Retro NBA
Vinnie Johnson: Baby, remember my name
Máximo Tobías  | 15.07.2013 - 19:28h.
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Máximo Tobías  | 15.07.2013 - 19:28h.


Érase una vez que se era una revista mensual estadounidense que se llamaba Basketball Digest, que reproducía artículos seleccionados de la prensa local para llevarlos a una audiencia nacional. Para complementar su contenido, la revista incluía unas pocas secciones fijas, como las típicas cartas al director o una especie de comparación numérica entre jugadores que siempre ofrecía el mismo resultado. Quizás la más interesante era The Game I’ll Never Forget, en el que jugadores presentes o pasados elegían un partido como el momento más destacado de su carrera. En el número de febrero de 1987 fue el turno de Vinnie Johnson.


El camino de Vinnie Johnson a la NBA no fue sencillo. Nació en Brooklyn y creció en los playgrounds de Nueva York, incluyendo el mítico Rucker Park. Sin embargo, su escasa estatura (un 1.85 muy generoso) y sus malas notas en el instituto le vedaban el paso a una universidad de primer nivel. Al rescate vino el McLennan Community College de Texas, donde Johnson formó pareja con el base “Sudden” Sam Worthen, una auténtica leyenda de Rucker. Debido a su calidad y al bajo nivel de las competiciones en las que participaban, ambos tomaron por asalto el baloncesto texano y se proclamaron campeones de la Northern Conference y de la Region V en 1976, y repitieron título de conferencia en 1977. Vinnie Johnson destacaba como anotador con más de 28 ppg, y al terminar sus dos cursos algunas universidades se interesaron en él. Hubo rumores sobre una posible marcha a Kansas, pero prefirieron al base Darnell Valentine y Johnson tuvo que conformarse con la cercana Universidad de Baylor, situada a pocos quilómetros de McLennan.


Baylor no era una universidad potente en términos baloncestísticos. Ni siquiera tenían parqué, jugaban en una pista de cemento sobre la que se desplegaba una cubierta elástica. Pero lo que si tenía era una bien ganada fama como universidad no demasiado exigente académicamente con sus deportistas. Era lo que Vinnie Johnson estaba buscando, y su rendimiento lo reflejaba: alrededor de 25 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias por partido durante sus dos cursos en Baylor, explotando su fuerza física para anotar con muy buenos porcentajes. Vinnie Johnson fue elegido dos veces en el equipo ideal de su conferencia, y la AP lo incluyó en su segundo quinteto de All-Americans. Gracias a ello fue elegido en uno de los primeros puestos del draft de 1979, cuando los Seattle SuperSonics lo seleccionaron con el número siete. Los Sonics eran los vigentes campeones de la NBA y presentaban una potentísima línea exterior con Dennis Johnson, “The Wizard” Gus Williams y “Downtown” Freddie Brown. Johnson apenas jugó en su primera temporada, pero sí tuvo minutos en la segunda después del traspaso de Dennis Johnson y la lesión de Paul Westphal.



La carrera de Vinnie Johnson entró en su fase decisiva con su traspaso a Detroit en noviembre de 1981. Los Sonics llevaban tiempo intentando fichar al atlético alero Greg Kelser, mientras que Jack McCloskey conocía a Johnson desde los tiempos de Baylor y pensaba que era el jugador ideal para completar su rotación exterior. El traspaso resultó un atraco a mano armada de los Pistons: Kelser nunca superó sus problemas físicos, mientras que Vinnie se convirtió en el complemento idea para los titulares Isiah Thomas y John Long. Incluso llegó a disputarle a éste la titularidad, con la que alcanzó su techo estadístico en la temporada 1982-83. En general, su juego basado en la anotación compulsiva pero irregular lo convertía en el suplente perfecto, ya que el equipo podía permitirse no depender de él y buscar sus puntos sólo en los días en los que podía romper el partido.


