25 años del CB Murcia
Los hogares del CB Murcia (I)
Pedro Serrano  | 12.04.2011 - 00:12h.
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Pedro Serrano  | 12.04.2011 - 00:12h.


Recordemos hoy la historia del CB Murcia haciendo un repaso a la vida de sus dos hogares. El Pabellón Príncipe de Asturias primero, y el Palacio de los Deportes después, son las dos instalaciones en las que el equipo murciano ha tenido su pista de juego a lo largo de estos 25 años. Esas dos canchas han sido el escenario de nuestras emociones, de nuestros desvelos y de nuestras alegrías. Han sido testigo de grandes gestas, y por supuesto, también de malos tragos. Pero no sólo eso: existe aquí una estrecha relación entre ciudad, instalación deportiva y club. Me explico: con su nacimiento y desarrollo, con sus crecientes necesidades, el CB Murcia ha obligado a la ciudad a construir y a modernizar sus instalaciones deportivas, y a la vez, ha hecho posible que los murcianos gocen de las mismas para practicar deporte a nivel particular. Mientras tanto, y con su presencia en las máximas competiciones nacionales, el propio CB Murcia y los equipos profesionales de voleibol y fútbol-sala han fomentado la actividad deportiva, ofreciendo a los niños y niñas de Murcia un espejo donde mirarse.


Como decía, las vidas del Pabellón Príncipe de Asturias y del Palacio de los Deportes están estrechamente ligadas con la del CB Murcia, aunque luego también los hayan usado otros equipos. El resumen de los eventos sería el siguiente: en 1981 se proyecta un nuevo Pabellón Municipal para la ciudad; en septiembre de 1985 se inaugura; ese mismo año nace el Juver Basket Murcia y, poco tiempo después, el nuevo Pabellón comienza a llenarse hasta la bandera al calor del baloncesto; en 1990 el club asciende a ACB y hay que reformar el Pabellón y ampliar su aforo; en 1992 se proyecta un nuevo Palacio de los Deportes que satisfaga las necesidades del club, y por ende, de la ciudad; en 1994 se inaugura el nuevo Palacio de los Deportes, y el CB Murcia vuelve a llenarlo.


Visto lo visto, a título personal no podría decir qué pabellón me despierta más cariño, si el pequeño o el grande. Cuando el CB Murcia jugaba en el pequeño, el propio club era aún pequeño. En el Príncipe de Asturias nacimos como equipo y como afición, y también allí vivimos el primer y mágico ascenso a la ACB. En cuanto al pabellón grande, fue el lugar en el que nos hicimos grandes, fue como un sueño hecho realidad. Ambas canchas tienen similitudes: las dos se empezaron a construir en zonas periféricas y a medio urbanizar, por lo que el contacto basket-huerta era mucho más estrecho que ahora que las avenidas y los edificios las envuelven. Otra similitud es que, recién inauguradas, las dos canchas parecían haberse quedado pequeñas. Gracias a la hemeroteca de la Biblioteca Regional, dedicaremos dos extensos artículos a repasar los hechos, los datos y las anécdotas de nuestros dos hogares.





El nuevo Pabellón Municipal y el nacimiento del CB Murcia


El proyecto del Pabellón Príncipe de Asturias, por entonces Pabellón Municipal de Deportes, fue realizado por el arquitecto Antonio Alemán Picatoste y se presentó el 17 de septiembre de 1981 en el ayuntamiento de Murcia. Tal y como se relataba en el periódico La Verdad del 6 de septiembre de 1985, uno de sus promotores (“el precursor del nuevo Pabellón”) fue el entonces Delegado Provincial, Tono Páez. En un especial dedicado a la inauguración del nuevo Pabellón, Páez recordaba los primeros pasos dados casi cuatro años atrás: “Recuerdo que el alcalde (en 1981), José María Aroca, me decía que aunque él no practicaba ningún deporte, consideraba de vital importancia que Murcia contara con unas instalaciones dignas. También pensaba que iba a ser difícil convencer a Carlos Collado (entonces presidente de la Diputación, y más tarde, de la Comunidad Autónoma de Murcia) para que la Diputación aportara su parte. Incluso se apostó conmigo una cena. Collado también se volcó con el tema y José María Aroca tuvo que pagar la cena”. En esa misma entrevista, Tono Páez admitía, con una mezcla de malestar y orgullo, que “nunca quise medallas, aunque (el Pabellón) es algo así como un hijo (…). Me da igual que se me reconozca, pero yo parí el pabellón. Al menos, me empeñé en ello más que nadie”.





