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Rio 2016 (A): Análisis de Australia, por Iván Fernández
BasketMe  | 06.08.2016 - 22:03h.
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Tres veces semifinalista olímpica entre Seúl 1988 y Sidney 2000, algo pareció romperse en Australia cuando en sus Juegos volvía a quedarse sin medalla. Tras eliminar en los cuartos de la cita coreana a España y en Atlanta a Croacia con el inolvidable tres más uno de Tony Ronaldson, los aussies alcanzaban las semifinales como anfitriones tras un duro partido ante Italia, mientras que en el horizonte esperaba una Francia a priori asequible. Presa de los nervios, el cuadro local caía por 24 tantos para un día más tarde hacerlo por 18 en la lucha por el bronce ante Lituania. Un año después, la primera derrota en su historia en el clasificatorio ante Nueva Zelanda les dejaba fuera de un gran torneo por primera vez desde los años 70.

 


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Tras esa ausencia en Indianapolis 2002, Australia no ha vuelto a fallar en ningún gran torneo (aunque en 2009 volvía a caer ante los Kiwis), pero tampoco ha acabado de encontrar la senda que la hizo una de las grandes animadoras olímpicas las décadas pasadas. Y todo ello pese a haber mantenido una producción notable de jugadores, unos buenos resultados formativos y contar con una cada vez más nutrida presencia de representantes en la NBA. Bajas, falta de escoltas de primera fila, irregularidad defensiva... muchos son los factores que parecen haber influido, aunque de ellos, no parece el menor la pérdida de identidad del grupo. Si bien Pat Mills ha sabido recoger el testigo anotado dejado por Shane Heal, la ausencia de un ‘dos’ de primera fila como lo fuera Gaze, o la falta de jugadores del tipo que en su día encarnaran los Vlahov, Ronaldson, Keogh o incluso Bradtke han acabado por desdibujar la imagen competitiva de los Boomers. Una identidad que ahora parecen dispuestos a recuperar.


Con alguna baja de nuevo significativa especialmente en el relevo generacional, pero con un grupo más que notable, el liderazgo anotador de Mills, la consistencia en las alas de Ingles, Broekhoff o Newley y la presencia en la pintura de Baynes, Bogut o Bairstow conforman el esqueleto de un equipo versátil, capaz ofensivamente y hambriento. El progreso de Mills en cuestiones de liderazgo y la descarga que le ha supuesto la nacionalización de Lisch avalan un juego exterior que aún echa en falta un escolta puro de primer nivel (¡ay, si Goulding diera ese paso adelante!) pero que se ve reforzado por la heterodoxia de Ingles y la inteligencia táctica de Broekhoff. Por dentro, el crecimiento de Baynes y el sacrificio de Bairstow auguran buenas noticias que se unen a un David Andersen curiosamente más cómodo en la selección ahora que su carrera se acerca al ocaso. En el aire queda el verdadero estado de un Bogut fundamental atrás.


Con el camino despejado para llegar a cuartos de final, superar la irregularidad en el tiro, apretar en defensa y, sí, recuperar el viejo espíritu guerrero pueden ser las claves para que Australia, esta vez sí, esté de vuelta. De momento, los primeros indicios apuntan a que si no lo está, al menos va por buen camino...


 


La selección


Ausente del Mundial por una lesión de hombro, Patty Mills regresaba el verano pasado a la selección como incorporación de última hora tras la baja de Dante Exum, en una muestra del liderazgo que ahora ejerce en el grupo que dirige Lemanis. Totalmente recuperado de sus problemas físicos y tras un buena temporada en unos Spurs en los que ha sido importante en su deliciosa segunda unidad, Mills llega a los Juegos dispuesto a conjugar su facilidad anotadora con una mayor ascendencia en el juego global. De enorme velocidad y pasmosas facilidad para generarse el tiro, Mills llega en un momento de forma notable y favorecido además por la nacionalización de Kevin Lisch. Cómodo jugando junto a Dellavedova o al propio Lisch, la descarga puntual en la dirección apuntan a un Mills aún más enfocado a ser el soporte anotador australiano. Tras ser el jugador más joven en debutar en unos Juegos con Australia en Beijing 2008, hace cuatro años Patty Mills salió de Londres como máximo anotador del torneo, y ahora, más maduro y asentado en su juego, el jugador de los Spurs aspira a salir también con un éxito colectivo bajo el brazo.


Intenso e incansable, Mathew Dellavedova llega a Rio con la vitola de campeón de NBA y sin necesidad de ser el referente ofensivo, un papel que hace dos años no acabó de asumir con naturalidad. Eficaz en el tiro pese a su heterodoxia, debe generar juego y manejar mejor las pausas mientras sigue siendo un aval en la transición. Cómodo jugando junto a Mills, el ya ex de los Cavs debería ser además un alivio ofensivo.


Sin duda, una de las grandes novedades en la lista australiana es la del recién nacionalizado Kevin Lisch. Elegido como MVP de la NBL, en lo que es su segundo galardón, el ex del CAI se llevó además el galardón de mejor defensor, lo que da una idea de su capacidad global. Llamado a descargar de presión a Mills, Lisch alternará la dirección con las funciones de escolta, donde el buen tacto de su zurda puede ser fundamental. Intuitivo en las recuperaciones y con carácter ganador, Lisch no es el primer estadounidense en representar a Australia en unos juegos ya que sin ir más lejos en Atlanta 1996 Scott Fisher formó parte del equipo que alcanzó las semifinales.  


