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NCAA MM'10: Baylor se cuela en Elite Eight ante una St. Mary's ausente (72-49)
Alejandro González  | 27.03.2010 - 16:53h.
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#3 Baylor 49 – 72 Saint Mary’s #10

BAY: Dunn 23 puntos
SMC: Samhan 15 puntos y 9 rebotes; Allen 16 puntos y 7 rebotes


Scott Drew había planteado el partido de forma acertado, algo que quedaba patente desde el principio. Con lo que no contaba ni el propio entrenador de los Bears era con la ausencia de St. Mary’s.

Baylor lo tenía claro. Atrincherados en una zona que acumulaba los centímetros y kilos de Udoh y Lomers en su interior y que buscaba agobiar la creación de juego rival a base de intensidad y superioridad física. Casi todas las miradas estaban puestas en el duelo de Samham contra los pívots de los Bears, pero la clave del partido, la explicación a tan escandaloso marcador (digno de un encuentro de #1 vs. #16 de primera ronda), estaba fuera. La pareja del backcourt, a pesar de los números de su center, siempre fue la base de los Gaels. Y anoche ambos fallaron estrepitosamente. Sobre todo McConell, que nunca fue capaz de encontrar retales de su habitual dirección. El base de Arizona no encontraba líneas de pase, no leía las situaciones. Ni siquiera veía a compañeros claramente desmarcados. Como si fuese él, como si estuviese ausente. Una fría ausencia que se contagió rápidamente al resto del equipo. Steindl deambulaba por la pista sin saber muy bien qué hacer y Dellavedova se estrellaba contra el aro. Los tres agobiados por unos defensores más grandes y más rápidos. Los guards de SMC veían manos por todas partes y perdían la concentración y, sobre todo, la fe.

Por dentro la situación era distinta. Samham tardó poco en desesperarse. El pívot californiano necesita espacios para poder postear, pues su lentitud concede demasiado tiempo a la llegada de unas ayudas que, en la noche de ayer, eran constantes. Samhan se obcecaba, sin plantearse tampoco doblar el balón. Ben Allen parecía ser el único que entendía lo que pasaba, pero sus intentos por ayudar resultaron claramente insuficientes.

Baylor se hacía fuerte atrás y se crecía (como depredador que huele la sangre) ante las debilidades de su rival. En ataque le entraba todo. Dunn, Carter y Acy martilleaban el aro rival con suma facilidad, mezcla de acierto propio y dejadez ajena. Las apariciones interiores de Udoh y Lomers desestabilizaban más a una defensa hundida. El partido quedaba roto en mil pedazos al descanso (46-17). La segunda parte ya casi no importaba, pues era evidente que St. Mary’s no tenía ilusión ni fuerza para nada. Triste despedida de una de las grandes historias de este apasionante torneo. Injusto final para un equipo que gusta del juego vistoso, que practica un baloncesto puro, complejo y bello. Que lo hace casi siempre, pero no lo hizo anoche, y eso es lo que cuenta cuando se busca la gloria.

Baylor alcanza su primera Elite Eight desde que la Madness alcanzó su actual formato. Alcanza la élite como premio al gran trabajo realizado en unos años duros, con los ecos de la tragedia aun demasiado presentes. Jugando “casi” en casa, Duke se interpone en su camino a Indianapolis.




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