Lunes, 7 de octubre de 2024
Batallitas, por Roger Esteller


18.02.09 | Roger Esteller (ex-jugador ACB e Internacional absoluto) [ Comenta el artículo ]
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La Copa, ¡qué gozada!

Cantaba Pablo Moro en "Palos de Ciego" algo así como "...de todo empieza a hacer ya demasiado tiempo", y aunque últimamente la trampa de la nostalgia funcione como una nueva excusa mercantil, sí es cierto que en algunas ocasiones echar la vista atrás genera cierto vértigo.

Sin ir más lejos, este próximo 23 de enero cumple 50 años Arijan Komazec, uno de esos jugadores a los que la memoria colectiva ha reducido a una pequeña parte de su verdadera trascendencia. Condicionado, ya en su día, por las comparaciones odiosas y la falta de perspectiva en una época en la que no era tan fácil acceder a los partidos de competiciones foráneas, sobre el jugador croata terminó planeando una sensación de cierta decepción en unos casos, o de una reducción a la condición de anotador sin más en otros.

Cumple 50 años, medio siglo, un personaje singular y un jugador extraordinario. Una figura cercana al concepto de malditismo. De haber nacido un mes antes, tendríamos una excusa perfecta para rememorar el cuento navideño de Dickens y trasladar sus tres fantasmas del pasado, presente y futuro a las figuras de Petrovic, Danilovic y Bodiroga. La comparación con el mito en los inicios, el compañero de generación que acabó por destacar donde y cuando Arijan no pudo y el pupilo que supera al maestro (el primer Bodiroga que empieza a despuntar en Zadar es un calco estético de Komazec). Pero si toda comparación es odiosa y toda generalización acarrea una injusticia, en la carrera del de Zadar hay mucho más que rascar.

En primer lugar porque las muestras de la comparativa son de un nivel extraordinario, y en segundo y más importante porque en el caso de Komazec hablamos de un prototipo de jugador muy diferente pese a la imagen con la que muchas veces se le asocia. Se queja, nos quejamos, muchas veces los aficionados al baloncesto del "desprecio" que hacen ciertos espectadores puntuales a jugadores como Carlos Jiménez en su época, o más claramente Víctor Claver en nuestros días. Pero si bien es justo defender la importancia de este tipo de jugador en todos aquellos aspectos fundamentales del juego que no saltan a primera vista, no es menos cierto que, en ocasiones, los puristas acabemos pecando de lo contrario poniendo sobre sospecha el talento individual cuando no acompaña al colectivo.

Algo de eso ocurre cuando el aficionado recuerda a Arijan Komazec. Parte de prejuicio, parte de nebulosa de otro tiempo que creemos recordar mejor de lo que realmente conocimos y parte de injusticia. Cierto es que Komazec no logró grandes éxitos colectivos como líder, e incluso que la suerte le fue esquiva en forma de triunfos para sus ex-equipos. Cierto es también que si Djordjevic tuvo el triple de Estambul, Danilovic el 3+1 en el derby de 1998 o Bodiroga el ramalazo final de Indianápolis, Arijan adoleció en su carrera de esa canasta icónica. Tampoco, seamos justos, fue nunca un dominador del tempo de los partidos, o no al menos un devorador en los momentos clave.

Pero siendo cierto todo eso, no lo es menos todo lo que tiende a obviarse de su carrera. La carrera de un anotador furibundo, un alma de los 80 que siguió desatada en los rácanos 90. Un jugador de una técnica individual exquisita y un uso de las fintas tan barroco como hipnótico. Pero al lado de esa faceta tan recordada o tan arquetípica si se quiere hay otra que muchas veces se obvia: la del que probablemente fue uno de los 4-5 mejores defensores exteriores de su época. Un Komazec que siempre dibujó unas anotaciones de vértigo, presididas por unos porcentajes de tiro siderales, pero a las que además añadía unas condiciones defensivas impropias de su status. Siempre en las primeras posiciones en robos de balón, su pelea en el rebote y su actitud en línea de pase eran una de las señas de identidad de su juego. No sólo eso; su tendencia a buscar el contacto en ataque y su falta de miedo acaban por completar una imagen mucha más cercana a su realidad. Aunque los números no alcanzan a definir su impacto, sirva recordar que sólo en su paso por la LEGA fue eliminado por faltas hasta en 28 ocasiones…

