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Perfumeras Viajeras. Hoy, Kursk (I)
Perfumerías Avenida  | 09.12.2015 - 10:16h.
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¡Qué difícil es contar hoy este viaje! ¿Por dónde empezar? ¿Qué destacar?, ¿qué dejar fuera? Lo mejor, el final. Estamos en Kursk, ciudad nunca visitada y, que quieren que les diga, si podemos no volver, mejor. Estar, y a tiempo, ya es un milagro. Todo se ve con otra perspectiva después de un viaje de este tipo, casi 24 horas, cruzando Rusia por tierra y aire... ¡No somos nadie!, frase recurrente en velatorios pero muy apropiada, ¡qué suerte tenemos de vivir en Salamanca! Toca hablar de trenes rusos, de Moscú, de guías hispanoparlantes... De tantas cosas... Hoy, en Perfumerias Viajeras, Kursk (I)..

La sensación de alivio al llegar ayer (u hoy, que no sabemos ni en qué día vivimos) a Kursk es directamente proporcional al agobio que sentíamos a las 6 de la mañana de un lunes festivo cuando salíamos de Salamanca. ¿Llegaremos? y, lo más importante, ¿cuándo? Veíamos mensajes de nuestra ex jugadora Angel Robinson hablando de retrasos en aviones de hasta nueve horas... De corbata los teníamos, mira que si nos toca hacer noche en una estación de tren rusa esperando para el siguiente viaje a Kursk... Mejor no pensarlo. A esa temprana hora de un día festivo, con gente volviendo de "jarana" por las calles, salíamos al más temido de los destinos, a un lugar novedoso para Avenida. Tras un cómodo viaje a Madrid, sin atascos al ser vacaciones, esperaba nuestro vuelo de una compañía rusa hacia Moscú, primera parada del viaje. La primera buena noticia, todo va en hora. Vamos bien.Un vuelo de cinco horas, con asientos no muy amplios y no demasiado "blanditos", vamos, no muy buenos para aquello de recuperar sueño. Unos trabajan, otras duermen, el vuelo avanza, ante la incapacidad de las azafatas rusas de poner cubiertos para la comida. Hora de aterrizar y ¡sin nieve! en Moscú. Eso no quita para que el piloto de nuestro avión (cuya licencia desconocemos su procedencia como bien se encargaba en señalar Juanjo) realizase una serie de maniobras llamémoslas "antiestáticas" para tomar tierra. El aparato se movía como con hiperactividad incontrolada y más de un susto y un "ay" exclamamos. No pasa nada, llegamos a Moscú. Primera etapa completada. Seguimos bien.Otro de los puntos "calientes" era el control de pasaportes donde, llámennos perspicaces, intuíamos problemas con nuestra jugadora jamaicana. Premio. El señor agente dice que V no se parece a la de su pasaporte. Claro, hemos traido un pasaporte falso con visado falso para jugar en Kursk, que es nuestro sueño... Chico espabilado. Tras mil posiciones, retirarse el pelo y cambiar de perfil, el señor agente conviene finalmente con ayuda de un colega que sí, que V es V y que puede pasar, muy inteligente el amigo. Corremos, recogemos maletas por miedo al temido tráfico porque debemos cruzar todo Moscú para llegar a la estación de tren.Nos espera Anastasia, guía hispanoparlante que nos da la primera noticia de tranquilidad, "hay atasco pero llegaremos con mucho tiempo", alivio. Nos montamos en un bus y, efectivamente, el atasco aparece pronto pero pronto, relativamente, es también superado. Callejeamos por Moscú, momento que aprovecha Anastasia para "venirse arriba" y soltarnos una perorata de guía tradicional sobre la historia de su ciudad. Un tostón soberano para gente que no estaba muy "católica" para historias, pero bueno, al menos sabemos que las colas para ver el mausoleo de Lenin y la del primer McDonalds de Moscú se llegaban a unir llamándose McLenin, si levantara la cabeza el amigo... Llegamos hasta dos horas antes a la estación. Seguimos muy bien.Tiempo para cenar algo, intentando entendernos en inglés con unas camareras que, enterarse, no se enteraban de nada, pero sonreir, mucho (es de suponer que nos estaban poniendo verdes en ruso a nuestras espaldas) Y llegó el momento esperado, pasajeros al tren. La sensación de subir unas oscuras y angostas escaleras para llegar al andén, de la lluvia gélida cayendo sobre nuestros rostros mirando de reojo los compartimentos de un tren propio de la era soviética, con camas destartaladas y lleno de gente es difícil de describir con palabras. "Dónde nos hemos metido sería el mejor resumen". Sorprendentemente, el vagón de primera clase se abrió para nosotros cual paraiso. Compartimentos dobles, cama, comida a bordo... Alivio de nuevo. Mientras Kris hacía de intérprete, el resto de la expedición se tomaba a "chufla" el viaje porque, otra cosa no, pero a humor no nos gana nadie. Nos esperaban siete horas de risas primero e intentos de dormir después (cuando el traquetreo incesante lo permitía) para llegar a Kursk. Ya estamos, bien.5 y pico de la mañana, veintitantas horas después llegamos al destino de la ciudad rusa. Nos esperan tres trabajadores del club... Y nadie más. Gabi y Kris bromean ante lo desértico de la imagen con que no nos separemos por si no nos encontramos. El camino hacia el hotel, dantesco. Una ciudad con casas medio derruidas, carreteras sin asfaltar y menos luz que en el "túnel del terror", pero al menos hemos llegado. Es hora de dormir. No se crean que el panorama desde la ventana es mucho más alentador por la mañana. Esto es la Euroliga. 





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