El CB Murcia ha anunciado recientemente la no continuidad de Pedro Robles en la disciplina del equipo rojiblanco. Una escueta nota con dos de los logros del escolta madrileño en Murcia, el de partidos jugados en ACB y el de triples encestados, ha servido para ventilar la marcha de uno de los referentes en la historia de este club, quizá el último que veremos en muchos, muchos años. Eso sí, al menos se le permitió redactar una carta de despedida en cuyo primer párrafo, y de manera bastante clara, Pedro da a entender que se va por decisión del CB Murcia y no por voluntad propia. Yo mentiría si dijera que este hecho me sorprende, tanto en el fondo como en la forma. Quizá eso sea lo más triste, que la salida inapropiada y la poca delicadeza del CB Murcia para despedir a uno de sus jugadores más importantes no me sorprenda lo más mínimo.


Antes de profundizar un poco en tales asuntos, expondré las razones por las que la salida de Pedro Robles me parece un error grave. La primera es estrictamente deportiva: Pedro dispone de una mano prodigiosa, de una mecánica de tiro espectacular, rápida y precisa, que ha salvado el culo del CB Murcia en más de una ocasión y que podría volver a hacerlo la próxima temporada. La rentabilidad de su presencia ofensiva, los minutos de que pudiera disponer, compensaría las lagunas defensivas que algunos le achacan y que considero injustas, o al menos, desproporcionadas. Su capacidad para desatascar el ataque, para abrir las defensas rivales y para revolucionar los partidos, bien valen la renovación en un equipo como el CB Murcia. Físicamente no le encuentro el “pero”, pocas veces le hemos visto ahogarse y, desde luego, no es de los que se abandona en verano y llega pidiendo un régimen de adelgazamiento. La profesionalidad, la capacidad de trabajo y la entrega de Robles son conocidas por todos. Le gusta lo que hace y eso siempre se nota.


La segunda razón va más allá del deporte: Robles lleva en Murcia seis años, seis. Es la imagen del equipo hacia afuera, tanto hacia la afición murciana, que le quiere, como hacia los rivales y los árbitros que le respetan; también es la imagen del equipo hacia adentro, hacia sus propios compañeros. Conoce la ciudad y el club y puede ejercer de embajador, de esa figura que tanta falta hace en un equipo. El que venga a jugar aquí y se encuentre a Pedro Robles en el vestuario, rápidamente recordará que juega en el CB Murcia. Es el capitán, el ejemplo a seguir. Se puede decir que en un equipo nadie es imprescindible, que lo importante es el conjunto y estoy de acuerdo, pero la figura de un jugador como Robles es necesaria. Nos quedó bastante claro en las entrevistas que realicé para conmemorar el 25 aniversario del CB Murcia. En las palabras de gente que sabe de qué va esto, como Xavi Sánchez, Quique Bárcenas, José Luís Galilea, John Ebeling o Quini García, salta a la vista que en un equipo de baloncesto no solo se suma sobre la cancha.


Estos días leo con cierto pesar algunos comentarios relacionados con la marcha de Pedro Robles, y eso me lleva al tema que he presentado al inicio de este artículo. Sé de buena tinta que no es el sentir general de la afición murciana, pero he leído que para construir una buena plantilla hay que dejar de lado los sentimentalismos. En este ámbito, en el deporte, me apena mucho leer la palabra “sentimentalismo”, término despectivo que alguien se inventó para no tener que hablar de sentimientos. Queridos lectores, por favor, que las hordas de pragmáticos no os cieguen, que no tomen también este espacio, el del deporte, para haceros creer que son más listos que vosotros; es mentira, no lo son. Que no os conviertan en robots iguales unos a otros, en máquinas que procesan datos y emiten informes bajo el implacable peso de la lógica más fría. Precisamente en el ámbito del deporte, yo digo que si el seguidor de un equipo no va cargado de una buena dosis de sentimientos, ¿para qué sirve todo este tinglado? ¿Qué es todo esto para nosotros, para los aficionados, sino sentimientos? Un aficionado al baloncesto, además de amar la belleza del juego, se identifica con los colores de su club, con sus jugadores, con su cancha. Esos que hablan de sentimentalismos, ¿irían a ver al CB Murcia si jugara en EBA? Y ahora, que me digan: ¿Hay que prescindir de los sentimientos? Nadie me dijo nunca que tuviera que ser una cosa o la otra, sentimientos o razón, pero si un aficionado debe prescindir de algo, que sea de la razón. En cualquier caso, creo que el que sabe mezclar ambas cosas en su justa medida, en su perfecto equilibrio, avanza más y llega más lejos.


En el CB Murcia muchas veces no se ha hecho gala ni de una ni de otra, pero en los últimos años, en estos cambios continuos de propietarios y de gestores, creo que el club ha perdido parte de su esencia, de su sentimiento, del necesario respeto por su pasado. Lo miro y no termino de reconocerlo. A pesar de la alegría por los dos últimos y épicos ascensos, por la última temporada de emoción y éxito, en lo social el CB Murcia me ha procurado ya unas cuantas decepciones. La última de ellas es la salida de Pedro Robles atravesando la concurrida puerta de atrás del club murciano, en lo que supone un ejemplo más de abandono de los pequeños gestos que hacen más grande a un club. El CB Murcia está perdiendo muy buenas oportunidades para reafirmar su identidad y sigo sin saber por qué. ¿Cuánto tiempo habremos de esperar para ver a un jugador importante de la historia del CB Murcia, hacerse mayor y retirarse del baloncesto como se merece, vistiendo la camiseta de nuestro equipo? Digo más: ¿Cuánto habremos de esperar para ver algún homenaje, algún acto de agradecimiento o de recuerdo a las personas que hicieron posible la existencia y el crecimiento del club? ¿Cuándo veremos la camiseta de alguno de los grandes jugadores que hemos tenido, colgando del techo del Palacio?


Mientras esperamos (sentados, si puede ser), despidamos a Pedro Robles. Muchas gracias por todo y muy buena suerte, capitán.