Y es que Arijan, pese a las expectativas, pese al ruido, pese a las palabras necias, siempre se definió a sí mismo como un trabajador del baloncesto. Y lo era; vaya si lo era. Uno que además pulió records, destrozó aros y enamoró a unos cuantos. Un maldito que como tantos otros adoleció de suerte pero que, al menos a un servidor, permitió disfrutar de algunas cosas en una pista de baloncesto sólo reservadas a unos pocos elegidos.

UN PEQUEÑO REPASO A SU CARRERA

Nacido en la entonces ciudad yugoslava de Zadar, Arijan es el segundo hijo de Milan. Licenciado en Filosofía y periodista de oficio tras su retirada de las pistas, con un breve periplo como entrenador, Milan Komazec forma parte de la plantilla que en 1965 gana la primera Liga yugoslava para el Zadar, liderado en la pista por Giusseppe Giergia y Kresimir Cosic. Komazec padre aún habría de ganar otras dos Ligas (1967 y 1968) así como la Copa de 1970.

Predestinado pues al kosarka desde la cuna, la relación familiar de Arijan con el deporte de la canasta no termina ahí, llegando a jugar durante varias temporadas junto a su tío Petar Popovic (padre de Marko). Tras coquetear con algunas otras disciplinas deportivas, la herencia paterna y la ya prometedora talla del chaval le hacen entrar en la disciplina del Zadar con tan sólo 11 años.

Pronto comienza a destacar y pasa a la supervisión directa de Slavko Trninic, auténtico orfebre de la técnica individual y figura sin la que no se puede entender la carrera de jugadores como Kukoc, Radja, Bodiroga o el propio Arijan. Sus fintas, sus paradas en dos tiempos, su peculiar manera de marcar los pasos en las salidas, incluso su mecánica de tiro no excesivamente natural, empezarían a forjarse en esos días.

De crecimiento exponencial, con tan solo 15 años debuta en primera división disputando 5 partidos con el Zadar, a la postre campeón de la temporada 1985/86. Con apenas unas jornadas celebradas del siguiente curso, Cosic se lleva a Komazec a la tradicional gira de la selección por USA. De carrera intachable como jugador y cuestionable en cuanto a resultados como seleccionador, el carácter disperso de Kreso no ayudó a ponderar en su día la tarea de dar paso a toda una nueva generación, la misma que habría de maravillar al mundo. Con la base de la Cibona campeona de Europa, Cosic se lleva a Estados Unidos hasta cuatro jugadores de los que habían ganado el Europeo junior y que habrían de ganar el Mundial de Bormio al año siguiente. Y junto a ellos, todavía más joven, al propio Komazec.

Sin consideración oficial por parte de la Federación, que no computaba como tal los partidos de ese tipo de giras, Torneos de Navidad y choques ante clubes, Komazec tiene igualmente un debut muy temprano. Y es que el 14 de mayo de 1987, en Maribor, Cosic lo hace debutar en la victoria de Yugoslavia por 111-84 ante Alemania.

Con todo, su salto a la fama, y con él el inicio de las comparaciones con Drazen, llega en el verano de ese mismo año. Liderando a una selección que cuenta con jugadores como Tabak, Orcev o Grmusa, pero que está lejos del brillo de generaciones anteriores, Komazec guía a Yugoslavia al oro en el Europeo juvenil de Kaposvar. Lo hace además a lo grande, destrozando en semifinales a una España (Murcia, Morales, Tomás Jofresa, Hansen…) a la que endosa 52 puntos. En la final, ante una muy buena Italia, firma otros 21 consiguiendo el Oro y MVP que no serán los últimos ese año.

