Los árbitros, como los jugadores y como los entrenadores, forman parte del partido. Esa es una realidad que algunas veces, por obvia, se deja de tener en cuenta. Benjamín Jiménez fue uno de los árbitros de la final de la Eurochallenge entre disputada en la ciudad turca de Esmirna y, desde la emoción, no recuerda sus sensaciones

Desde la ilusión y el reto que todo profesional del deporte siente a la hora de participar en una final, Benjamín Jiménez describe las sensaciones especiales de un partido rodeado de un ambiente impresionante. “El primer día, en la semifinal, arbitré al equipo organizador y me quedé impresionado por como viven los aficionados turcos el baloncesto. El pabellón estaba casi lleno una hora antes del comienzo del partido. Cuando entré en la pista ya estaba complemente lleno y no pararon de cantar desde la presentación de los equipos hasta que acabo el partido. ¡Fue espectacular!” Ese testimonio, en boca de un colegiado tiene un gran valor porque nunca hemos de olvidar que ese papel de juez durante un partido de máximo nivel recae en profesionales que sienten, que disfrutan, que sufren, que viven la intensidad del partido al igual que lo hacen los entrenadores y los jugadores. Eso sí, con una gran diferencia. Cualquier decisión será cuestionada al límite, desde la primera hasta la última.

Benjamín Jiménez, joven árbitro gaditano, actualmente en la Liga Endesa, fue designado para la final y ahí se encontró con un ambiente todavía más potente. “Fue una gran experiencia. Había aficionados en todos los rincones, dentro y según me comentaron, rodeando el pabellón. Fue muy emocionante arbitrar en ese ambiente”. Seguramente es esa sensibilidad, esa pasión por el baloncesto, sabiendo atender al juego pero percibiendo la atmósfera de un entorno muchas veces durísimo con los árbitros lo que convierte esa profesión en reto de máxima dificultad y, por supuesto, de gran mérito. Bejamín Jiménez, como no podía ser de otra manera, regresó de Turquía con la satisfacción de haber sacado adelante con brillantez un partido trascendental y haber asistido al espectáculo incomparable de una pista turca cargada de la máxima presión.