El parto fue largo. Hacia el mes de mayo de 1983 el nuevo Pabellón ya estaba terminado, pero no así los accesos y el entorno, con lo que su inauguración aún habría de retrasarse nada menos que dos años. La construcción se presupuestó en 150 millones de pesetas. A ello se sumaron los 26 millones de pesetas que costó el equipamiento y los 70 millones que hicieron falta para adecuar los accesos de la instalación deportiva. Por ese hecho, en cuestión presupuestaria la obra no estuvo exenta de polémica, tal y como lo demuestra un artículo de La Verdad (25 de agosto de 1985): “Financiado por la Comunidad Autónoma y el ayuntamiento, con la participación del Consejo Superior de Deportes (…), su presupuesto se duplicó de 150 a 300 millones. Comunidad y ayuntamiento se llevaban las manos a la cabeza y el nuevo Pabellón se convirtió en un agujero negro que se tragaba millones y millones. No había accesos y la inauguración se retrasó varias veces”.





En ese mismo diario, con fecha de 23 de agosto de 1985, se entrevistó al concejal de Deportes, Ricardo Cases, para tratar la situación de Murcia en materia deportiva. El periodista le preguntó si existían suficientes instalaciones en la ciudad, a lo que Cases respondió que Murcia estaba en un nivel medio, y que el municipio presentaba la dificultad añadida de la dispersión de sus habitantes en torno al caso urbano. Entonces anunció la próxima construcción de algunas obras que hoy en día ya forman parte de la oferta deportiva de Murcia: la piscina olímpica del recinto “Murcia-Parque”, el estadio de atletismo de la UMU o la piscina cubierta del Infante. La siguiente pregunta, directamente relacionada con el nuevo Pabellón, era sobre el posible uso que se le iba a dar una vez inaugurado. El concejal respondía que “para poder sacarle verdadera utilidad, tenemos pensado mantener una actividad deportiva permanente, montando una serie de escuelas municipales. También alquilaremos el Pabellón a equipos de competición”. Luego, Cases añadía que “ahora que hemos conseguido el Pabellón, hay que promocionar el deporte de base para que algún día podamos tener un equipo en la élite deportiva”. El concejal aún no sabía que en pocas semanas iba a nacer el gran aliado del Pabellón: el futuro Club Baloncesto Murcia. Por ese motivo, Cases seguía argumentando que “no teníamos un Pabellón adecuado en toda Murcia, porque el que existe está viejo y deteriorado. No podíamos tener un equipo deportivo en 1ª División y mucho menos traer grandes espectáculos a nuestra ciudad. Con este Pabellón pretendemos cubrir el vacío existente”.





El poético pie de esta imagen en La Verdad: “Una de las canastas del nuevo Pabellón, preparada para recibir los encestes que le esperan”. Apréciese el aro rígido que poco tiempo después machacaría Randy Owens.


Sin embargo, y sólo dos días después de la entrevista al concejal (el 25 de agosto de 1985), el debate sobre el posible desuso del Pabellón daría un giro radical. El titular de la noticia en La Verdad era bastante elocuente: “El nuevo Pabellón nace pequeño”. El recinto se había construido con una capacidad de 1800 localidades fijas, ampliables en su momento a 2500. En esa noticia también se anunciaba el plato fuerte de los actos de inauguración, un torneo cuadrangular de baloncesto entre Cai Zaragoza, Español de Barcelona, Fórum Valladolid y un combinado de jugadores estadounidenses que venía denominado como “All Star USA”. Mitad noticia, mitad artículo de opinión, el periodista se mojaba, y a decir verdad (visto lo que iba a suceder después), no se equivocaba: “Mucho nos tememos, y no es por ser pesimistas, que este nuevo Pabellón que ha levantado tantas expectativas, se puede quedar pequeño para las necesidades de Murcia (…). Creemos, y el tiempo nos lo dirá, que el Pabellón va a convertirse en una pequeña instalación deportiva en la que no se podrán realizar grandes actividades y espectáculos por falta de aforo. Tal circunstancia se tenía que haber previsto antes”. Pero había más; por ejemplo, deficiencias en los vestuarios: “Los jugadores de baloncesto que acudan al torneo se van a tener que sentar en sillas para ducharse, ya que su altura es bastante reducida”.





Las pesimistas predicciones se vieron confirmadas cinco días más tarde. “La expectación inusual” que había despertado el torneo cuadrangular de baloncesto, provocó que se agotaran las entradas disponibles en poco más de dos días. El desglose que se hizo de las mismas fue así: de un aforo total de 2500 localidades, 2000 se vendieron al público de manera anticipada, 250 se reservaron para su venta en taquilla y otras 250 se destinaron a protocolo. Atención, porque este asunto del protocolo derivó en una bronca monumental el día de la solemne inauguración; lo veremos más adelante. La expectación del torneo no sólo se dejó sentir en la rápida venta de las entradas, sino que incluso Televisión Española anunció la retransmisión del partido final dentro de su programa “Tiempo y marca”.


El día 5 de septiembre de 1985 se amplió en prensa la información sobre el resto de actos programados, y también sobre los equipos participantes en el cuadrangular. En el Cai Zaragoza, además de su “magnífico entrenador Manuel Comas” (así lo describía el periodista), destacaban jóvenes realidades como Fernando Arcega (25 añicos tenía), José Luís Llorente, “Indio” Díaz o el prometedor Francisco Javier Zapata. Por el Fórum de Valladolid, nada menos que George Singleton, Samuel Puente, Quino Salvo y “nuestro” Julio Torres, que en 1985 era un chaval de 19 años cedido por el Baskonia. En el Español de Barcelona, equipo patrocinado por Juver, jugaba otro futuro componente del equipo murciano, Mike Phillips, junto con Epi II, hermano de Juan Antonio San Epifanio. En cuanto al combinado americano, anunciado días antes como “All Star USA”, en realidad lo formaban jugadores que o bien ya habían jugado en Europa, o bien tenían intención de encontrar equipo en el Viejo Continente. En él estaban, ojo, Earl Williams (ex de Boston Celtics), Jim Allen (ex de Cai y Breogán), James Hardy, Jim Grady, Ricky Johnson y Al Beal, entre otros. En La Verdad también se decía que “el éxito de este torneo está garantizado, y se tiene la intención de institucionalizarlo para todos los años. Es una lástima que nuestro reciente pabellón se quede pequeño para este tipo de actos deportivos”. El mismo día de ese artículo, 5 de septiembre, se anunciaba la presentación del nuevo Pabellón a la prensa murciana a partir de las 19:30 horas. El artículo remataba con una frase que recuerda a épocas muy antiguas: se decía que la presentación oficial se llevaría a cabo el domingo 8 de septiembre de 1985, a las 12 horas, “con la asistencia de las principales autoridades civiles y militares de la provincia”.





Al día siguiente, viernes 6 de septiembre de 1985, los periódicos dedicaban varias páginas especiales al nuevo Pabellón. En el diario La Verdad, y bajo el título “Nuevo Pabellón de Deportes”, iniciaban el reportaje con un artículo en el que se decía lo siguiente: “Llegó la hora, y esperamos que gozosa, para que nuestros deportistas puedan tener unas instalaciones dignas de una ciudad como Murcia. Durante muchos años, todos hemos clamado por algo que se hacía necesario desde hace lustros. Al fin, y a pesar de los retrasos, se va a inaugurar el nuevo Pabellón que, sin ser un Palacio de Deportes, mejora ostensiblemente las escasas instalaciones deportivas de que goza la ciudad. (…) Saludamos al nuevo Pabellón que se va a quedar pequeño para las jornadas inaugurales. Lo que hace falta es que se quede igualmente pequeño cuando se celebren otros acontecimientos deportivos de menor rango. Servirá para confirmar que aumenta la afición por los deportes minoritarios”. Resulta muy interesante leer estos comentarios, porque claro, el periodista no podía saber lo que nosotros hoy sí sabemos, lo que estaba a punto de suceder: el nacimiento y primeros pasos del CB Murcia (AD Juver Basket Murcia).


El especial de La Verdad dedicado al Pabellón proseguía con una nueva entrevista al concejal de Deportes, Ricardo Cases, que no tenía problema en admitir la problemática del escaso aforo (qué raro se me hace ver a un político reconociendo abiertamente un error): “El Pabellón se debió construir pensando en el futuro, y por supuesto, con una mayor capacidad de aforo, como mínimo para unas 5000 localidades ampliables a 6000. Hay que prever que un Pabellón de estos no se puede construir cada cuatro o cinco años, se tenía que haber previsto que se va a utilizar durante veinte o treinta años más. Cuando tengamos un equipo en la élite, tendremos serios problemas de capacidad para el aficionado”. Aunque ese día Cases acertó en su vaticinio, el concejal no podía imaginar que, sólo cinco años después, Murcia lograría poner un equipo de baloncesto en la máxima competición nacional, lo que obligaría en primera instancia a remodelar severamente el Pabellón Municipal, y en segunda, a proyectar y construir el nuevo Palacio de los Deportes (inaugurado en 1994, sólo nueve años después del Príncipe de Asturias).





