Raza blanca tirador
Sin pívots, evolución natural
Jordi Colomé Batlle  | 15.02.2013 - 01:19h.
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Jordi Colomé Batlle  | 15.02.2013 - 01:19h.


El baloncesto evoluciona constantemente. Cambia la velocidad, el patrón, nos gusta o lo odiamos. Nos encanta que gente como Pablo Laso apueste por transiciones rápidas pensando primero en anotar antes que en limitar al rival y nos aburrimos en la época europea del basket control, con los hombresaunbalónpegadoquenolosueltan (Naumoski o Rodilla) o los griegos agotando las posesiones hasta impedir cualquier atisbo de ritmo de juego. Todo varía y la NBA también. Hubo un tiempo en el que todo el mundo soñaba con unas torres gemelas, pero ahora aborrecen los centímetros. El oro de Estados Unidos en Londres 2012 nos señaló hacia dónde vamos, aunque los Lakers estén empeñados en ir contra dirección, con Jim Buss protagonizando el clásico chiste del suicida en la autopista.


Las lesiones limitaron mucho las opciones de USA en los Juegos. El adiós de piezas como Dwight Howard o Andrew Bynum e incluso de ala-pívots como Blake Griffin o Chris Bosh llevaron a Mike Krzyzewski (sí, miro en Google cada vez que me toca escribirlo) a apostar por un juego con cuatro bajitos y la única presencia de Tyson Chandler en la pintura. Incluso vimos quintetos con Carmelo Anthony y LeBron James por dentro. Los centímetros de calidad son caros y cada vez más un rara avis hasta el punto que el All Star del domingo es el primero con la votación popular de los titulares cambiada. Nada de guards, forwards y center. Adiós a estos últimos. No es casualidad.



Si miramos la temporada actual de la NBA, la tendencia se mantiene. Y se intensifica. Los campeones, los Heat, han dejado de fracasar en la búsqueda de un pívot. Ni lo buscan. Sus mejores minutos, cuando se sienten más cómodos, es con Chris Bosh y el reciclado Battier -incrustado en la línea de triple- como juego interior. Los finalistas, los Thunder, siguen sin encontrar la manera que Perkins deje de ser un pívot sobrepagado. Pero el ejemplo más claro de la evolución actual son los Knicks, líderes de la división Atlántico con Carmelo Anthony de falso 'cuatro'. Mike Woodson siempre apuesta por múltiples amenazas exteriores, con Chandler de única excepción, ya que debemos recordar que antes de lesionarse el veterano Rasheed Wallace era su suplente. Y sí, vivía en la línea de tres. Los de Nueva York lanzan una media de 29 triples por partido, el 35% de sus lanzamientos. Es fácil verles pasar de los 40 intentos en algunos duelos, sin ser los únicos ya que Milwaukee también ha superado esa barrera, para citar otro ejemplo. Otro de los conjuntos más sólidos, Denver, también se siente mejor con Danilo Gallinari formando parte del juego interior. Un ataque abierto quiere decir más espacios y más velocidad, las dos bases del juego ofensivo de George Karl.


Las estadísticas avalan esta tendencia. Si miramos webs como hoopsdata, descubrimos que los tiros más repetidos son desde debajo del aro o el triple. Los de corta y media distancia van a menos desde hace años, superados ahora por primera vez por los de más allá de 6,75. Esos 'cuatros' con un lanzamiento rápido y efectivo desde el poste alto van a la baja, con excepciones tan válidas como LaMarcus Aldridge, el mejor desde ahí (courtvisionanalytics.com/the-mayors-of-the-nba), Tim Duncan, Amar'e Stoudemire o Kevin Garnett.


La especialización se cotiza al alza. O la hundes o eres un triplista. Parejas como la de los Clippers, Blake Griffin-DeAndre Jordan, siempre por encima del aro, o muñecas de seda como Ryan Anderson, Steve Novak, Ersan Ilyasova, Kevin Love, Antwan Jamison, Charlie Villanueva o Byron Mullens.



Ahí radica uno de los problemas de los Lakers. En un baloncesto en evolución hacia los cuatro bajitos, hacia la cuádruple amenaza desde triple con una única presencia interior, los angelinos se agarran al pasado con la apuesta por Gasol y Howard. Es el conflicto de la temporada porque D'Antoni y las estadísticas demuestran que lo que tendría que ser la pesadilla de los rivales acaba siendo la propia. “Estos Lakers son muy lentos, con Howard o con Gasol. Y si están los dos, aún peor”, chillaba el ex-entrenador y ahora gran analista Jeff Van Gundy hace unos días en plena retransmisión. Por eso hemos visto a 'Mr. Pringles' insistir en salir con Metta World Peace de falso pívot, Earl Clark o Jamison. Evolución contra involución.


Si miramos la evolución actual de la NBA, la extinción de los grandes pívots no es la única variante. Antes los bases básicamente dirigían, vimos un paso por pequeñitos con buena mano (Steve Kerr, John Paxon, Jeff Hornacek, etc.) y ahora estamos con el base anotador, los Derrick Rose, Russell Westbrook o Kyrie Irving. Por eso no es tan raro que los entrenadores no hagan distinción entre base y escolta. Jugar con dos empieza a ser cada vez más habitual.


El caso más extremo ahora son los Pistons, que siempre tienen a un par o tres en pista entre Calderón, Knight, Bynum y Stuckey. NY se siente cómodo con Prigioni al lado de Felton, sin olvidar a los Wolves, donde es habitual ver a la vez a Ricky Rubio, Ridnour y Shved. Una tendencia más modesta, no tan marcada como el adiós a las torres en la zona, pero que seguiremos de cerca.




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Artículo publicado por Jordi Colomé Batlle

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