Presente ya el anterior en el bronce en los Juegos de los balcanes junior de Izmir, siendo el máximo anotador del equipo y donde coincide por primera vez con Danilovic, Komazec repite en 1987 en los Juegos de Vidim, donde Yugoslavia suma el oro imponiéndose en la final a los anfitriones y Komazec es el mejor jugador del torneo y máximo anotador con más de 34 puntos de media.

Su voracidad anotadora, unida a su estilo de juego e incluso su lenguaje corporal, disparan las comparaciones con un Drazen Petrovic tan convertido en un icono absoluto tras las dos Copas de Europa y la posterior Recopa con la Cibona. Una comparación que esconde entre sus muchas injusticias el obviar que el propio Drazen había tenido una carrera en categorías inferiores muchísimo más discreta a nivel colectivo.

Consolidado ya en el Zadar y a las órdenes de Vujosevic, un verano más tarde Komazec suma el oro en el Europeo junior celebrado en la Vojvodina, con el añadido de ser de nuevo el máximo anotador del torneo y MVP. Con esa inercia, la temporada 1988/89 apunta a ser la de su definitiva explosión. Con Vrankovic como socio interior y Sakota en el banquillo, Komazec comienza, desde sus 2.01, a definirse como un escolta total que anota y hace jugar al equipo. Máximo anotador liguero, se convierte en el jugador más joven en lograr liderar una clasificación… en la que volverá a mandar los dos años siguientes. Lejos de circunscribirse a Yugoslavia, en Europa empieza a hacerse un nombre guiando al Zadar hasta las semifinales de la Copa Korac, y nada ejemplifica mejor su importancia en el equipo como el doble duelo ante el Efes Pilsen. Con Komazec en el equipo, el Zadar vence en Estambul por 39 puntos. Sin él, de baja por una gripe, en casa pierde por 11 ante el mismo rival. Finalmente, el Partizan del propio Vujosevic -a la postre campeón ante Cantú-, termina cercenando el sueño del cuadro croata. Con todo, la mayor decepción para Arijan llega con su ausencia en la lista para el EuroBasket. Como le había pasado antaño a jugadores como Misovic, Skroce o Ivanovic, ser el máximo realizador no garantiza plaza en la selección. La llegada de un Ivkovic más conservador que Cosic no ayuda, optando éste por la sorprendente inclusión de un Danilovic por entonces aún muy verde ofensivamente.

La salida de Vrankovic del equipo y el rejuvenecimiento en general de la plantilla dejan a Arijan como líder absoluto del equipo en una campaña 1989/90 en la que no hay que olvidar que arranca con tan sólo 19 años. Pese a esa juventud y el evidente debilitamiento de la plantilla, Komazec no sólo repite galardón como máximo anotador de la temporada, sino que es también el líder en balones robados, tercer máximo asistente y octavo máximo taponador. Todo ello le lleva a ser elegido mejor jugador de la Liga, precisamente en el año 1990, el de la gran eclosión de Kukoc.

En lo colectivo, el Zadar alcanza contra todo pronóstico las semifinales ligueras e incluso arranca el partido de desempate ante el Estrella Roja. En Europa las cosas no van tan bien, pero Arijan deja alguna exhibición como las protagonizadas ante el Maccabi de Bruselas (34 puntos, 15 rebotes, 6 asistencias, 4 tapones y 7 balones recuperados) o el Pau Orthez (37 puntos con un sólo fallo en el tiro). Esta vez el tren de la selección no se le escapa y en Argentina se proclama campeón del mundo con una Yugoslavia de ensueño.

