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La Esquina de Sunara (Día 3, II): Cómo hacer crac, por Iván Fernández
Iván Fernández  | 09.09.2015 - 00:31h.
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Situada en la breve franja de costa eslovena, la ciudad de Koper se encuentra al sur de Trieste. Fue durante 400 años parte de Italia y aún hoy mantiene el doble nombre de Capodistria, así como la cooficialidad del italiano. Sede en 2013 de una de las fases de grupo del EuroBasket, Capodistria fue testigo del renacimiento de una Italia que, tras la ausencia de 2009 y el mal papel de 2011, mostraba su mejor cara pese a las ausencias de Hackett, Bargnani o Gallinari.

 


Justa de efectivos pero con las ideas claras, aquella Italia maravillaba y sembraba la semilla de una ilusión. Dos años después, con los tres NBA de nuevo a bordo, la Federación italiana lanzaba el lema "We are family" buscando conjurar los problemas del pasado, y es que al retorno de los tres NBA se sumaba la vuelta de Hackett y el creciente protagonismo de jugadores como Cinciarini, Datome o Gentile. Durante unas semanas, con el torneo de Riga como máximo exponente, Italia protagonizó un baloncesto como pocos equipos pueden hacer a este lado del charco: Cinciarini mandaba, Hackett salía para subir la intensidad defensiva, Gallinari ejercía de líder, Datome decidía en los momentos clave, Bellineli asumía su papel y, por si fuera poco, defensivamente el equipo era un rodillo.


La siguiente parada de la preparación suponía la vuelta a esa Capodistria portuaria que dos años atrás había ejercido de bálsamo para el alma. El primer partido del nuevo torneo se saldaba con una nueva muestra de solvencia ante Finlandia que ahondaba en el júbilo de un equipo siempre tendente al exceso. La segunda parecía ser otro paso en ese camino casi cabalístico que debía llevar a Lille 16 años después del oro de Paris, 32 del de Nantes. Pero tras otros 20 minutos gloriosos ante Ucrania con rentas por encima de los 20 puntos, algo hizo crac. Ucrania remontaba, se llevaba el partido y al día siguiente Italia, ya irreconocible, caía ante Eslovenia. El resto está a la vista: vuelta a la falta de roles, adiós a la defensa y los síntomas más preocupantes: Belinelli subiendo la bola andando, ejerciendo de base de liga de veteranos, Gentile obstinado en sus delirios de grandeza, Datome -el hombre llamado a poner cordura- roto... lo que se había unido en Capodistria había vuelto a romperse en una Koper ya nada italiana.


Con esas premisas saltaba hoy Italia a un duelo con una España que parecía desigual dadas las sensaciones de la jornada anterior. Y todo ello precedido del triunfo turco que añadía picante al grupo y a la lucha por a) clasificarse, b) hacerlo como primero o tercero. Si a todo eso añadimos el gran arranque de Pau Gasol y la ausencia de Datome... y sin embargo, fiel a esa idiosincrasia tan suya que es la de no tener ninguna, cuando menos se esperaba Italia encontró de nuevo la chispa ofensiva. Con Bellineli en vena y Gallinari en el papel de los últimos meses, los de Pianigiani acabaron por borrar a una España muy blanda en defensa. ¿Está de vuelta Italia? Imposible decirlo, ya que pese a la victoria en nada se pareció al equipo redondo de las primeras semanas. ¿Y España? Pues a cumplir el trámite ante Islandia, si es que lo es, y a jugarse una posible eliminatoria de dieciseisavos ante los anfitriones, mientras soluciona los problemas defensivos en el 2x2, en las ayudas exteriores y el complicado encaje de un perímetro “Lasiano” con Pau Gasol.... Sea como sea, me pedía ayer el gran Nacho Doña, a la sazón editor de este espacio, un recuerdo para su tocayo y mi paisano Vegas... Desde luego puestos a hacer crac Italia ha sabido cómo hacerlo.