Competitivo y buen defensor, Damian Martin está llamado a ejercer como revulsivo saliendo desde el banquillo. Fuerte y con buena visión de juego, tiene problemas para manejarse en estático donde le penaliza su poca amenaza ofensiva. Líder de la  NBL en robos de balón hasta en seis ocasiones, en principio contará con un papel secundario  partiendo como cuarto base, aunque siempre teniendo en cuenta el gusto de Lemanis de jugar con dos bases en pista casi a tiempo completo.


En una selección carente de escoltas puros, Chris Goulding debería estar llamado a dar un paso adelante para hacer valer su capacidad ofensiva, aunque probablemente siga ejerciendo como especialista en el tiro exterior. Buenas piernas, facilidad para armar el brazo e incluso recursos en la media distancia adornan a un jugador de indudable facilidad ofensiva pero al que le sigue faltando un punto de velocidad y capacidad de generación, al menos en el primer nivel. Sea como sea, su capacidad para producir en espacios cortos de tiempo y su mejorada actitud defensiva pueden garantizarle algunos minutos de calidad.


Confirmando todo lo bueno que ya había apuntado en el Besiktas, Ryan Broekhoff llega a los Juegos tras erigirse en una de la claves del gran rendimiento del Lokomotiv Kuban que este año alcanzaba la Final Four. Prototipo de alero australiano, aunque con algo menos de talla, en la línea de los Vlahov, Ronaldson o McKinnon, Broekhoff pasa por ser un jugador polivalente, completo y muy poco propenso a cometer errores. Excelente en la lectura defensiva y tremendo en el trabajo oscuro, en ataque puede atacar el aro aunque su papel se ha visto encaminado en los últimos tiempos al de triplista. Un rol, el de triplista, que sin ser el suyo propiamente dicho, ha cumplido a la perfección mostrando buenos porcentajes y siendo implacable en los tiros abiertos, amén de presentar una lúcida lectura del juego. Polivalente e impecable en lo táctico y con la rara cualidad de aunar garra y frialdad su papel puede ser fundamental.


Aparentemente asentado en los Jazz, Joe Ingles aterriza con la esperanza de repetir el gran papel que desarrollará en Londres 2012. Polivalente y versátil, Ingles puede lanzar desde fuera, penetrar de izquierda o generar juego, pero tiene problemas para gestionar los tiempos, adoleciendo de pausa en su juego en especial cuando es capaz de encadenar varias acciones correctas. Cómodo en su papel, en la preparación está tendiendo a aparecer en los momentos clave con acierto y decisión. Su capacidad para mantener la frialdad y cierta amenaza exterior pasan a ser claves para una Australia nada sobrada de dinamita exterior.


Prácticamente inédito en los Bulls y ya de camino de regreso a la NBL, Cameron Bairstow parte como cuatro titular y como una de las claves para subir la intensidad de los aussies. De perfil interior, duro en el rebote y con capacidad para ejercer de punta de lanza en la presión, cuenta con facilidad para anotar de fuera a dentro pero sigue algo justo de fuelle físico.


Tras un curso algo más gris de lo esperado en el Zalgiris, Brock Motum busca recuperar sensaciones en una selección en la que siempre se ha encontrado cómodo. Zurdo cerrado y algo rígido en sus movimientos, tiene capacidad para abrir el juego con un buen tiro exterior en estático. Buen reboteador y más duro que consistente en defensa, sabe usar el cuerpo en posiciones interiores aunque adolece de explosividad.   


Lejos ya de sus mejores días, David Andersen vive en cambio cierta reconciliación con una selección en la que en su época de esplendor en Bolonia, Siena o Moscú no acabó de explotar. Inteligente en la defensa del pick and roll, mantiene amenaza exterior con su tiro y su clase en el poste, en especial a través de sus medias vueltas, siendo capaz de alternar las dos posiciones interiores. Discreto en el rebote y con necesidad de rotaciones cortas, esta temporada volverá a la liga australiana tras haber sido fundamental en el título liguero del ASVEL Villeurbanne en Francia.


Recuperado de su lesión en las finales de la NBA, Andrew Bogut parte como la principal baza interior aussie. Fundamental en defensa, en ataque su paciencia y visión de juego se antojan claves en el estático para un equipo que no siempre ha gestionado bien el juego a media pista. Con más rol ofensivo que en su última etapa NBA, no es raro incluso verle prodigarse en tiros de media distancia, aunque las finalizaciones tras su buena conexión con Mills seguirán siendo su principal vía de anotación.


Mejorado año tras año, Aron Baynes está llamado a ser un cinco de impacto ofensivo en sus minutos en pista. Grande, potente y con capacidad para correr la pista, sus buenas manos, su contundencia y su buena lectura del pick and roll le aseguran un caudal ofensivo al que últimamente ha ido sumando cierto tacto en el tiro. Buen reboteador ofensivo, defensivamente puede hacer valer su tamaño pero sigue presentando serias lagunas de continuidad y concentración.


 


El entrenador


Ex jugador de cierto recorrido y exitoso técnico durante años en los maravillosos Breakers de principios de década, Andrej Lemanis afronta su tercer verano en la selección empeñado en recuperar la esencia luchadora del cuadro australiano. Amante de las sorpresas tácticas en defensa, deja cierta libertad ofensiva a sus jugadores y gusta de jugar con varios focos de dirección a la vez.


 


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