LeBron James fue una maza, y aplastó a Houston Rockets, con otra de sus actuaciones estelares.

Desde que llegó a la NBA, se daba por supuesto que ganaría incontables anillos, títulos individuales, que batiría todos los récords... y va por la senda. Desde su llegada a Miami, su nivel de juego, casi siempre brillante, ha subido de manera notable, y desde la consecución del título (y su primer anillo), la temporada pasada, amén de su oro olímpico en Londres, parece haberse estabilizado aún más en su rol de jugador imbatible. Hablamos de LeBron James, para mí, el jugador de la jornada.

Por que el jugador de la jornada?. Russell Westbrook, con sus 33 puntos y 10 rebotes ante Detroit, ó Carmelo Anthony, llevando la batuta magníficamente de sus Knicks también han estado sensacional... pero no al nivel del, hasta ahora, 3 veces MVP de la NBA.

Ante Houston Rockets, y jugando en Houston, la noche del 12 de Noviembre, LeBron James fue, simplemente, demasiado. Sus actuaciones ya son casi una constante, y sólo queda, casi, apostar por cuantos puntos, cuantas asistencias ó cuantos rebotes cogerá. Pero esque si encima lo combina todo... poco pueden hacer sus rivales.

Miami llegaba a Houston algo herido en su orgullo. Venían de perder ante Memphis Grizzlies un partido que no deberían de haber perdido... y a los Rockets les tocó pagar la ronda. Desde el principio, LeBron salió muy muy entonado, y pronto comenzó a mostrar las que serían todas sus armas para esa noche.

Enfrente?: Chandler Parsons, un excelente jugador de equipo y el noveno jugador de toda la NBA que más minutos está en pista (38,3 minutos).

LeBron fue demasiado para él. El ya sophomore, ex de University of Florida, no pudo contener a King James en casi ninguna ocasión, y fue, casi, una marioneta a manos de la gran bestia de la Liga, pese al gran partido que ofensivamente realizó (25 puntos y 4 rebotes). James Harden, en contadas ocasiones, se atrevió a cambiarse el marcador con el joven Parsons, e incluso Patrick Patterson también intentó medirse al de Ohio, pero ninguno de los tres fue suficiente.

El resumen?. Una barbaridad. Así de simple. LeBron James permaneció 40 minutos en pista (el partido que más minutos ha jugado esta temporada), y no se apiadó, ni por un instante de los Rockets:

- 38 puntos, combinando 14/ 26 tiros de campo, y 5/ 8 en tiros libres, con, además, 5 triplazos (una de las asignaturas pendientes de LeBron, y que poco a poco va mejorando).

- 10 rebotes, de los cuales 9 fueron defensivos, para anular completamente a los tejanos. Sólo Omer Asik, pívot turco de los Rockets, y una de las gratas sorpresas de esta campaña casi recién comenzada, fue capaz de coger más rebotes que él en todo el partido, y LeBron no sudó para superar a Parsons, Harden ó Patrick Patterson.

- 6 asistencias, y alguna de ellas espectacular, para demostrar que es el mejor all around player de toda la NBA, y que nada se escapa de su campo de visión.

- Ni una sola pérdida de balón!. Lógicamente, una de las grandes cuentas pendientes, no sólo de LeBron, sino de cualquier estrella. A mejor jugador, más minutos y más balones, y a más balones... más probabilidad de pérdida. Bien, pues hasta en eso LeBron estuvo sensacional (o Houston muy mal), y ni un sólo balón fue erróneo.

Con todo esto, los Heat se llevaron el partido en el Toyota Center de Houston, para ganar 113- 110 a los Rockets.

LeBron James estuvo simplemente inmenso, y tras acabar el partido fue claro: "Esto sólo es válido si las cosas terminan como terminaron la temporada pasada; sino, sólo son anecdóticas".