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El contraataque (Jornada 4): ¿Un Mundial de dos?, por Iker Sagasti
Iker Sagasti  | 04.09.2014 - 10:52h.
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Resulta muy sencillo caer en el triunfalismo precoz y pensar que la final de este Mundial está decidida antes incluso de que comenzara. Pensar, como señalan todas las apuestas, que Estados Unidos y España están a años luz del resto. A falta de una jornada para cerrar la primera fase esa sensación incluso se ha reforzado, pero no hay que olvidar que este fin de semana llegan los cruces y la dificultad sube.

La primera ronda ha dejado a dos equipos por encima de todos los demás. Es la realidad. España y Estados Unidos, Estados Unidos y España son las dos únicas selecciones que están aplastando a todos sus rivales y llegan a los cruces ofreciendo una sensación de solidez y superioridad que ninguna otra ha conseguido. Esto, unido a la costumbre triunfalista española, nos hace vernos ya con la medalla colgada del cuello y pensando que el oro nos lo jugaremos con los NBA. Además, después de los problemas en los que les metió Turquía hace un par de días, casi estamos ya levantando la Copa.

No digo que la selección española no esté ofreciendo una impresión más que convincente. No. Veo al equipo y no sólo me convence, sino que me enamora, me impresiona, incluso por momentos me alucina su baloncesto. A pesar de alguna cosa rara en las rotaciones de Orenga y a cierta irregularidad mostrada contra Francia -que ni por esas consiguió inquietar en lo que al resultado se refiere-, la selección española es una maravilla baloncestísticamente hablando y también competitivamente. Huelga decir que el juego interior, especialmente Pau Gasol, está dominando, rigiendo en las zonas; que Navarro va dejando píldoras de aviso de que llega como debe para noches decisivas y, sobre todo, que el mejor Ricky Rubio que recuerdo en la selección desde los Juegos de Pekín está ofreciendo un salto de calidad muy importante al combinado español. Eso y, repito, un Pau hambriento y motivado, vestido de MVP.

Con Estados Unidos sucede algo parecido, Anthony Davis y Kenneth Faried se han revelado como una pareja interior garante y poderosa, más dominante de lo que incluso se pensaba en un principio. Y la batería de talentos exteriores, liderada por Irving y Harden, les hace estar pero que muy bien rodeados.

Ambos equipos se muestran varios peldaños por encima del resto y son la apuesta segura a finalistas de prácticamente cualquiera. La mía desde luego lo es. Pero a lo que voy es a que todavía queda mucho por jugar y que tampoco se va a tratar de un camino de rosas en el que suene una marcha triunfal. Los cruces de un Mundial son algo muy distinto.

También es cierto que mirando a los rivales ninguno ha acabado de convencer. Si acaso Grecia es la que mejores sensaciones ofrece entre los favoritos: tiene armas, un buen entrenador y un carácter competitivo inherente a esa selección. El talento de Eslovenia parece algún peldaño por debajo, y por lo demás, una Brasil que partía como la principal alternativa se llevó un serio correctivo ante España, lo que no quiere decir que en un eventual cruce todo vaya a resultar igual de sencillo. Argentina está cortísima de efectivos pero dudo que nadie se las quiera ver con ellos a un partido y sumo a Australia y Lituania al carro de rivales incómodos.

En lo que al rival de España en octavos se refiere, el sábado será Croacia, Senegal o Puerto Rico. En principio ninguno debería suponer una prueba durísima, pero yo por si acaso de los croatas no quiero saber nada. Son irregulares, desaparecen, se borran… pero cuando juegan a su máximo nivel pueden meter en un problema a cualquiera. Que se lo pregunten a Argentina. Dario Saric y sus seis dientes de menos –cortesía de la ‘dureza’ de Andrés Nocioni- se ha convertido en referencia, Bogdanovic cuando está enchufado es un jugadorazo y Tomic es un pívot sólido aunque en principio ante los Gasol, Ibaka y compañía le esperaría una noche muy larga. Son inferiores, pero te pueden meter en un lío. A Senegal y Puerto Rico en cambio no le doy chance alguna si se presentan como oponentes el sábado.

Lo mejor de todo es que estamos ya en la antesala de lo verdaderamente divertido, el gana o vete a casa, el cruce decisivo puro y duro. La primera fase ha estado entretenida y equipos como Filipinas, Finlandia y sus aficiones han puesto una salsa muy sabrosa a partidos que antaño eran palizas insufribles. Selecciones pequeñas que han dado la cara y merecen irse con la cabeza muy alta.

Pero ahora empieza lo serio. Lo bueno, lo emocionante, lo verdaderamente divertido. Y sobre todo, lo que separa a las estrellas de los mediocres. Los partidos donde los verdaderos líderes dan un paso al frente y sacan lo mejor de sí mismos. Veremos si España y Estados Unidos siguen mostrándose como apisonadoras o aparecen las apreturas. Veremos si realmente es un Mundial de dos o algún equipo se rebela contra esta hegemonía. Yo estoy deseando comprobarlo.




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