Sin embargo, no todo fueron lamentos. El propio Cases señaló las cosas buenas del nuevo Pabellón Municipal: “Es la mejor obra que tenemos hecha a nivel municipal y deportivo”. El concejal destacaba sobre todo tres aspectos: “su buena ubicación y comunicaciones, que arquitectónicamente es de una gran belleza de construcción, y lo que es más importante, la gran utilidad y rendimiento que se le va a sacar”. En efecto, y desde la distancia que dan estos 25 años, se puede decir que al margen de su coste, el Príncipe de Asturias supuso un primer escalón, un primer paso hacia la gran obra deportiva de Murcia, el Palacio de los Deportes, que es casi como su prolongación. Sólo la meteórica carrera del CB Murcia adelantó la construcción del Palacio, y una vez que el CB Murcia se trasladó, además de dejarnos muy buenos recuerdos del “viejo y pequeño” pabellón, nos dejó una instalación muy útil para la práctica deportiva de los murcianos. Y también es útil para otros equipos profesionales a los que el Palacio de Deportes les queda demasiado grande, como por ejemplo el voleibol. Encaja en el guión.


Si bien todo el mundo coincidía en señalar lo escaso del aforo en los días previos al torneo de baloncesto, Tono Páez se justificaba a ese respecto: “Que el Pabellón se llene el día de su inauguración y cuando se presenten espectáculos deportivos excepcionales, es algo lógico. Lo increíble sería que no se llenara con un Real Madrid de baloncesto, por ejemplo. Murcia, lamentablemente, no tiene deportes minoritarios de élite. Por todo ello va a ser difícil que con un partido de baloncesto de equipos de Murcia, se llene ese Pabellón”. Ahí Páez se equivocaba, aunque él tampoco sabía de la inminente aparición del CB Murcia. En tan sólo dos meses comprobaría su error de apreciación, con el partido que debía enfrentar al recién nacido Juver Basket Murcia y al Cartagena, del que hablaremos más adelante. Sin embargo, Tono Páez terminaba su entrevista admitiendo que “vale que (el Pabellón) se quede pequeño, pero nunca inservible”, al ser “una instalación necesaria”. Sin duda lo era.





En otro artículo de ese mismo reportaje, el arquitecto, Antonio Alemán Picatoste, decía del Pabellón que “es uno de los mejores de su tipo”, que sería medio: ni un gran Pabellón como los de Madrid o Barcelona, ni una pequeña instalación. También admitía que su aforo era escaso para algún equipo que jugase en División de Honor, pero técnicamente lo calificaba como “uno de los más avanzados”. Proseguía: “contará con la energía producida por la instalación de setenta y cinco paneles solares en lo alto de la edificación, que permitirá conseguir un notable ahorro energético al ser nuestra ciudad una de las que disfruta de un mayor número de horas de sol”. Desde luego, el Pabellón diseñado por Antonio Alemán se adelantó a su tiempo. En esa misma (y recomendable) línea de arquitectura práctica y eficiente, el Pabellón también contaba con tres niveles de intensidad en la iluminación de la pista principal: una para entrenamientos, otra para partidos de horario matutino y una tercera para partidos en horario nocturno. Además, en el techo se proyectó un gran lucernario central que daría luz natural cenital durante el día. En ese mismo artículo se mencionaba la novedad del marcador electrónico, uno de los más modernos de su tiempo y que podía incluso imprimir textos “como los marcadores de algunos estadios de fútbol”.





Al fin llegó la primera jornada de inauguración del Pabellón Municipal, aunque el acto central tendría lugar al día siguiente con la final del torneo de baloncesto. Colgado el cartel de “no hay billetes”, el balón comenzó a botar el sábado 7 de septiembre a las 18 horas con el primer partido de la historia del Pabellón, el que enfrentó al Cai Zaragoza contra el Español de Barcelona, y que acabó con victoria maña. El siguiente encuentro enfrentó al Fórum Valladolid de Mario Pesquera frente al combinado americano, y se decidió al final con victoria de los estadounidenses. Ya estaba todo listo para la gran final del domingo 8 de septiembre entre el Cai Zaragoza y el combinado USA, en un recinto abarrotado y con la presencia de las autoridades. Pero…