Precisamente la propia Eslovenia sumaba su segundo triunfo consecutivo en el torneo al imponerse a Holanda en un partido de idas a venidas. Siempre entregado, el conjunto de Zdovc vive lastrado por su falta de profundidad y calidad, pero cuando al innegable tesón defensivo une un punto de acierto ofensivo dibuja momentos realmente notables. Comenzaba el partido dejando a Holanda sin anotar durante medio cuarto, y cuando el peso de la lógica se imponía vivía de un triple hoy de nuevo menos esquivo de lo que parece. La explosión anotadora de Kloof en el tercer cuarto metía al partido en un efecto acordeón en el que Eslovenia se estiraba con buenos minutos de un Blazic que hasta metía de fuera y con Prepelic oficiando de base. Finalmente la última contracción “oranje” fenecía en la orilla gracias a cinco puntos consecutivos de un Dragic algo gris hasta el momento. Queda Holanda ante lo más duro de su camino, mientras que Eslovenia sigue en su hoja de ruta, feliz de la constancia y admirada del enorme torneo que firman hasta la fecha Klobucar o Prepelic.


En ese mismo Grupo C, Grecia se bastaba de una faena de aliño ante una Georgia que sigue desconocida pero que dio muestras de recuperación. El cuadro heleno sigue en busca de la alquimia entre sus dos pulsiones y deja para la esperanza unos primeros minutos de circulación excelsa, claridad de ideas... y Spanoulis al mando. Para los de Kokoskov queda el cartucho macedonio en busca del triple empate salvador. Una Macedonia más que decente hoy ante una Croacia a la que por momentos parecen volverle los fantasmas, pero que dejó un último cuarto notable y la sensación de que Bogdanovic está recuperado, Saric ascendente y los secundarios enchufados.


Sin mucha historia en un Serbia-Islandia en el que los de Djordjevic arrancaban tibios ante la heterodoxia nórdica. El termómetro en definitiva sigue sin moverse, con los de Pedersen disfrutando del evento y los plavi creciendo. Sigue faltando oxigeno ofensivo en la pintura y Milos no encuentra el toque, pero a cambio la defensa tiene grandes momentos, el banquillo está enchufado, Kuzmic es un aval atrás, Nedovic sigue dulce y Bogdanovic parece de vuelta. La balanza cuantitativa parece clara, queda ver la cualitativa... y es que el peso de un buen Milos puede ser la clave.


Genio para lo bueno y lo malo, Ergin Ataman volvía a dejar hoy su sello en el demoledor arranque del Alemania-Turquía,donde con un planteamiento defensivo tan arriesgado como brillante silenciaba el ya de por sí tibio pabellón berlinés. Especializado en resucitar proyectos, hace ahora tres años hizo triplete ganando incluso la Liga con un Besiktas que no se la llevaba desde 1975 y el año siguiente repetía con el Galatasaray -la primera Liga desde el 90 con Pat Williams, Canikilioglu, Aribogan y compañía-. Llevó a Efes y a Siena a la Final Four y con los toscanos ganó la Saporta de 2002; antes de eso debutó como primer entrenador en el PTT Ankara (Winslow, Richard Scott, Tunçeri, Milicevic...) llegando a ser subcampeón liguero, vivió la gloria con Ülker, fue asistente NCAA... y ahora busca repetir el milagro del pasado verano en el Mundial. Ayudado por otro mago del banquillo como Sarica, hoy ponía otra piedra más en su particular catedral erigida a algún dios loco y bizarro más propio del algún relato lovecraftiano. Y sí, Alemania se volvió a meter en el partido y Turquía pecó de lo de casi siempre, pero basta echar un vistazo a los mimbres para entenderlo, y si no ahí quedan esos primeros minutos de partido... probablemente los mejores que ha jugado Turquía fuera de su frontera en los últimos 30 años.






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