La Opinión
La caída del imperio
True Wolf  | 29.07.2007 - 14:04h.
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Uno de los cincuenta mejores jugadores de la historia de la liga, el mejor pívot europeo, un alapívot All-Star de talento infinito, un base que había sido rookie del año, un excelso tirador en el puesto de escolta...




Este fue el equipo que llegaría a su segunda final del oeste consecutiva, y la volvería a perder, en el año 2000. Junto a Scottie Pippen, Arvydas Sabonis, Rasheed Wallace, Steve Smith y Damon Stoudamire había nombres de la talla de Bonzi Wells, Detlef Schrempf, Stacey Augmon...!Incluso un Jermaine O’neal que ni siquiera jugaba!




Aquella plantilla de escándalo que sucumbió ante los Lakers en el séptimo partido era, sobre el papel, una de las mejores de la historia. Pero por si acaso aquello era insuficiente, pesos mucho más pesados se unirían a la causa Blazer el siguiente verano. Shawn Kemp, uno de los mejores alapívots de los noventa, y un Dale Davis que venía de ser All-Star se subían al barco. También Rod Strickland se uniría en febrero a una causa que buscaba acabar con la fiebre amarilla.




Pero el naufragio fue de una magnitud descomunal. Otra vez ante los Lakers les tocaría perder una eliminatoria, aunque muy lejana de aquellas dos ocasiones en que habían sido vencidos más allá de mayo. Esta vez sería en primera ronda aunque, a favor de ellos, hay que recordar que los Lakers solo perderían un partido en todo el transcurso de aquella histórica postemporada.




Derek Anderson, Ruben Patterson, Steve Kerr, un joven Zach Randolph...¿hace falta ir año a año? El 2002 volvería a ser año de barrido, y otra vez ante los Lakers. Pocos cambios de cara al 2003, año en tocaba caer ante los Mavericks después de rozar el milagro remontando un 3-0 en contra en la eliminatoria. Algo de crédito para un Maurice Cheeks que estaba en la misma cuerda floja que había visto caer a Dunleavy.




Ya un año después, las corrientes desfavorables y los motines a bordo eran demasiado para los orgullosos pioneros del noroeste. Zach Randolph presentaba su candidatura al All-Star, Darius Miles daba jóvenes esperanzas a una afición cansada de que le vendieran humo y Scottie Pippen, Bonzi Wells y Rasheed Wallace abandonaban por la puerta de atrás un equipo que después de casi dos décadas se quedaba fuera de los Play-Offs.




Empezaba así una de las épocas más oscuras en la historia de la franquicia. Los Jail Blazers en su máxima expresión, el testimonio visible de cómo corromper una franquicia destinada al olimpo. La caída de Roma en pleno nuevo milenio, golpeada por el exceso de vanidad y la poca inteligencia de quienes debían dirigirla al triunfo.




Una historia de tan agrio recuerdo que prefiero no inmortalizar en este artículo. Lo dejaremos en el olvido y, ya en el siguiente capítulo, nos centraremos en los recientes logros de una franquicia cuyo destino parece ser el cielo. Pero esto ya será en la segunda parte, que será publicada dentro de unos días y que será titulada como “El resurgir del imperio”.


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Artículo publicado por True Wolf

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