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RetroNBA: Más Ancho que Alto: Ed Nealy
Máximo Tobías  | 21.12.2012 - 17:22h.
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Máximo Tobías  | 21.12.2012 - 17:22h.



Chicago Bulls se volvió hacia el de los Phoenix Suns: “Alguien le va a dar a Ed Nealy setecientos mil dólares”, dijo Reinsdorf. “JerRetroNBA: Más Ancho que Alto: Ed Nealyry, ¿quién podría hacer algo tan estúpido?” Jerry Colangelo se hizo el desentendido, y con buen motivo. Poco después, los Phoenix Suns anunciaron que habían fichado a Ed Nealy por tres temporadas a $700.000 cada una.


La incredulidad de Jerry Reinsdorf era lógica. Ed Nealy era el tipo de jugador que había dominado el baloncesto... cincuenta años antes, un pívot de dos metros raspados con anchos hombros huesudos y un tronco superdesarrollado, cuya mayor virtud era su capacidad reboteadora y su disponibilidad para dar hostias como panes. Incluso usaba un número de pívot banquillero (el 45 en la NBA y el 52 en la CBA). Nealy había sido una estrella menor en su estado natal, formando parte del equipo de Kansas State entrenado por Jack Hartman que se quedó a un paso de la Final Four de 1981 tras eliminar a Oregon State, número uno de la región, y a Illinois, número cuatro. “Jack’s Giant Killers” llegaron hasta la final regional contra North Carolina, donde la pareja interior James Worthy – Sam Perkins resultó demasiado para ellos. La estrella de Kansas State era sin duda Rolando Blackman, pero Ed Nealy era su principal baluarte interior y terminó la temporada como máximo reboteador de la Big 8.





A pesar de ello, los pívots blancos de dos metros sin habilidades ofensivas no suelen hacer carrera en la NBA. Ed Nealy cayó hasta la octava ronda del draft de 1982, y aún entonces quienes lo seleccionaron fueron los Kansas City Kings, más interesados en hacerle un guiño a la universidad local que en sus atributos como jugador. Después de todo, su técnico “Cotton” Fitzsimmons había sido entrenador de Kansas State. Increíblemente, Ed Nealy consiguió un contrato con los Kings, convirtiéndose en el jugador NBA escogido en la posición más baja de su draft. No sólo eso, sino que terminó haciéndose un hueco en el quinteto titular acompañando en el juego interior a Joe C. Meriweather, y fue el tercer máximo reboteador entre los novatos de la temporada 82-83. Pero al año siguiente Lasalle Thompson y Mark Olberding lo relegaron a una posición marginal en la rotación, y al terminar la temporada se encontró sin equipo. Ed Nealy decidió invernar en la CBA esperando tiempos mejores, y a finales de febrero de 1985 consiguió volver a la NBA de nuevo en las filas de los Kansas City Kings, aunque fuera como último jugador de la rotación. De vuelta en la liga comercial, Ed Nealy completó una sólida campaña con los Tampa Bay Thrillers (que se proclamaron campeones de la CBA) incluyendo varios partidos con más de veinte rebotes, y eso le permitió regresar a la NBA de mano de los Spurs. En San Antonio estuvo dos temporadas como hombre alto suplente aprovechando la endeblez de su plantilla, hasta que fichó por los Bulls en 1988. Sin embargo, su primer paso por la franquicia de Chicago fue fugaz, ya que sólo un par de meses después fue traspasado a los Phoenix Suns de su viejo conocido “Cotton” Fitzsimmons a cambio de Craig Hodges, un escolta que venía a dar descanso a Michael Jordan. En realidad, se trataba de un favor de Fitzsimmons muy poco disimulado, ya que los Suns tenían su rotación interior más que cubierta y no necesitaban a Nealy. En el verano de 1989 le comunicaron al jugador que no estaban interesados en él, y lo más que pudo hacer su entrenador fue comprometerse a encontrarle acomodo en algún otro equipo.


