Nuestro especialista Iván Fernández repasa la historia del Mundial de baloncesto ofreciéndonos un interesante recorrido desde los orígenes de la competición hasta la última edición en 2014.

EL GRAN CAMBIO QUE NO LLEGÓ, UNOS DOBLES Y UN GRAN BAJITO

Por segunda vez en su historia el Mundial de baloncesto era acogido en Europa, en concreto en una España que vivía inmersa en su particular ´boom´ baloncestistico. Lo hacía además plenamente asentado y con la idea de suponer un punto de inflexión histórico: por un lado se ampliaba a 24 el número de participantes y por otro se convocaba una reunión histórica de la FIBA coincidiendo con la celebración del torneo.

Apenas unas semanas antes del torneo mundialista la FIBA convocaba a sus asociados en Barcelona para celebrar una asamblea que debía ser histórica y cuyo fin último era dejar la puerta abierta a que los jugadores de la NBA pudieran participar en sus competiciones. La medida, revolucionaria en la época, acabó contando con el veto de dos de las grandes potencias: la URSS y la propia USA… aunque con muy distinto motivo. Sin embargo, sí salía adelante una parte de la propuesta, de tal manera que la última sigla de FIBA pasaba de la antigua ´Amateur´ a ´Association´… dejando así un camino libre que no habría de esperar muchos años para verse recorrido.


Dado el aumento de equipos, el sistema de clasificación cambió pasando a disputarse una primera fase con cuatro grupos de 6 equipos, donde los 3 primeros se clasificaban (arrastrando sus resultados particulares) a dos nuevos grupos, también de 6, y en donde los dos primeros de cada uno finalizarían cruzándose en aspa para conformar las semifinales.


La otra novedad llegaba en el sistema de clasificación, ya que por primera vez en Europa se disputó un torneo previo para repartir ocho plazas que habían de sumarse a las de España (anfitriona) y URSS (vigente campeón). Este torneo previo no propició grandes sorpresas, aunque sí algún que otro partido notable como el deparado entre Francia y Grecia. Si ya en la ida los helenos habían necesitado de una prórroga para imponerse a los galos, en la vuelta la historia se multiplicaría hasta necesitar de tres tiempos extras para el definitivo 126-130 a favor griego. 
Una USA que volvía a apostar por el Mundial, la URSS que había maravillado un año antes en Alemania, las grandes individualidades en forma de Petrovic, Oscar o Gallis… todo parecía sentar las bases de un gran espectáculo.

Drazen Petrovic


Ya en España, tres de los cuatro grupos iniciales seguían el guión previsto y a excepción de los problemas de USA para deshacerse de Puerto Rico (73-72), tanto norteamericanos como yugoslavos y soviéticos pasaban invictos a la segunda fase. Por desgracia para el público local, la anfitriona sería la excepción entre las cabezas de serie. Plata en el EuroBasket 1983, en los Juegos de 1984… ni siquiera el frustrante final del Europeo de Stuttgart había enfriado los ánimos en torno a un equipo español que soñaba con la medalla.


Pese a arrancar con nervios (84-80 ante Francia y 87-86 ante Grecia) los discípulos de Antonio Díaz Miguel conseguían llegar invictos a la última jornada del grupo, donde habían de enfrentarse a Brasil. Los cariocas, que llegaban tras el peor resultado mundialista de su historia en Colombia, presentaban un importante arsenal ofensivo liderado por Oscar y Marcel De Souza amén de un buen juego interior con Israel o Gerson a la cabeza. Pese a estos mimbres, la canarinha llegaba al choque jugándose el todo o nada. Irregulares como pocos, habían caído ante Francia y necesitado de una prórroga para superar a Panamá, resultados que en caso de derrota ante España les dejaban fuera del Mundial. Sin embargo, una victoria les daba no sólo el pase, sino una tarjeta limpia de derrotas en la segunda fase… y esa fue su gran credencial. Jugando con los nervios locales, Brasil controlaba mejor sus nervios y con 30 puntos de Oscar y los errores españoles colocaban un claro 86—72.


