Pocos repasos se quedan tan rápidamente obsoletos como el que se ocupa de una penúltima jornada, y más en un EuroBasket hasta la fecha igualado y de notable nivel. Con las posibilidades matemáticas y las opciones de cada selección ocupando el centro del espacio resulta hasta un tanto tedioso volver la vista atrás.

Con todo, el día no estaba exento de emociones, resultados trascendentales e incluso actuaciones individuales remarcables. De inicio Serbia ofrecía una nueva muestra de solidez imponiéndose a Turquía con una primera parte fantástica en la que equilibraba la amenaza exterior con el papel de los interiores a través de una, de nuevo, excelsa circulación de balón. Con Milos buscando el rencuentro con el aro mientras se gustaba en el reparto de asistencias, Serbia encara la última jornada en una dinámica sin duda positiva, mientras los de Ataman dibujaban uno de esos días tan suyos.

A la misma hora la República Checa confirmaba su condición de ambiciosa alternativa derrotando en un partido agónico a una Bélgica que a punto estuvo de cambiar la suerte del partido (y quizás del grupo) a través de una zona que penalizaba el flojo tiro exterior de los de Ginzburg. Finalmente un triple de Satoransky marcaba la diferencia final entre dos de los equipos más y mejor trabajados del torneo.

Si Bélgica y la República Checa responden al dictamen del trabajo, lo de Finlandia es otra cosa. No porque el trabajo de Dettman no sea extraordinario, que lo es, sino por esos momentos de arrebatos ofensivos que tan solo los suomi pueden alcanzar. Con el público entregado, la exhibición de tiro y transición ante Bosnia forma ya parte de la pequeña gran historia que los lobos dibujan desde hace cinco años.

Quizá si el mundo del baloncesto no fuera tan endogámico a Henrik Dettman no le hubiera tardado tanto en llegar la oferta del Besiktas. Nadie parece recordar a su Alemania, aquella que con Nowitzki fue más coral y alegre que la de Bauermann y a la que solo un triple en el último segundo de Turkoglu apeó de la final del EuroBasket 2001. Un año después Dettman les llevaría al bronce mundialista y poco después sumaría el segundo título alemán en una competición europea. El mismo Dettman que metía a Finlandia en el EuroBasket 1995 y que ahora está a punto de llevarla por tercera vez consecutiva a una segunda fase… y lo hace por la vía más difícil y bonita: la del convencimiento. Porque los lobos siguen siendo ese equipo alegre, temerario y que degusta el sabor de lanzarse a una competición triplista. Pero además defienden, de manera solidaria o con zonas realmente trabajadas (esa presión tras canasta, la 3-2 agresiva en las esquinas…) y buscan involucrar a todos los jugadores en pista aún teniendo en cuenta que Koponen es su líder. Un líder que hasta ahora no había encontrado aro a su nivel habitual pero hasta en esto han sido grandes. Y grande es el Dettman pedagógico que habla, deja hablar y escucha en los tiempos muertos, el mismo que rota como si su plantilla fuera larga, el mismo que ha integrado con pasmosa naturalidad a Wilson como el año pasado hizo con Murphy.

Para acabar la primera franja horaria, Grecia dejaba otra muestra de solvencia a costa de una más que correcta Eslovenia y de nuevo con un Spanoulis en modo controlador. Si el primer tramo de partidos resultaba entretenido, el segundo desataba una locura de consecuencias aún por medir. El bloqueo final de Letonia ante Ucrania para el estreno de éstos, la recuperación de Israel y, como aventuraba en la columna de ayer, el regreso de Georgia para forzar el triple empate.

Todo eso y el Italia-Alemania, claro está. Sigue sin encontrar Italia el toque de Riga y sigue abusando de la solución individual a la par que Pianigiani sigue conservador en las rotaciones, pero con Gallinari en este estado de forma (¿alguien conoce el récord de tiros libres anotados en un EuroBasket?). Cualquier cosa es posible. Y eso que Alemania llevó la iniciativa con un quinteto inicial que rehabilitaba a Tadda y colocaba a Nowitzki en el cinco para ajustar ante un equipo tan inajustable como el italiano. Pero sobre todo, por primera vez, Alemania decidió sobre su jerarquía dejando su suerte en las manos de un Schroeder notable. Azote de los puristas, su tramo final alimentará el debate, pero con Dirk aceptando otro papel -qué dignidad la suya en la pelea- no parece mal tirada la apuesta de un Fleming que, eso sí, se equivoco gravemente en la gestión de las faltas en el tramo final de partido. Y ahora Alemania a cara de perro ante España, mientras que Italia pasaba en un instante de poder jugarse la clasificación a vivir mañana en el primer turno un duelo por el liderato contra Serbia. La solvencia contra la anarquía (término en esta esquina de connotaciones absolutamente positivas). Como apuntaba Imanol Martínez, el gran duelo del 88: Nemanja contra Danilo; el tipo predestinado, el hijo de Vittorio contra el alma errante que tuvo que buscar su suerte en Austria... ¡Qué EuroBasket!

Para cerrar el día, Islandia volvía a dejar muestras de encomiable entusiasmo, a Croacia le costaba cerrar el partido ante Holanda, Francia remontaba con su trío estelar en el banco y Lituania, ¡ay Lituania!, se salvaba por los pelos ante Estonia. Comentaba el gran Juan Carlos Gallego en su previa del torneo que podíamos estar tranquilos con el equipo báltico, que ninguno íbamos a sufrir el síndrome Stendhal contemplándolos... y una vez más, el maestro daba en el clavo.

En fin, para las cuentas de mañana: http://www.acb.com/redaccion.php?id=115937

Y como banda sonora, un poco de ritmo suomi. Y es que cualquier excusa es buena para rescatar la siempre prodigiosa guitarra de Jukka Taipo Karjalainen. Con ecos de película de Kaurismaki, saltando del funk al blues para fusionar New Orleans con Helsinki, una de esas mezclas que de imposibles acaban por resultar imprescindibles: