La Opinión
Letras para un tango de despedida: Adiós, Paolo
Luis Blanco  | 10.06.2011 - 03:05h.
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Quinteros anotó el último triple y con el dedo levantado se lo dedicó a la afición. Eligió esta forma de despedirse, en el último partido de la temporada contra el Meridiano Alicante, de una grada con la que había compartidos varios viajes de ida y vuelta entre la LEB y la ACB, con la que había experimentado el vértigo del triunfo y la resignación de la derrota. Y lo hizo en medio de un enfrentamiento tácito con el cuerpo técnico, de divergencias irreconciliables que le han conducido a abandonar el club maño.


Cuando fue de forma sorpresiva fichado desde el Climalia León tras un tormentoso play-off contra el propio CAI, que finalizó con el ascenso de equipo castellano, todos estábamos seguros de que a partir de ese momento disfrutaríamos de uno de esos jugadores capaces de marcar las diferencias, con un carácter ganador que se transmitía como un boomerang entre la pista y la afición. El enemigo que destrozó nuestras ilusiones con actuaciones impresionantes se transformaba en el mejor aliado. Era lógico que se convirtiera en uno de los artífices del ansiado ingreso del CAI en la elite del baloncesto español, tras una larga travesía por el desierto de una división tan compleja y espesa como la LEB.





Cuatro años en un club que nació en el 2002 son muchos como para permitir que se marche por la puerta de atrás, en medio de un silencio que le condena al ostracismo. Independientemente de que para algunos su comportamiento no haya sido del todo honesto, su indudable personalidad en la pista y su grado de implicación le han convertido en uno de los referentes del club. Poseedor de un potente tren inferior, Quinteros no sólo es un killer, sino un jugador de gran calidad con solvencia en las penetraciones y aplicado e intenso en defensa, que ha experimentado en las dos últimas temporadas un enorme salto en sus prestaciones añadiendo a su repertorio asistencias y dinamización del juego ofensivo.


Analizar las causas de esa escisión no es sencillo, y menos cuando no disponemos de fuentes que acrediten los condicionantes y el escenario en el que se desarrolla, ni las causas que han motivado al desenlace. Pero no es menos cierto que a algunos se nos va a hacer difícil acudir a nuestra cita con el CAI sin uno de los iconos fundamentales de su nueva etapa, sin el escolta que ha sido capaz de reinventarse a sí mismo desde su condición de anotador compulsivo a la de jugador de equipo, versátil y polivalente.


Donde quiera que vayas, suerte Paolo.


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Artículo publicado por Luis Blanco

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