Baloncesto y Cine
Hoosiers, más que ídolos (1986)
Àlex Aguilera  | 25.12.2018 - 16:55h.
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Àlex Aguilera  | 25.12.2018 - 16:55h.

5) HOOSIERS –MÁS QUE ÍDOLOS- (1986, David Anspaugh). Título original: HOOSIERS

Director.: David Anspaugh; Productor: Carter De Haven; Música: Jerry Goldsmith; Fotografía: Fred Murphy; Guionista: Engelo Pizzo; Intérpretes: Gene Hackman, Barbara Hershey, Dennis Hopper, Shep Wooley y Robert Swan.

Existe una categoría de películas que van más allá de una simple revisión de acontecimientos pasados jalonados con gestas deportivas heroicas. Este es el caso, de Hoosiers (aquí estrenada con el aclarador subtitulo Más que ídolos). Cinta que trata más sobre deportistas que sobre el propio deporte, en este caso, el Baloncesto que nos atañe.

Singular muestra vital al acercarnos a un entorno rural, donde el deporte de la canasta se vive con una expectación inusitada, en pleno estado de Indiana. Allí se rodó la totalidad de una película que contaba con el beneplácito de la productora de George Harrison, Hemdale Films, y del concurso de dos figuras clave de los ochenta. En primer lugar y, por orden de aparición –aunque casi simultánea-, la de Jerry Goldmsith, quien aquí compuso una de sus partituras más recordadas, que le valió su enésima nominación a los premios Oscar de la Academia de Hollywood. Aunque la banda sonora no es muy extensa, pues, tan solo aparece punteada en momentos competitivos o dramáticos –el idilio entre el entrenador y la profesora-, si suele reproducirse de forma recurrente en cabeceras de programas y demás recopilaciones de los ochenta.

En el otro extremo de la pantalla emergió con fuerza el nombre de Gene Hackman con letras doradas, puesto que en aquellos años era considerado por muchos –entre los que me incluyo- uno de los actores, tanto de carácter como principales, más solventes del panorama mundial. Hoy en día, Hackman vive aislado de ese mundo de ‘estrellas’ y excesos, en una granja –parecida a la de Hoosiers- con sus nietos y familiares próximos escribiendo cuentos para niños.

La llegada del entrenador de turno Norman Dale –veterano que regresa diez años después- a una pequeña población del sur de Indiana, donde apenas se concentran unas decenas de alumnos dedicados a los estudios y al baloncesto en un austero instituto, supone un vaivén en la tranquila convivencia entre vecinos y autoridades. La intromisión y la falta de respeto para con el recién aterrizado coach es uno de los primeros escollos con los que debe lidiar antes incluso de ponerse a trabajar con los muchachos. Nuevos métodos de entrenamiento y disciplinarios –la insólita decisión de dejar en el banquillo a un jugador local cuando en la cancha tan solo estaban cuatro miembros del equipo; la expulsión de la primera sesión de entrenamiento de una de las figuras del equipo,…-.

El condicionante de llevar hasta las últimas consecuencias una forma de ver el trabajo de equipo de Hickory -todos deben ayudarse para componer una sola unidad, sentencia- determina decisivamente la aceptación final cuando los resultados llegan.

La no obstinación en recuperar a un chico que entrena al margen de la escuela en solitario y que dadas sus dotes (un ‘don’ como el coach dice) de tirador nato (una serie de ocho tiros a canasta sin fallo en plano medio y sin cortar) será el punto de inflexión del Team. Jim Hutchinson (Maris Valainis, un jugador amateur con buenas maneras que nunca llegó a los Prof’s) será pues el artífice de la escalada hasta la culminación en la final estatal de escuelas secundarias en un pabellón digno de la NBA, futura cancha de los Indiana Pacers.

El plano de los campos de maíz que aparecen tras un fundido de las figuras delgadas de los jugadores confrontados en la final, dan el carácter de normalización y sencillez de un deporte arraigado a un entorno modesto alejado de la gran urbe.

Excelente retrato de una sociedad, en los años cincuenta, donde la gente se reunía alrededor de la radio (Dennis Hopper, igualmente nominado en el rol del atribulado borrachín Shooter, todo un experto del mundo del baloncesto, en la habitación de un centro médico que lo ejemplifica muy gráficamente) para escuchar los partidos locales con una trascendencia fuera de lo común. Una forma de vida hoy en día inviable, en Indiana, uno de los lugares más recónditos vinculado al Baloncesto en Estados Unidos de América, cuna del baloncesto de formación y también profesional. De obligada visión por tal de comprender la evolución de un deporte convertido de masas surgido, no lo olvidemos, en Springfield, en plena zona rural.



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Artículo publicado por Àlex Aguilera

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