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La esquina de Sunara (Jornada 3, II), Things have changed, por Iván Fernández
Iván Fernández  | 03.09.2014 - 14:41h.
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Uno de los grandes atractivos de un Mundobasket es el de contemplar el choque entre distintas ideas baloncestísticas. Independientemente del nivel, la frescura y heterodoxia de los equipos modestos tiende a ser un soplo de aire fresco desde la perspectiva de un baloncesto europeo que, salvo honrosas excepciones, tiende a la uniformidad.

La cara B de este fenómeno quizás la podríamos encontrar en el arbitraje, sin duda una de los aspectos más flojos en lo que va de torneo y quizás la mayor barrera entre ambos baloncestos. Acostumbrados al respeto NBA o al excelso nivel Euroliga, alguno de los arbitrajes del torneo están resultando cuanto menos chocantes. Con todo, no fue hasta ayer cuando estallaba la primera gran polémica a raíz de las contundentes declaraciones del habitualmente ponderado Jonas Kazlauskas. Muy disgustado tras la derrota ante Australia, el de Panevezys cargaba contra el trío arbitral y calificaba al equipo australiano de equipo de rugby.

¿Fue para tanto? Visto desde fuera desde luego no lo pareció. Es cierto que la presencia de jugadores como Newley, Motum o Broekhoff parece haber hecho recobrar a Australia el ADN que en su día exhibieron jugadores como McKinnon, Vlahov, Dorge o el gran Tony Ronaldson. No es menos cierto que por primera vez en el torneo (y la preparación) Australia apretó en el poste bajo, doblando las ayudas a un Valanciunas que apenas recibió. Pero por encima de eso, lo que realmente le costó el partido a Lituania fue una vez más su incapacidad para superar la presión. Históricamente huérfana de grandes bases, llegó a optar por situar a Seibutis o Pocius en el puesto de uno, siendo finalmente Darjus Lavrinovic el único capaz de poner cierta cordura en un problema agravado, que no surgido pues ya viene de lejos, con la baja de Kalnietis. Por lo demás, Australia se mostró tan brillante en la primera parte como dispersa en la segunda pese a lo cual atisbó sus primeros síntomas de esperanza en el torneo. El gran partido de Ingles, la primera aportación de Jawai y un mejor tono defensivo marcan al menos unas rendijas de esperanza para un conjunto hasta la fecha demasiado frágil.

Por su parte, la derrota lituana lejos de ser trascendental le abre la vía de llegar a la última jornada pudiendo explotar la posibilidad de jugar con una derrota de cara a renunciar a ese segundo puesto que lleva inexorablemente a USA en cuartos... bondades del sistema. Tampoco debería guardar mal recuerdo Kazlauskas de una Australia ante en la que el año 2000 se colgaba la medalla de bronce en los Juegos de Sidney: 89-71 con 50 puntos entre Stombergas y Jasikevicius. Cuatro años antes, y con Kazlauskas como asistente, 30 puntos de Sabonis habían sellado otra medalla del mismo metal ante los propios australianos.

Por suerte, más allá de temas ajenos a lo deportivo, la jornada nos dejaba una nueva exhibición de Goran Dragic, la muestra de solidez de una Ucrania en la que Mishula se disfrazaba de Gladyr frente al poderío reboteador de Asik para Turquía. Mientras tanto, el físico dominicano aplastaba a una Finlandia excesivamente ansiosa y abocada ahora a un duelo tremendo ante los otomanos.






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