Ed Nealy volvió a los Chicago Bulls (a cambio de unas mitológicas “future considerations” que nunca se llegarían a ejecutar) dispuesto a competir por el puesto de jugador número 12 con otro ilustre tronquete llamado Jack Haley, que terminó siendo cortado en diciembre. No contento con ello, Nealy fue escalando posiciones poco a poco gracias a los problemas físicos de Jeff Sanders, la falta de agresividad de Stacey King y las limitaciones de Will Perdue. Nealy era ese tipo de banquillero que encanta a los entrenadores, el que siempre es el primero en llegar y el último en irse de los entrenamientos, que hace lo que le ordenan, que nunca intenta lo que no puede hacer, y que no se enfada si no juega o si le llegan pocos balones. Lo más importante era que se ganó el aprecio de Michael Jordan, que lo que le pedía a un compañero era que lo diese todo en la pista. Jordan decía que Ed Nealy era el único jugador de la plantilla que sabía hacer un bloqueo, y durante los partidos no vacilaba en saltarse la jugada diseñada para ir a buscarlo.





Y no eran los únicos en apreciarlo; también la gerencia agradecía cualquier aportación de un jugador que cobraba poco más del salario mínimo, mientras que los aficionados de Chicago se identificaban con su ética de trabajo y esfuerzo, y con una dureza que los Bulls no tenían desde la marcha de Charles Oakley. Conforme avanzaba la temporada Ed Nealy fue jugando más, y al llegar los playoffs de 1990 ya formaba parte integrante de la rotación habitual de los Bulls. Especialmente en la segunda ronda contra los Philadelphia 76ers de Charles Barkley.


Los Sixers habían llegado a playoffs gracias a un potente quinteto titular basado en el triple poste que formaban Barkley, Ricky Mahorn y Mike Gminski. Esa combinación de músculo, kilos y agresividad (Barkley y Mahorn eran apodados “Bump & Thump”) amenazaba con arrollar al juego interior de los Bulls, compuesto por jugadores con más técnica y menos físico como Horace Grant, Bill Cartwright y Stacey King. Ed Nealy apenas intervino en los dos primeros partidos de la serie, dos victorias en Chicago de la mano de un Michael Jordan espectacular, pero eso cambió en Philadelphia. En el tercer partido de la serie los Sixers dominaron cómodamente a los Bulls durante casi todo el encuentro antes de que la presión defensiva a la desesperada lograse maquillar el marcador, y eso otorgaba una importancia especial al cuarto partido, en el que una victoria de los locales igualaría la eliminatoria. Además, los Chicago Bulls tendrían que afrontarlo sin Scottie Pippen, ausente debido al fallecimiento de su padre. Phil Jackson decidió que su puesto en el quinteto titular lo ocupase el pívot Stacey King, buscando igualar la desventaja en kilos y centímetros de su “frontcourt”, pero eso debilitaba aún más a un banquillo que no era de los mejores de la liga precisamente.


Ambos entrenadores afrontaron ese cuarto partido decididos a intentar alargar su rotación introduciendo en ella a jugadores como Stacey King y Ed Nealy de un lado, o Scott Brooks y Bob Thornton del otro. Nealy había dejado buena imagen en los últimos minutos del encuentro anterior, y Phil Jackson decidió apostar por él a mitad del primer cuarto ya que Mike Gminski estaba abusando de la pobre defensa de King. Ed Nealy se emparejó con Charles Barkley y se dedicó a meterle el cuerpo a la estrella de los Sixers mientras sus compañeros acudían a la ayuda. Barkley encontró serias dificultades para anotar ante la defensa de los Bulls, y sobre todo se vio incapaz de capturar rebotes ofensivos, uno de los grandes problemas que había tenido el equipo de Chicago hasta entonces. Ed Nealy logró incluso anotar una canasta, después de derribar a Charles Barkley contra el soporte de la canasta: mientras su par se quedaba levantándose y protestando a los árbitros, Nealy subió al ataque libre de marca, penetró al trote cochinero por en medio de la zona, y recibió un pase que anotó a tablero.


