Con otra remontada final, PUERTO RICO completa el Grupo J. Por un lado creo que es bueno porque, pese a su irregularidad, tiene más dinamita que TÚNEZ. Una Túnez que, tras este palo, debe jugarse ahora el pase a los Juegos y desde luego no lo va a tener nada fácil.

Me da cierta pena por Mario Palma, un tipo muy interesante a la par que un magnifico entrenador de baloncesto. Cinco veces campeón del Afrobasket, cuatro con Angola y una con el propio equipo tunecino, Palma también tiene una medalla de bronce en Asia cuando dirigió a Jordania. A nivel de clubes, ganó cinco ligas consecutivas con el Benfica e incluso dio guerra en Europa como en aquella temporada 1993/94 en la que se cargaron en las previas al Hapoel y al Olimpija Ljubjana, para luego en la liguilla vencer en Badalona o imponerse a la Virtus endosándole más de 100 puntos. Ahora que habla de una posible retirada, hubiera sido una gran colofón para él.

Por otro lado, este equipo boricua tiene poco del talento y la locura de otros años, pero a modo de curiosidad hay que recordar en el Mundial de 1990 fue la única selección capaz de ganar a Yugoslavia, a la que ya había ganado en los Juegos de Seúl y a la que volvería a ganar en el Mundial de 2002. No creo que le dé guerra a esta Serbia, pero al menos hay precedentes -muy cogidos con pinzas, lo sé-, para echar la imaginación a volar.

POLONIA, tras una fase de preparación horrible, llena de problemas en la pista y fuera de ella, ya está en la segunda fase y pasa a ella inmaculada. Beneficiada por un calendario amable, sí, pero con tres victorias podría bastarle una más para meterse en cuartos... no tan lejos de aquel quinto puesto de 1967.

Una Polonia donde la baja de Lampe y la retirada de la selección de Gortat han dado el liderazgo exclusivo a Mateusz Ponitka, el mismo que hace ya 9 años liderara aquella revolucionaria selección U17 que se colgó la medalla de plata en el Mundial de Hamburgo. Hoy en la absoluta sólo queda él de aquel equipo del que ya fue el máximo anotador. Las lesiones han masacrado a Karnowski o Gielo, Michalak se quedó por el camino y poco queda de aquello... salvo quizás la ambición del mayor de los Ponitka.