallas de plata en Mundiales de categorías inferiores y otras tres platas más y cuatro oros en Europeos. Lleva dos años tocando el cielo. Desde que en 2007 entró en la selección sub 16 no ha pasado un verano sin que se haya subido a un podio.

El lunes llegó a Madrid junto a sus compañeras y ayer se incorporó a su club. No ha podido pasar por Murcia, pero ha tenido cerca a sus padres estos días. Los veía en la grada viendo los partidos de España. Al final, tras una temporada en blanco por una grave lesión en la rodilla, todo su esfuerzo le ha merecido la pena.

- ¿La plata de Turquía sabe a oro?
- Por supuesto que sabe a oro.

- ¿Cómo se siente una subcampeona del mundo?
- Muy bien. Aún haciéndome a la idea de lo que hicimos y conseguimos.

- Antes de viajar a Turquía la selección pasó por Murcia para la preparación. Su ciudad natal parece ser talismán.
- Es fantástico y yo estoy encantada. Hace dos años fue Águilas y logramos el oro en el Campeonato de Europa. Ahora ha sido Murcia y conseguimos la plata en el Mundial. Nos tratan muy bien y espero que se repita más a menudo.

- ¿Qué tal el campeonato de Turquía?
-Una pasada. Hemos jugado en equipo y ha habido partidos en los que todas tuvimos minutos de juego. Disfrutamos e hicimos disfrutar a la gente, así que muy positivo.

- ¿Fue tan fácil acceder a las semifinales como se vio por televisión?
-Si hay que pasarlo mal en algún partido es mejor que sea a partir de las semifinales. El juego que hacemos desde el año pasado es un juego que a los rivales les cuesta contrarrestar, ya que no pueden seguir nuestro ritmo. Robar y correr.

- ¿Cuál fue la filosofía de la selección en Turquía?
-Hemos ido partido a partido sin pensar en el siguiente rival. Es cierto que en los primeros cuartos los rivales nos aguantaban, pero en el segundo rompíamos los partidos y seguíamos disfrutando. Es cierto que contra Turquía en las 'semis', y jugando en su casa con un pabellón lleno y los árbitros presionados por el público, no fue fácil, pero al final conseguimos romper el partido en el último cuarto para terminar tranquilas el partido.

- ¿El juego de la selección es muy físico y por eso pudisteis jugar todas?
- Sí. No somos ni las más altas ni las más fuertes, pero nadie nos gana a echar lo que hay que ponerle en la pista. Es imposible llevar el ritmo si no hay rotaciones y descansos, lo cual favorece que juguemos todas o casi todas.

- ¿Les perjudicó que España sea una de las selecciones más bajitas?
- No solo hacen falta centímetros para jugar al baloncesto. Hay que saber jugar y entender el juego.

- ¿Se acostumbra una a jugar en un pabellón lleno hasta la bandera y con una afición hostil?
- La verdad es que mola mucho. Además, nos pitaban cada vez que atacábamos y eso nos motivaba aún más. Si te preocupas por lo que te dicen, apaga y vámonos.

- ¿Cómo se planteó el partido ante EE UU sabiendo que era casi imposible ganar?
- Como uno más. Sabíamos que teníamos que jugar al cien por cien y que ellas no lo hicieran. Confiamos en poder hacer un buen papel y eso pasaba por defender. Fallamos un poco y nos ganaron, pero cuando fuimos capaces de desplegar nuestro juego, sí que logramos ponerlas en dificultades.

-¿Cuando una ve a EE UU y Australia en un campeonato, lo primero que hace es rezar para no encontrárselas hasta la final?
- Tuvimos mucha suerte porque no nos las podíamos encontrar hasta la final. Pero este año, y conforme estábamos, nos daba igual quien se hubiese puesto delante.

-Pero antes del Mundial, el año habrá sido duro con la recuperación de la grave lesión de rodilla que sufrió en la temporada pasada.
-Ha sido muy dura la preparación, pero sobre todo era la preocupación porque la rodilla quedase bien. Llegar al Mundial era una motivación y no una presión. Al final, todo el esfuerzo del año ha valido la pena.