El siguiente curso, último de la Prva Liga como tal, Komazec repite prestaciones. Líder en puntos del torneo, acaba la temporada con 29.3 puntos de media… con un 50% en triples y un estratosférico 73% en tiros de campo, siendo además el cuarto mejor pasador de una Liga donde el Zadar vuelve a alcanzar las semifinales y vuelve a forzar el desempate de las mismas, en este caso ante la Jugoplastika. En Europa el Zadar cae en cuartos de final de la Copa Korac ante el Mulhouse francés de Toupane y Lauvergne (respectivos padres de los ahora jugadores de Unicaja y Fenerbahçe). Tras la Liga, Komazec repite en la selección absoluta y se cuelga el oro en el EuroBasket de Roma. El último torneo de la Yugoslavia de las 6 Repúblicas unidas y probablemente el fin de su primera etapa de esplendor. Con el inicio de las guerras de desintegración yugoslava, Komazec sorprende y, pese a la multitud de ofertas foráneas, decide quedarse un año más en el Zadar. Una decisión que a la larga le traerá problemas…

Subcampeón en la recién estrenada liga croata, Komazec decide tras la temporada 1991/92 dar al fin el salto al extranjero optando por la oferta de un Panathinaikos donde se va a reunir de nuevo con Vrankovic, y donde tendrá a Zeljko Pavlicevic, campeón de Europa con Cibona y Pop 84, como entrenador. Antes de incorporarse al cuadro heleno, el de Zadar se cuelga la medalla de plata en los Juegos de Barcelona siendo el tercer máximo anotador del cuadro de Skansi por delante de Kukoc, y anotando el 69% de sus tiros de dos.

Ese mismo verano, el Panathinaikos tira la casa por la ventana y decide firmar a Nicos Gallis, dispuesto a revertir el dominio de los equipos de Salónica. De vacío en liga desde 1984 y en Copa desde 1986, la presión para los del Trébol es inmensa. Para Komazec la cosa es aún peor. De complicado encaje con un Gallis celoso del protagonismo del croata, Arijan se va, pese a todo, por encima de los 23 puntos por noche siendo el cuarto máximo anotador de la Esake, y anota 30 en la final de Copa que rompe la sequía de más de un lustro del cuadro ateniense. Un equipo que acabaría por retirarse en plena final liguera.

El relativo éxito en las pistas no tiene reflejo fuera de ellas y Komazec pasa por los peores momentos de su vida. De ascendencia serbia por el lado paterno (su padre era de Kraljevo), su decisión de quedarse en Zadar el año anterior y de representar a Croacia es considerada una traición por la comunidad serbia de Grecia. Abucheado, escupido y amenazado en varias pistas, su soledad en un equipo donde sólo Vrankovic ejerce de apoyo le conduce a una severa depresión, e incluso se multiplican los rumores sobre un intento de suicidio que años más tarde desmentiría. Paradojas de la vida, ya retirado, Komazec habría de vivir otro episodio amargo cuando los ultras del Zadar le acusaban de ser pro-serbio y de animar al Partizan en un partido de la Liga Adriática en el que la Policía le expulsaba del pabellón "por su propia seguridad".

Hastiado y decepcionado con la experiencia, Komazec decide dar un paso atrás y, tras sumar el bronce en el EuroBasket con Croacia, firma por un Varese que lejos de sus días de gloria malvive en la A2. El impacto es inmediato y brutal. En su primer año Arijan no sólo es el máximo anotador del torneo con 32 puntos por noche, sino que suma más de 6 rebotes por partido y finaliza el curso con un 50% en triples y un 70% en tiros de 2… todo ello coronado con el ascenso. El verano no le va a la zaga y en una Croacia sin Kukoc, Komazec se cuelga el bronce en el Mundial de Canadá siendo además el tercer máximo anotador del torneo.