La llegada de Chuck Daly supuso el empujón que necesitaban los Pistons para llegar a playoffs, y en 1985 consiguieron superar la primera ronda con un equipo basado en la anotación exterior de Isiah Thomas y Kelly Tripucka, acompañados por Dan Roundfield y Billy Laimbeer por dentro y de John Long por fuera. Desde el banquillo salían Vinnie Johnson, los aleros Terry Tyler y Earl Cureton y el pívot Kent Benson para conformar una de las rotaciones más amplias de la liga, y así no es de extrañar que aplastaran a los Nets de Michael Ray Richardson y Buck Williams. Pero en segunda ronda llegaban los vigentes campeones, los Boston Celtics, y ésa era otra historia muy diferente de la anterior. Los Celtics arrollaron a los Pistons en el primer partido y ganaron también el segundo, aunque los Pistons consiguieron rehacerse en el tercero. Vinnie Johnson llevaba entonces dos pobres actuaciones seguidas (1 punto con 0/3 tiros en el segundo encuentro, 8 puntos con 4/12 tiros en el tercero), y nada hacía suponer que estaba a punto de explotar en el cuarto partido, ése que no olvidaría.


El partido se jugó en el Joe Louis Arena, el estadio de circunstancias al que habían recurrido los Pistons después del famoso desplome del techo del Pontiac Silverdome en marzo. Los locales tomaron unas mínimas ventajas iniciales y llegaron al descanso un puntito arriba, pero en el tercer cuarto los Celtics se escaparon para terminar con 11 puntos de ventaja. Vinnie Johnson estaba teniendo un buen día y en ese momento llevaba 12 puntos con 6/10 tiros, claramente por encima del titular John Long que terminaría con 8 puntos y 3/8, pero tampoco había dejado su marca en el partido. Pero tras anotar su última canasta en la recta final del tercer cuarto, Johnson sintió que estaba “caliente”, y pidió consejo a Isiah Thomas. El base de los Pistons le respondió que el equipo estaba en una situación apurada, y que si podía ayudarles no debía dudar.



Apenas salir, Vinnie Johnson realizó dos crossovers casi consecutivos que le proporcionaron sus dos primeras canastas del cuarto y provocaron el tiempo muerto de los Celtics. No fue suficiente para enfriarlo: Isiah Thomas lo buscó para la tercera canasta, y un rebote ofensivo le proporcionó la cuarta en una suspensión de larga distancia. Los Celtics estaban en shock y perdieron otros dos balones que supusieron otras dos canastas de Vinnie Johnson, la primera en otro crossover y la segunda a pase de Isiah con Dennis Johnson encima de él. Era su sexta canasta consecutiva sin fallo, un parcial de 12-0 anotado exclusivamente por Vinnie Johnson a pesar de la defensa de su ex-compañero DJ (al que en la revista exculparía por unas supuestas molestias en la espalda) que habían colocado a los Pistons un punto arriba. Era el estilo de juego que había aprendido en los playoffs, tirarse todos los balones que recibía y aprovechar su fuerza para que la defensa rival no fuera capaz de desequilibrarle.


Los Celtics reaccionaron y recuperaron una ventaja de cuatro puntos aprovechando unos minutos en los que Vinnie falló un par de lanzamientos, pero el escolta de los Pistons aún no había dicho su última palabra. Una suspensión desde el semicírculo de personal, otra pegado a la línea de fondo y dos tiros libres volvieron a poner la igualada en el marcador, y luego una canasta en la zona tras hacer volar a dos defensores devolvió la ventaja a los locales. Para Vinnie Johnson, su canasta favorita sería la última: cuando quedaba justamente un minuto, recibió en lo que llaman el “codo”, hizo un “double pump” para evitar el tapón de Dennis Johnson y encestó su último lanzamiento que ponía el 100-96 en el marcador. Los Celtics pidieron tiempo muerto, pero ya era tarde y la victoria de los locales estaba asegurada gracias a los 22 puntos de Vinnie Johnson en el último cuarto, con 10 canastas de 12 lanzamientos. Fue el tipo de actuación electrizante que le granjeó el apodo de “Microwave” ideado por Danny Ainge, que había intentado en vano enfriarlo durante el partido.


Los Celtics se terminaron llevando esa eliminatoria en 1985, pero fue la señal de que los Pistons habían conseguido por fin ser un equipo de playoffs, y de que iban camino de mayores éxitos. Y con ellos iría Vinnie Johnson, cuya aportación desde el banquillo seguiría siendo vital en los años siguientes como bien pudieron atestiguar Drazen Petrovic y los Portland Trail Blazers en 1990.






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Artículo publicado por Máximo Tobías

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