Despertarse como campeón de Europa, aunque sea como aficionado, siempre resulta más gratificador que en el caso opuesto, y más si resulta que has estado en el pabellón y la ciudad dónde se ha disputado la Final Four. Pues así ha empezado mi lunes, una vez el Barça se coronó en el París-Bercy.


Luego viene la otra parte inherente a cualquier viaje cuando llega la vuelta, recoger las cosas y preparar de nuevo el equipaje. Después de ello, cargado con 10 kilos en la espalda, aproveché para hacer las últimas visitas por París y algunas compras (¿Qué es un viaje sin compras?), antes de ir al aeropuerto de Orly pensando en volver a casa, y es en este punto dónde llega nuestra otra compañera fiel durante el fin de semana. Sí, me estoy refiriendo a la incansable nube de ceniza.


Uno de los compañeros de viaje, que se iba mucho más temprano por la mañana, me enviaba un mensaje comunicándome que había vuelos cancelados a Barcelona, así que el día se presagiaba complicado. De todas formas, poco más se podía hacer que ir al Aeropuerto a esperar para ver como irían las cosas. Una vez allí, de nuevo gran reunión de camisetas, bufandas y banderas del Barça. Efectivamente éramos bastantes los que teníamos la intención de volver en ese vuelo, y parecía que todo funcionaba con normalidad. Casi a la misma hora, salía un vuelo a Madrid, que embarcó sin problemas. No fue nuestro caso, que llegó la hora del vuelo y aún no teníamos ni avión.


Pues no quedaba otra que esperar a ver que nos contaban, mientras veíamos a los pobres portugueses que llevaban desde la mañana esperándose. Malos augurios, desde luego. Por suerte, poco tiempo después, nos informaron por megafonía que el avión iba con retraso por la nube de ceniza, pero que la salida quedaba retrasada sobre las 4 de la tarde. Paciencia hasta que, finalmente casi a las 5 (con dos horas de retraso), despegamos rumbo a Barcelona, en un vuelo dónde nos encontramos con mitos de la sección cómo Ferran Martínez y el Lagarto de la Cruz (Seguro que os lo estáis preguntando, y sí, evidentemente ocuparon las sillas XXL del avión).


Al final, y bastante más tarde de lo que inicialmente había previsto, llegué a casa completamente exhausto, pero con la satisfacción de un gran fin de semana detrás. Además, coincidí justo con la celebración de los jugadores en el Palau Blaugrana. Otra vuelta de tuerca más, y la sonrisa de creer saber lo que se ha conseguido. Los Ricky, Navarro, Roger, etc. derrochando felicidad en la celebración, unos emocionadísimos Basile y Barton, un detalloso Lorbek permitiendo a la afición tocar el título, y así, uno por uno, todos los miembros de la plantilla y el cuerpo técnico, con Xavi Pasqual a la cabeza. La comunión perfecta entre plantilla y afición, como se había producido a lo largo del fin de semana, y como han afirmado los mismos jugadores, ahora toca rubricarlo con la ACB. Seguro que será muy complicado, pero a este equipo lo veo capaz de cualquier cosa.


También me gustaría hablar de lo que París significa para mí. Estuve en Saint Denis en el 2006, en la final de la Champions, y ahora en el Bercy en 2010. Las dos veces nos hemos proclamado campeones. Bien es cierto que, el Bercy, se había resistido bastante a lo largo de los años, pero para mí, ahora sólo me queda el gusto de la victoria y, la verdad, es que sabe muy bien. Realmente la puedo considerar una ciudad fetiche de la victoria, y siempre podré decir, emulando a una de las más grandes frases de la historia del cine, “Siempre nos quedará París”.


Hoy, ya martes, toca volver a la rutina y el trabajo, y lo haré con algunas secuelas, como una voz considerablemente inexistente. Seguro que se me hará muy duro, aunque mejor como campeones, con la sensación de los deberes hechos.


Y por último, me gustaría agradecer a los compañeros de BasketMe.com la posibilidad que me han brindado para poder colgar todas las sensaciones que he tenido a lo largo de esta Final Four. A nivel personal, me ha resultado un placer y una experiencia muy gratificante e interesante que dan ganas de volver a repetir en una próxima ocasión.


Ya sólo queda por decir, ¿nos vemos en Turín 2011?





FERRAN ÀNGEL