Termina la primera fase de la competición con un partido envuelto en grandes dosis de polémica.

Y es que la derrota de España el pasado sábado frente a Rusia (lo que le impedía ser primera de grupo), unido al hecho de que el torneo tenga una selección como Estados Unidos, con un potencial muy superior al del resto, nos llevaba a observar este partido desde un prisma diferente. ¿Sería capaz alguna de estas dos selecciones de aceptar la derrota a cambio de evitar a Estados Unidos en los hipotéticos cruces de semifinales, teniendo en cuenta que tanto Francia como Argentina, los rivales en cuartos, tienen un nivel bastante parejo?

En las horas previas al partido, ambas selecciones afirmaron que no se les pasaba por la cabeza la posibilidad de renunciar a la victoria. Este discurso, que entiendo sincero, también es el único posible. Y considero que es sincero por cuanto que pocas cosas pueden ser más humillantes para una Federación, para un país y para unos jugadores con una imagen y una trayectoria profesional tan importante -construida sobre muchísimo trabajo y esfuerzo- que verla manchada en unos Juegos Olímpicos por una investigación, con las consecuencias que se determinasen (y ya tenemos casos en estos mismos Juegos).

Viendo el partido, la conclusión que saco es que ambas selecciones disputaron la victoria con normalidad. En eso no tengo dudas. Sí que es cierto que éste no era un partido clave ni decisivo para ninguna de las dos, por lo que el nivel de intensidad y concentración durante el desarrollo del mismo era más bajo que lo fue el de Rusia y que lo será el de cuartos.

Se puede adivinar que el final del partido despierte ciertas suspicacias si se tienen en cuenta únicamente las estadísticas y los parciales. Sin embargo, lo que yo he apreciado ha sido una acumulación de errores de España, tanto en ataque como en el balance defensivo, que nos ha llevado a la derrota. Errores que, por otro lado, y esto sí que me preocupa especialmente, no es la primera vez que nos ocurren y que nos cuestan recibir duros parciales en contra.

Más allá de toda esta polémica, que era previsible, lo cierto es que las sensaciones no pueden ser peores de cara a la fase decisiva de la competición. En estos momentos, deberíamos llegar con confianza y con un nivel de juego, de intensidad y de concentración acorde al nivel de exigencia de unos cuartos de final.

Pues todo lo contrario. Contra Gran Bretaña ya tuvimos serios problemas para sacar adelante el partido. Dos días más tarde, contra Rusia, se demostró que no había sido casualidad, superándonos durante buena parte del partido. Y hoy se confirman los peores presagios, sobre todo cuando vemos a la selección relajar los conceptos defensivos básicos y jugar de forma muy precipitada en ataque. En estos momentos la maquinaria debería estar ya engrasada y el equipo tendría que ser capaz de ofrecer el máximo nivel de intensidad y de concentración durante todo el partido. Sin embargo, lo que nos encontramos es un equipo muy irregular, capaz de comenzar los partidos a buen nivel para ir diluyéndose poco a poco hasta ser superada de forma clara por el rival.

Ahora nos espera en cuartos Francia, una selección extraordinariamente poderosa tanto en talento técnico como sobre todo en el aspecto físico. El hecho de que hayamos obtenido buenos resultados frente a ellos en nuestros últimos enfrentamientos no debe hacernos perder la perspectiva. Llegamos a un partido durísimo y no precisamente con las mejores sensaciones.

Pero si hay algo que también queda claro es que nuestra selección tiene jugadores de gran talento (aunque la mayoría no han llegado en un buen momento físico, todo hay que decirlo), es un bloque que lleva mucho tiempo jugando juntos y que acostumbra a mostrar su mejor cara en los partidos decisivos.

Confiemos en que el trabajo psicológico durante estas horas permita recuperar la confianza y la concentración de cara al partido del miércoles, después de unos días bastante difíciles.

Empieza un campeonato nuevo.