La 1994/95, lejos de acusar el salto a la A1, sólo dispara aún más los registros. Siete partidos por encima de los 40 puntos, máximo anotador con más de 33 de media, 69% en tiros de 2, segundo en robos de balón, cuarto en asistencias… Arijan lidera la LEGA en valoración estableciendo un registro nunca visto y a día de hoy todavía no superado (37.2). En lo colectivo, las cosas también marchan sobre ruedas y el equipo no sólo logra la permanencia, sino que logra entrar en los play-off por el título, donde acaban cayendo en el partido de desempate ante el Stefanel de Tanjevic y Bodiroga. En el partido decisivo Komazec se va hasta los 33, frente a los 18 de su antiguo compañero. Pero con todo, si hay un partido simbólico de esa temporada es el disputado a principios de octubre en Bolonia ante la Virtus.

Compañero de generación en categorías inferiores, los dos años de inhabilitación tras su paso del Bosna al Partizan habían sacado del foco a un Danilovic que hasta la campaña 1988/89 no podría debutar con los de Belgrado. A partir de ahí, y partiendo de ser un jugador de transición y nulo en el tiro, el crecimiento exponencial del serbio es de sobra conocido. De una fortaleza mental excelsa, su MVP y título europeo con Partizan y sus tres ligas italianas consecutivas en una Virtus que no campeonaba desde 1984 le colocaban en la élite europea. La imagen del ganador frente a la del "pudo ser y no fue" tan injusto. La convocatoria de 1989 compartiendo posición cuando Danilovic apenas llegaba a los 6 puntos por tarde y un duelo por delante excepcional… saldado con una inesperada victoria del Varese por 92-93. 33 puntos de Danilovic por 39 de Komazec. Y, sobre todo, una imagen inolvidable mediada la segunda parte. Valga la cita de Juanan Hinojo, autor de “Sueños robados. El baloncesto yugoslavo” para refrescarla:

"En una acción en concreto, Komazec penetra y Danilovic se planta bajo el aro para forzar la falta en ataque. Se deja caer, tras un contacto no demasiado exagerado. Komazec anota y le mira en el suelo, recriminándole que se tire, que no haya defendido hasta el final. Le mira desafiante cuando vuelve a su campo, y Danilovic (el agresivo y altivo Danilovic) avanza hacia el campo de ataque. Cuando pasa por delante de él, ambos se chocan la mano. Para mí el mensaje de Komazec es claro: te has vuelto una estrellita, no te reconozco. Qué es eso de tirarte; defiende y compite. Dalo todo. Danilovic recoge el guante, y en esa acción de chocarle la mano le está diciendo que perdona, que tiene razón. Que ser una superestrella que mete 30 puntos ha cambiado la esencia de su juego. La de aquel jugador que era un gregario".

Ese verano Danilovic dará el salto y Komazec será su sustituto en la Virtus. Antes, con Croacia, suma un nuevo bronce en el EuroBasket de Grecia con más de 20 puntos por partido, siendo el máximo anotador de la selección que dirige Aza Petrovic por encima de Kukoc y Radja. Bolonia supondrá en cierta forma el principio del fin y la estigmatización definitiva de Arijan. Y todo, una vez más, con un trasfondo de injusticia enorme.

Pese a la larga sombra de Danilovic (doméstica, ya que en Europa los boloñeses no habían dado el salto esperado), el arranque de Komazec en la Buckler resulta esperanzador: 30 puntos en el debut liguero ante Pistoia, 28 en el derby ante la Fortitudo… solvencia anotadora que en la jornada 11 vive su punto álgido cuando el de Zadar le endosa 51 puntos al Trieste con 17/20 en tiros de 2. En Europa la Virtus sigue sin funcionar, pero en la competición doméstica el conjunto de Bolonia acaba líder de la fase regular y Komazec vuelve a liderar la LEGA en porcentaje de tiro con un irreal 70%. Sin embargo, a la hora de la verdad, el destino vuelve a torcerse. Tras superar sin grandes apuros a Pistoia en los cuartos de final, la Virtus se mide en semifinales ante una Stefanel vulgar en la liga regular pero con la credencial de haber ganado la Copa y haber sido subcampeona, por tercera vez consecutiva sumando sus estancias en Trieste y Milan, de la Copa Korac. Un equipazo dirigido por Tanjevic y liderado por Gentile, Bodiroga y Fucka que ese año había sumado a Rolando Blackman para aportar el punto de experiencia.