Tras este resultado, y salvo sorpresa que no habría de producirse, España estaba obligada a vencer a la URSS para acceder a las semifinales, un objetivo duro, pero que ya había alcanzado en los dos últimos Europeos… sin embargo esta vez no se producía el milagro y pese al gran partido de Epi (27 puntos) España caía por 88-83 despidiéndose de las semifinales.

VÍDEO: ESPAÑA - URSS


Más interesante si cabe era el devenir del segundo grupo, disputado en Oviedo, ya que arrancaba con la sorprendente derrota de Estados Unidos ante una Argentina donde Esteban Camisaza se multiplicaba para erigirse en héroe improvisado. Esta derrota parecía decantar definitivamente el favoritismo del grupo hacía una Yugoslavia mucho más exuberante en lo ofensivo y con un Drazen Petrovic en estado de gracia, más aún cuando los plavi aplastaban a Italia por un contundente 102-76. Sin embargo, llegada la última jornada del grupo el joven conjunto estadounidense sacaba a relucir su mejor versión defensiva, desquiciando a los balcánicos y todo ello con un protagonista que no alcanzaba los 1.60.

Drazen Petrovic y Tyrone Bogues

David Robinson, Kenny Smith… la nómina de grandes jugadores del equipo de Lute Olson era de lo más extensa, pero pocos contaban con el protagonismo del diminuto Tyrone Bogues. El pequeño base de Wake Forest tomaba de inicio a Drazen Petrovic, y lo que en principio parecía descabellado desembocaba en el desquiciamiento de la estrella de Sibenik y en un 16-2 inicial que marcaba el destino del partido. Yugoslavia, que llegaba al partido promediando más de 100 puntos, se quedaba en 60 dejando el primer puesto en mano de los jugadores norteamericanos.

VÍDEO: YUGOSLAVIA - USA


De esta manera USA se encontraba con Brasil en la primera semifinal, dejando ya el partido sentenciado en la primera parte con un demoledor 60-39, alcanzando así la final por segunda edición consecutiva. Mucha más historia habría de encerrar la otra semifinal, que sería testigo de uno de los grandes momentos de la historia de los mundiales.


Pese al favoritismo previo de los soviéticos y a la animadversión del público local, la selección de Cosic no sólo conseguía mantener el tipo, sino que dominaba el marcador y tras una racha de acierto exterior parecía decidir el partido, hasta tal punto que a falta de poco menos de un minuto llegaba a disponer de una ventaja de 9 puntos. ¿Definitivo? Sabonis anotaba un triple frontal a tablero y tras el consiguiente saque de fondo plavi, Aleksandar Petrovic perdía un balón que Tikhonenko convertía en el 85-82. La URSS presionaba pero Yugoslavia renunciaba a los tiros libres controlando así el ritmo… hasta que en un saque lateral Zoran Cutura enviaba al balón al joven Vlade Divac.

El pívot, recién ingresado en la pista por las faltas de los compañeros acusaba su bisoñez y cometía unos ingenuos pasos que Valters castigaba con el tercer triple soviético y la consiguiente prórroga. Júbilo en las filas de la URSS y un Divac hundido en medio de la pista mientras recibía la bronca de Petranovic y el consuelo de Dalipagic y Cutura. El milagro estaba consumado, y si bien la prórroga mantuvo la tónica de igualdad presidida por los nervios y los errores desde el tiro libre, el mejor estado anímico de la selección roja le deba el pase a la final con el definitivo 91-90.

VÍDEO: YUGOSLAVIA - URSS

En la lucha por el bronce los yugoslavos se desquitaban superando a Brasil por un claro 117-91, con 30 puntos de un Dalipagic que se despedía así de los grandes torneos de selecciones.

Mucho más igualada resultaba la final, o al menos en sus últimos minutos, ya que contra todo pronóstico el equipo americano arrancaba el último acto dominando a placer con un Robinson que podía con Sabonis y el dúo de los Smith (Kenny y Charles) anotando a placer. USA se disparaba hasta los 18 puntos de ventaja (78-60) pese a lo cual la URSS volvía a rozar el milagro y a través de una defensa zonal soñó con el título, aunque finalmente se quedaba a las puertas (87-85).


VÍDEO: USA - URSS