Ed Nealy se sentó a mediados del segundo cuarto, pero volvió a la pista cuando terminaba el tercero. Hersey Hawkins y Mike Gminski habían puesto a los Sixers diez puntos arriba, y Michael Jordan estaba intentando enjugar la desventaja. Nadie podía imaginar que su mejor aliado sería Nealy, que anotó siete puntos en rápida sucesión: un 2+1 cuando Jordan le dobló un balón a la desesperada y luego dos rebotes ofensivos que el ala-pívot de los Bulls peleó, ganó y convirtió en canastas. Las cámaras seguían sus evoluciones por la pista mientras Chicago remontaba en el marcador. Cuando Ed Nealy se sentó a falta de cinco minutos los Bulls ya estaban por delante, y Charles Barkley solamente había conseguido anotar dos tiros libres en todo el último cuarto mientras veía que el partido se le escapaba. Nealy participó en el carrusel de cambios de balonmano durante el último minuto, cuando Phil Jackson lo metía en la pista para defender las posesiones finales, y aún entonces fue capaz de destacar con dos importantes rebotes defensivos. El partido terminó con la victoria de los Bulls por 111-101, prácticamente sentenciando la eliminatoria, y a pesar de sus modestas estadísticas (9 puntos y 9 rebotes) Ed Nealy tuvo el honor de ser entrevistado por la CBS antes que el mismísimo Michael Jordan.





No fue el final de la aportación de Ed Nealy. En la final de conferencia contra los Detroit Pistons luchó a brazo partido contra John Salley y Dennis Rodman, ganándose las alabanzas de Phil Jackson y Michael Jordan mientras éste le gritaba a Stacey King en medio de la pista pidiéndole una pizca de la agresividad de Nealy. La frustración de los Pistons llegó al extremo de que el pívot James Edwards fuese expulsado durante el segundo partido por darle una bofetada al ala-pívot de los Bulls. Después de su buen papel en playoffs los Chicago Bulls estaban decididos a renovarlo, y le ofrecieron dos temporadas a razón de $400.000 cada una. La sorprendente respuesta de su agente fue que el jugador estaba interesado en seguir en Chicago, pero que había recibido otra oferta por un año más y casi el doble de dinero así que la tendrían que igualar. Muy a su pesar, los Bulls renunciaron a sus servicios, y Ed Nealy firmó el contrato de su vida.


Su segunda etapa en Phoenix recordaría mucho a la primera: los Suns tenían hombres altos de sobra (uno de ellos era Kurt Rambis, un jugador con una aportación muy parecida a la de Nealy) y apenas disfrutó de minutos de juego. Al terminar su segunda temporada, los Suns consiguieron a Charles Barkley en un traspaso que terminaba de dejar a Ed Nealy sin sitio en la rotación. Lo cortaron en la víspera del primer partido, pero pocos días después volvió a encontrar hueco en otro equipo con problemas en el juego interior, concretamente los Golden State Warriors. Sin embargo, aún le quedaba tiempo para un último retorno a Chicago: su pívot titular, Bill Cartwright, se había lesionado, y los Bulls buscaban a un sustituto. Cuando supieron que Nealy estaba disponible, cortaron al pívot Mark Acres y lo trajeron a cambio de otra de esas hipotéticas segundas rondas tan protegidas que nunca se llegan a entregar. Apenas pisó el parqué y no fue inscrito para playoffs, pero recibió su anillo como los demás después de una final en la que irónicamente los Bulls derrotaron a los Suns, el equipo con el que Ed Nealy había empezado la temporada.





Después de eso se retiró, buscando un hueco como entrenador en algún instituto. Su marcha de la NBA fue tan oscura como su llegada, y sólo se le ha vuelto a nombrar en relación con su hijo, jugador de fútbol (el otro fútbol) como ya apuntaba el físico del padre. Pocos aficionados recuerdan su breve paso por los Bulls, aunque quienes no lo han olvidado aún le guardan cariño a un jugador ancho, lento y fuerte, que acudía a cada entrenamiento y cada partido dispuesto a demostrar que el trabajo y la profesionalidad también cuentan para hacerse un hueco en la NBA.




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Artículo publicado por Máximo Tobías

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