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NCAA F4: Al fin el Oasis en el desierto para Kentucky
Jorge Diez  | 02.04.2011 - 15:05h.
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El verano de 2009 fue especial para Kentucky. Fueron noticia por poner sobre la mesa 31,65 millones de dólares a Calipari para que entrenase al equipo durante las siguientes 8 temporadas.

Así, el polémico entrenador se convertía en el mejor pagado del mundo colegial, algo curioso teniendo en cuenta que el banquillo de Kentucky tenía que ser un dulce para cualquiera, más allá de incentivos económicos, debido a toda la tradición y grandes nombres que han pasado por allí.

Sin embargo, la historia no vale de nada ante el poder del presente, sobre todo si este es malo, y para revertir la situación, nada mejor que un entrenador que conjuga la polémica y el éxito a partes iguales.

Un riesgo teniendo en cuenta lo que ya pasó en los 80 con Eddie Sutton, pero también una garantía de éxito para salir del desierto de resultados en el que se encontraba el programa, incapaz de alcanzar la Final Four desde 1998. Trece años de suplicio para un equipo acostumbrado al éxito con 7 títulos y 14 Final Four.

El nombre de Sutton no es casual. Calipari ha llevado tanto a UMass como a Memphis a la Final Four, algo que tiene un gran mérito, pero sin embargo su nombre siempre ha estado bajo sospecha por su extraordinaria capacidad para reclutar talento (no es al único al que le ha pasado, pasa y pasará). De hecho, tanto UMass como Memphis fueron desposeídas años después de esa presencia en los registros como integrantes de la Final Four debido a violación de normas NCAA. Algo en lo que, por otra parte, Calipari nunca se ha visto salpicado de manera directa.

Su conexión con Sutton, viene porque a este también le salpicó la polémica. De hecho, es un nombre de infausto recuerdo en los Wildcats: era el entrenador del equipo que en la temporada 88-89 logró un 13-19 de récord, suponiendo la primera temporada con récord negativo del equipo desde 1927. Y eso que venían de una temporada 25-5 el curso anterior. Pero es que en ese año, la polémica ya se había instalado en Lexington, con la sanción para toda la temporada del jugador Eric Manuel por ser inelegible académicamente y descubrirse que se le había ayudado en sus exámenes. Más grave aún fue cuando se descubrió que Kentucky había realizado pagos al padre de Chris Mills, algo totalmente prohibido en el deporte universitario. Las sanciones no se harían esperar. En principio se especulo con una posible sanción de dos años sin ningún tipo de actividad en el programa de baloncesto, algo realmente duro para una universidad histórica. Finalmente, “solo” fueron desposeídos del título SEC conquistado la temporada anterior, y sancionados con dos años sin poder acceder a la postemporada, además de no poder ser televisados en directo durante la temporada 89-90.

De la mano del nuevo entrenador, tras la salida de Sutton, Rick Pitino llegó la reconstrucción del programa que alcanzó el título de 1996, la final de 1997 y la Final Four de 1993. Los Wildcats estaban en la picota de nuevo. Pero el éxito de Pitino, hizo que los Boston Celtics le contratasen para dirigirles en la NBA, y con su marcha llegó la etapa de Tubby Smith, que supuso una etapa de altibajos con un mal final, que fue seguido de otro par de malas campañas de Kentucky bajo el mando de Billy Gillespie, una vez que Tubby se había ido a Minnesota.

La primera temporada del ex asistente de Pitino fue de ensueño, siguiendo la senda de los últimos años. A pesar de que seguían varios jugadores de la temporada anterior, los dos últimos años habían salido grandes jugadores rumbo a la NBA, y la victoria en el Torneo de 1998 fue una relativa sorpresa para todos. En ese título fue donde se despidió Cameron Mills

Pero la situación se fue deteriorando poco a poco. El programa seguía funcionando: tres presencias en Elite Eight y dos en Sweet Sixteen en las siguientes 7 temporadas eran algo que el 99% de universidades firmaría, pero no Kentucky. Poco a poco la presión creció sobre Tubby Smith y el detonante fueron sus dos siguientes temporadas, en las que el equipo cayó en segunda ronda. Eso ya fue demasiado para los Wildcats. Nueve temporadas sin llegar a la Final Four era un pecado para muchos aficionados, pues es el mayor tiempo en el que un entrenador de Kentucky ha estado en el cargo sin alcanzar la gran cita, pero no lograr grandes metas en el Torneo final acabó siendo el detonante.

Tubby Smith decidió dejar el equipo y firmar por Minnesota. En ese momento, 2007, los Wildcats llevaban el mismo tiempo sin FF que el transcurrido entre las logradas en 1966-1975 y 1984-1993. Todo lo que fuera no alcanzar la siguiente, sería el récord negativo del equipo. Aquel banquillo no era un dulce precisamente, inmersos como estaban en esa sequía de éxito.

El encargado de dar la vuelta a la situación fue Billy Gillespie, un técnico que había hecho una buena labor con Texas A&M. Para levantar un programa de éxito, primero tienes que reclutar grandes jugadores, y luego plasmarlo en pista. Gillespie hizo lo primero bien con nombres como Patrick Patterson, DeAndre Liggins o Daniel Orton, pero sin embargo no logró lo segundo. Y la paciencia no era algo que sobrase. Tras una primera ronda del Torneo final y una presencia en el NIT en sus dos años, Gillespie fue cesado de sus funciones por parte de la universidad. Esto llevó a una disputa en los juzgados, pues Gillespie no había firmado un contrato en sus dos años allí. Finalmente tanto entrenador como universidad llegaron a un acuerdo para pagar a Gillespie aproximadamente la mitad de lo que demandaba por los años restantes del contrato.

Necesitaban, y lo necesitaban ya, a alguien que cumpliese los dos requisitos: buenos recruits y resultados inmediatos. Nada mejor para ello que Calipari, el entrenador que acababa de llevar a la universidad de Memphis a la Final Four y que ya era con probabilidad el mejor reclutador del país debido a su habilidad para captar a los one and done, los mejores jugadores de instituto, con poco interés en la NCAA. Quizá una filosofía no del todo acorde con la importancia que tiene Kentucky en la NCAA, pero de resultados inmediatos. Y así lo demostró: la clase que vino con él a Lexington fue la mejor del país: Wall, Cousins y Bledsoe. Sin embargo, no lograron la ansiada Final Four porque West Virginia se interpuso en su camino en Elite Eight.

Este año la jugada fue similar, logró reclutar al turco Enes Kanter (aunque luego no ha podido contar con él en toda la temporada), a Terrence Jones o Brandon Knight. Y aunque sus nombres no son tan sobresalientes como los de la temporada pasada, han sabido conjugarse con los veteranos Darius Miller, Liggins o Josh Harrellson para hacer un equipo difícil de batir y con suficiente talento para alzarse con el Torneo.

Con la victoria del pasado fin de semana, lograban meterse en la Final Four de Houston, lo que pone fin a su estancia por el desierto. Ahora es tiempo de ver si es un espejismo, o seguirán nadando en las aguas del éxito durante los próximos años bajo el sello Calipari.




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