La Virtus, con una plantilla de por sí muy corta, ve como su segundo extranjero, Orlando Wooldridge, llega tocado al inicio de la serie. Un inicio donde Komazec supera con 30 puntos su duelo particular a Bodiroga, pero donde los 34 de Gentile se vuelven fundamentales. Con la serie en formato de canchas alternas, Stefanel no falla en el segundo y pese a la victoria boloñesa en el tercero, en el cuarto la Virtus cae derrotada con estrépito con un Komazec esta vez sí superado por Bodiroga. Una Stefanel que acabará por llevarse la LEGA en una final tremenda.

Tras la decepción liguera, ese verano Komazec está a punto de firmar por New Jersey Nets y se incorpora a la selección para disputar los Juegos de Atlanta, unos Juegos que supondrán el inicio de la travesía en el desierto croata que se puede rastrear hasta nuestros días. Y es que, por primeras vez en sus 10 torneos con las distintas selecciones, Komazec se queda sin medalla, y lo hace de la manera más amarga. Tras arrancar como segundo máximo anotador de la selección, una mala caída en el partido ante Estados Unidos le hace perderse el resto del torneo, teniendo que vivir la eliminación en cuartos desde el banquillo. El inolvidable triple de Toni Ronaldson (otro jugador que merece una puesta al día de su inmensa figura) entierra el último atisbo de una generación.

Para Komazec es el último gran torneo con la selección, aunque aún habrá de disputar partidos clasificatorios para los Europeos de 1997 y 1999. En el 97 disputa tan sólo un partido, el clave ante Rumanía anotando 32 puntos, cogiendo 5 rebotes y repartiendo 7 asistencias. Su último encuentro será ante Bosnia en el Preeuropeo de 1999, retirándose lesionado a los 6 minutos. Dos días antes le había endosado 33 puntos a Estonia.

Si los Juegos de Atlanta habían acabado en sinsabor, la temporada 1996/97 acabará por ser la más dolorosa de su carrera. De inicio, la Virtus mejora su imágen en Europa y Arijan vuelve a amenazar con convertirse en el gran icono del torneo. 35 puntos al Partizan, 40 al Barcelona… números de ensueño que lo colocan como segundo máximo anotador de la euroliga, segundo en robos de balón y líder en porcentaje de tiro. Campeones de Copa, los virtusinos acaban cayendo en los play-off europeos ante el Milán. Pese a contar con una plantilla renovada y estar castigados por las lesiones, en la LEGA marchan segundos cuando a falta de 5 jornadas para el final Komazec se lesiona en el tobillo. Se inicia así el principio del final. Corajudo como siempre, se obstina en volver para los play-off mientras los médicos del club quitan importancia a la lesión. En 8 partidos de play-off apenas puede alcanzar los 70 minutos, el equipo cae en semifinales y la polémica está servida con sectores de la prensa y del propio club dudando del alcance real de la lesión.

No sólo real, sino mucho peor de lo esperado, la lesión en el tobillo obliga a pasar al jugador croata por el banquillo, perdiéndose el EuroBasket y dejándole unas secuelas de las que nunca se recuperará del todo. Incansable pese a todo, Komazec vuelve a Varese tratando de recuperar las sensaciones. De nuevo destacando en defensa y con porcentajes de tiro en torno al 70%, sus números ofensivos bajan, pero aún así es capaz de coquetear con los 20 de media, con puntuales exhibiciones como los 40 puntos anotados ante Scavolini. Y no sólo eso: en el papel de líder su ejemplo arrastra a jugadores como Pozzeco o Meneghin a una nueva dimensión en sus carreras. Tras una enorme temporada, Varese alcanza las semifinales cayendo en cuatro partidos ante una Kinder que tras la marcha de Arijan se ha proclamado campeona de Europa. Una lesión de Danilovic en el primer partido de la serie impide vivir el duelo en su extensión. Con todo, la sombra sobre la carrera de Arijan habrá de vivir otro giro.

