La verdad es que conozco a Sergi Vidal hace ya bastantes años y, aunque no lo vea muy a menudo, sí he seguido su trayectoria desde el inicio de su carrera. Justo cuando yo abandonaba el TAU para marchar a las hermosas tierras del sur de Francia, Sergi aterrizaba en Vitoria y coincidí con él durante unos escasos cuatro días a las órdenes de Dusko Ivanovic. Para ser sincero, no tenía mucha confianza en que aquel desconocido, joven y delgado jugador que además salía con polémica del Joventut de Badalona llegara a ser el auténtico crack que es ahora.


Lo que ha hecho Sergi Vidal tiene un mérito extraordinario que todavía no ha sido reconocido como debiera; y lo dice alguien que estuvo en Vitoria y no pudo triunfar como lo hubiera deseado. Si no me fallan las cuentas este es el noveno año de Sergi en el equipo vasco y en ninguno de esos nueve años ha dejado de mejorar y evolucionar en su juego hasta convertirse en un referente, y nacional, de un club que tiene como buena costumbre ganar regularmente.





Sergi no fue profeta en su tierra, pero como buen emigrante se adaptó, sufrió y acabó triunfando; a lo largo de todos mis años como profesional he visto jugadores con mucha menos calidad tanto baloncestística como humana que Sergi Vidal y que han tenido las cosas mucho más fáciles por el mero hecho de haber nacido en un lugar determinado.


Mi respeto y admiración por Sergi. Espero y deseo que algún día tenga lo que se merece.