Aquí es donde retomamos el tema de las entradas reservadas para protocolo. El titular y la crónica de los hechos en La Verdad fueron bastante claros, y ocuparon un espacio destacado en la portada del periódico: “Por el abucheo del público a las autoridades: No pudieron inaugurar el Pabellón de Deportes; mientras un sector estaba abarrotado de público, en otro había localidades vacías. Las autoridades no pudieron inaugurar el domingo el Pabellón Municipal de Deportes de Murcia. La fuerte bronca del público impidió que pudieran hablar Romero, segunda máxima autoridad de deportes a nivel nacional, Collado, presidente de la Comunidad, y Bódalo, alcalde de la capital. A la hora fijada para la inauguración, en la tribuna de preferencia seguían vacías más de cien localidades de las reservadas para invitados, lo que provocó la indignación de los espectadores que abarrotaban el resto de las instalaciones. En el momento de ocupar el palco, las autoridades ya habían sido recibidas con abucheos y gritos de “fuera, fuera””.





Así se relataba, y aunque la reacción del público parece normal, también podría considerarse excesiva ante las personas que al fin habían promovido la construcción del recinto. Bueno, va con el cargo, como suele decirse. Tampoco debió hacer mucha gracia a los espectadores el que se retrasara en más de media hora el inicio del partido final, mientras todo el mundo aguardaba como piojos en costura. La culpa del retraso fue de TVE y de eso que llaman “cuestiones televisivas”, ya que el canal público tenía previsto ofrecer el choque, pero en el momento en que más le convenía. A ese hecho La Verdad no le dedicó más espacio.


Del todo a la nada va un suspiro: primero, temor a que el pabellón cayera en desuso; luego, y teniendo en cuenta la gran expectación del torneo inaugural, reflexión sobre lo escaso del aforo del Pabellón; y apenas un mes después se podía leer un titular muy curioso (La Verdad, 8 de octubre de 1985): “El nuevo Pabellón, infrautilizado”. Con su “así no vamos a ninguna parte”, el periodista que firmaba el artículo, Benjamín Abellán, expresaba la acuciante necesidad de Murcia por tener un club profesional que aspirase a la élite. Abellán proseguía diciendo que el Pabellón es “una obra que se puede considerar mastodóntica mientras que no se consiga un equipo, del deporte que sea, capaz de llenar su graderío”. Ahora el problema ya no era el pequeño aforo o las entradas que se reservaron las autoridades para sus compromisos en la inauguración, sino el hecho de que Murcia, en verdad, no contase con un equipo en la élite. Por entonces en Murcia existía un club de fútbol-sala que, además, patrocinaba Zumos Juver, pero cuyo tirón no era suficiente para poblar el Pabellón. Benjamín Abellán también hablaba en ese artículo de la mala gestión de la infraestructura por parte del ayuntamiento, que en un partido entre el Zumos Juver de fútbol-sala y el Blanes de Almería sólo tenía una puerta abierta, con las consiguientes colas e incomodidades. La cuestión de fondo, lo que más nos interesa, era que el Pabellón necesitaba un hermano, un compañero de fatigas, un reclamo para que la gente le diera vida, para abrir todas sus puertas y volver a llenar su pequeño aforo. Ese hermano estaba al caer.


El equipo murciano de baloncesto mejor situado por aquellas fechas era la Agrupación Deportiva Molinense, que participaba en 2ª División Nacional y que contaba en sus filas con un futuro jugador del CB Murcia, Bujeque. Pero en ese mes de octubre de 1985, el proceso de nacimiento del buque insignia del baloncesto murciano se precipitó tras noticia publicada en prensa el 9 de octubre, al día siguiente del artículo de Abellán, y que estaba redactada por el mismo periodista: “Dimitió el Vicepresidente (del Real Murcia) Juan Valverde”. Decía que Valverde alegaba “motivos personales”, pero sin rubor, Abellán afirmaba a renglón seguido que en realidad “la causa es el recorte de sus poderes” en el aparato directivo del club de fútbol. El artículo-notica discurría entre hechos contrastados y suposiciones y reflexiones en voz alta del periodista. También reproducía sendas notas de prensa de Valverde y de la junta directiva del Real Murcia, la primera anunciando su marcha por motivos personales, y la segunda confirmando lo anterior y reconociendo que se iba a intentar cambiar la decisión de Valverde.