Lejos de sus mejores días, pero todavía a buen nivel, Komazec es reclamado por Ivkovic en el Olympiacos. Con los del Pireo llega a disputar la Final Four de la Euroliga, siendo con 16 puntos de media el máximo anotador continental del equipo. En el recuerdo queda la eliminatoria de octavos ante Varese, con el público volcado en su recibimiento y Komazec quedándose en tan sólo 5 puntos. Ya en cuartos de final, con 23 puntos y 7 rebotes el croata no tiene tanta piedad del ASVEL, certificando la llegada a una Final Four donde serían eliminados en semifinales por el huracán verde del Zalgiris de Kazlauskas.

Pese a su buen año en lo individual y lo colectivo, las molestias en el pie le piden dar un paso atrás y Komazec decide volver a Zadar. Todo ello mientras en Italia el Varese se alza con la LEGA incrementando la leyenda negra del escolta. Formando pareja con Radja, el Zadar suma la Copa y es subcampeón liguero con unos últimos meses de Komazec a un nivel que parece reverdecer el anterior a su lesión. Tal es así que, por sorpresa, al acabar la temporada se anuncia su salto a la NBA con un contrato garantizado por los Vancouver Grizzlies.

Una vez más la cara B de la vida le espera, y una recaída en el tobillo impide su debut con el conjunto canadiense haciéndole perderse toda la temporada. Tras coquetear con la retirada, finalmente Komazec firma con el AEK de Atenas, donde apenas puede disputar 11 encuentros en liga y 8 en Euroliga en una temporada histórica para el club amarillo, que acaba llevándose la liga liderado por un enorme J.R. Holden. Finalmente, Komazec cierra su carrera con dos últimas temporadas disputadas en Polonia y de nuevo en Italia. En Polonia alcanza la final liguera con el Slask Wroclaw, mientras que en su último saludo en el escenario firma unos notables 17.7 puntos por partido en el Air Avellino. Su último partido en una cancha europea se produce en el Palamagetti de Roseto, y al igual que con la selección termina con una lesión y su salida antes de tiempo. Como con los croatas ante Estonia, mucho mejor es su penúltimo encuentro, en el que anota 32 puntos frente al Teramo.

Barroco en sus movimientos, de depurada técnica individual hasta el punto de hacerle parecer un punto robótico, de talla notable para su puesto, nada egoísta pese a sus números y de una actitud siempre intachable, Komazec siempre se definió a sí mismo como un obrero del basket. No, no fue Drazen, ni tuvo la fortaleza mental de Danilovic, ni el temple de Bodiroga en los minutos finales. No fue, obviamente, un talento tan natural y poético como Kukoc. Pero no importa, porque fue muchas otras cosas. Un obrero del basket que anotaba como nadie, un coleccionista de medallas de importancia creciente, un tipo capaz de aislarse y de fintar a las adversidades como fintaba a los interiores. Porque nunca rehuyó ningún contacto, porque nunca entendió la reserva en defensa, porque al final dar lo mejor en el penúltimo acto tiene algo de la grandeza del decadente. Porque en una Europa de los 90 podrida de conservadurismo, él se pegaba como los demás pero anotaba como nadie. Por todo eso y por mucho más, para unos cuantos este medio siglo de Arijan Komazec merece celebrarse, porque de bardos que cantan las hazañas de los ganadores ya está el mundo lleno. Hvala Arijan por tantas y tantas canastas… por tantas y tantas cosas.





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