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NCAA Final Four 2011 - Semifinal: Butler 70 - 62 VCU
Alejandro González  | 03.04.2011 - 03:22h.
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Butler Bulldogs: S. Mack 24 puntos, 6 rebotes; M. Howard 17 puntos, 8 rebotes.
Virginia Commonwealth Rams: J. Skeen 27 puntos, 6 rebotes; B. Burgess 15 puntos, 8 rebotes.


Oops, Brad did it again. Butler repite final nacional por segundo año consecutivo tras derrotar a la otra gran historia de esta torneo 2011, VCU, en un partido muy intenso, trabajado y vistoso. Magnifico duelo de jóvenes grandes entrenadores el visto entre Brad Stevens y Shaka Smart. Planteamientos defensivos llenos de actividad, sacrificio y preparación táctica, rotaciones ofensivas en busca de huecos escondidos, manejo de los momentos del partido… un partido en el que disfrutaron aquellos que aun siguen mirando a los banquillos como parte fundamental del juego.


Nadie miraba a Butler al inicio del pasado curso, y los Bulldogs acabaron irrumpiendo en una final en la que rozaron la proeza ante Duke. Esta temporada, miramos de reojo al principio, por si acaso, pero vistos los primeros partidos de los de Indianapolis, realmente malos, casi todos dejamos de mirar. En silencio, paso a paso, Butler encontró su camino. Como ha hecho esta noche, por cierto. Llevando el partido a su terreno con calma, trabajo, paciencia y, a la vez, tremenda agresividad. Soportando la exigencia física y mental a la que VCU quería someterle, esa exigencia ante la que habían caído sus anteriores cinco rivales. Pero Butler es distinto. Es un equipo de mid-major sin grandes nombres, ni grandes físicos. Sin aspavientos ni disfraces. Pero con el uniforme de equipo grande, el oficio de equipo ganador. La dirección de un entrenador que se ha hecho grande en muy poco tiempo. Con el liderazgo de un Shelvin Mack que no parecía llamado a ocupar portadas. Con la garra y el oportunismo (que no casualidad ni suerte) de Matt Howard. Todo lo bueno se unió para llevar a los Bulldogs a la segunda final nacional de su historia. La segunda consecutiva.


VCU comenzó mejor el partido, forzando errores y precipitando el ataque rival con su presión a toda pista y ese caos bajo control que le ha llevado tan lejos. Los de Stevens, entre errores propios y triples rivales, no perdían la compostura y trabajaban a su ritmo respondiendo según las circunstancias. Comenzaron a salir bien de la presión gracias a lo fluido de los primeros pases de los guards y la movilidad general del equipo, que llevaba al otro aro rápidamente y encontraba tiros relativamente asequibles. Y cuando los fallaban, el rebote ofensivo les sostenía y daba nuevas oportunidades. Smart bajaba una marcha las revoluciones de su equipo y se disponía a batallar a media pista surtiendo de balones a Skeen por dentro. Los Rams hacían valer su superioridad física interior y tomaban de nuevo ventaja. Una inercia que duraría poco pues la defensa Bulldog cortaba las vías de creación ofensiva rivales y bajo el empuje de Mack recuperaba el liderazgo y se marchaba al descanso seis arriba (34-28). Una historia que ya habíamos visto otras veces. Parecía que Butler no había jugado especialmente bien, pero a fin de cuentas el partido estaba dentro de los parámetros de Stevens. Representado en el escenario que buscaba.


La segunda parte trajo pronto malas noticias para VCU con una temprana tercera falta personal de Skeen. Los Rams tenían que cambiar de planes sin su gran referencia ofensiva limitada y su segundo puntal anotador, Burgess, muy bien apartado de la acción por la defensa rival. Shaka decidió que a falta de armas en un lado, lo mejor era buscarlas en otro. Presión a toda cancha (de vuelta a su famosos “havoc”) y de nuevo buenos resultados (34-35). La constancia de Butler y una excepcional defensa mantenían el partido igualado y frenaban cualquier arranque de los de Virginia. Shaka Smart optaba por volver a meter en pista a Skeen cambiando su defensa a una zona 2-3 para “proteger” a su hombre interior. Un cambio que parecía lógico, acertado, pero que coincidió con el chispazo de inspiración anotadora que Butler suele tener en sus partidos para abrir esa pequeña (a veces grande, también) diferencia que después mantener hasta el final. Ocho puntos seguidos de Hahn (dos triples y una bandeja) y otros diez (con otros dos triples) de Shelvin Mack eran demasiado a compensar para VCU, y Butler ponía siete puntos de diferencia (54-47).


Los arranque de Skeen mantenían la esperanza de los Rams y la tensión en los espectadores, y la cuarta falta personal de Howard ayudaba a generar más incertidumbre. Pero no iba a ser suficiente. No iba a serlo porque Butler ya se había apoderado del partido. No era sólo cuestión de arranques anotadores. Su intensa y dura defensa había privado a VCU de tiros cómodos o medianamente claros durante muchos minutos. Demasiados para la paciencia de los Rams, que comenzaron a mostrar definitivos síntomas de ansiedad. La distancia aun no era mayor de 4-5 puntos, pero se acumulaban los malos tiros. Frustracion en un lado de la pista que se trasladaba al otro. La defensa de los Rams pasaba de intensa a desordenada. El enemigo se mostraba débil, los Bulldogs estaban preparados para dar la dentellada final. La idea era que el protagonista fuese Mack, pero VCU no le permitía ni tan siquiera recibir. Howard, que había vuelto a la pista, jugaba con sumo cuidado y sus preocupaciones le hacían menos preciso. Era necesario otro secundario, como ya lo fue Hahn antes. Fue el turno de Vanzant, que con un triple abría brecha (61-54) a falta de algo menos de tres minutos. Skeen volvía a sacar orgullo, anotaba el triple, forzaba la falta pero fallaba el tiro libre. Vanzant volvia a jugársela (porque Mack seguía sin poder recibir). Esta vez Vanzant falló, pero apareció Howard. Matt Howard con un rebote ofensivo que convertía en canasta decisiva. Una escena familiar. Que se continuaba con otro rebote defensivo del pivot de los Bulldogs y dos tiros libres que dejaban el partido sentenciado.


“The Butler way” superaba a “The Havoc theory”. Hace un año se quedaban a segundos, centímetros, suspiros, de la gloria. El tremendo trabajo colectivo, el liderazgo de Mack y Howard, la aparición de los secundarios y la dirección táctica de Stevens (y no el destino, ni la suerte ni ningún tipo de justicia poética), conceden a Butler una segunda oportunidad. El lunes, Butler Bulldogs volverá a pelear por el campeonato nacional.





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