El humorista gráfico del periódico, Xim, analizaba el hecho desde el punto de vista económico: venía a decir que Valverde se había cansado de sostener con su dinero a un club que ya acumulaba una deuda de 622 millones de pesetas. Si a eso le sumamos que, quizá, Valverde no tenía toda la capacidad de decisión que sus aportaciones económicas merecían, y añadimos su aún oculta decisión de embarcarse en el baloncesto, obtenemos motivos más que suficientes para que el empresario decidiera abandonar al Real Murcia.





Digo que la decisión de Juan Valverde de embarcarse en el baloncesto era aún desconocida por la gente y por la prensa, porque el día en que el ex directivo del Real Murcia anunció su abandono del club grana, él sí que sabía lo que estaba a punto de pasar. De hecho, no esperó demasiado para sacarlo a la luz. Al día siguiente de la dimisión de Valverde, aparecía en prensa la primera noticia de la historia relacionada con nuestro equipo: “Esta tarde, en el nuevo Pabellón Municipal: Presentación del Juver Basket Murcia. Presidido por Juan Valverde, jugará en Tercera División”. Ya tenemos amigo para el Pabellón. La noticia de La Verdad (11 de octubre de 1985) decía así: “Esta tarde, a las siete, en el nuevo Pabellón Municipal, tendrá lugar el acto de presentación del equipo Juver Basket Murcia, que esta temporada iniciará su andadura integrado en la Tercera División Regional. El Juver Basket Murcia es una fusión con el equipo de baloncesto de los HH Maristas que la temporada pasada participó en esa categoría. Han sido incorporados cinco o seis jugadores más y se está a la espera de hacer un fichaje importante. El presidente del Juver será Juan Valverde Alcántara, el recién dimitido vicepresidente del Real Murcia, que contará en su junta directiva, por cierto, con otros directivos granas como Mariano Pérez Montesinos, Esteban Romero y Enrique Martínez. Completan la junta, entre otros, Ángel Bernal, Luís Meseguer, Gregorio Serna, Trifón Abad, Mariano Argudo y Paco Andreu. El entrenador será Manrique Cos, que en su momento dirigió al Basket Murcia”.





Al día siguiente el club ya era una realidad pública: “El Juver Basket Murcia, en marcha. El presupuesto de gastos roza los dos millones”. La noticia hablaba de la presentación de los equipos senior y junior del nuevo club, así como de “su numerosa junta directiva”. Y proseguía: “Lo curioso (…) es que figuran varios directivos del Real Murcia y que está presidida por el recién dimitido vicepresidente primero, Juan Valverde. Y que dos compañeros en la información deportiva, Antonio González Barnés y Pedro Ruíz Morales también colaboran en el loable intento de promocionar y consolidar el baloncesto murciano”. Mi impresión personal, a juzgar por el uso del calificativo “curioso”, es que el periodista aún no sabe qué pensar de ese proyecto. No existe posición, viendo cómo se redactan otras noticias en la época (de forma claramente subjetiva) y cómo se redacta esa. También venía la relación de cargos: Presidente, Valverde; Vicepresidente, Enrique Martínez; Gerente-tesorero, Gregorio Serna; Secretario, Francisco A. Espinosa; y vocales, Trifón Abad, Manuel Álvarez, Juan Pérez Ferra, Antonio González Barnés, Francisco Andreu, Esteban Romero, Mariano Agudo, Ángel Bernal, Mariano Pérez Montesinos, Pedro Ruíz Morales, Manuel Martínez, Mariano Bo y Javier Baquero. El médico sería Pedro Luís Ripoll, y el responsable de medios, J.A. Navarro Barnés. El cuerpo técnico estaría formado por Manrique Cos como entrenador, con Pascual Piñera como ayudante y delegado. Eugenio Blesa sería el entrenador del junior, y José Luís Gironda el preparador físico. Al momento de presentarlo, el senior estaba formado por los siguientes jugadores: Chaga, Torralba, Marcial, Sierra, Muñoz, Calderón, Arturo, Arnal y Hernández. Esa plantilla sería reforzada con algún fichaje “importante” (¿Ya estaba Owens en mente?), y el objetivo prioritario era ascender a Segunda División Nacional al primer intento, y después, “aunque resulte más costoso y difícil, se intentaría escalar hasta Primera División”. En cuanto al presupuesto, se habló de 1.950.000 pesetas, y se estimó un superávit en el primer ejercicio, al calcular los ingresos tal y como sigue: un millón saldrían de Zumos Juver, 600.000 pesetas en ayudas y subvenciones, 400.000 en socios y 50.000 en taquilla.





El Juver Basket, CB Murcia, el día de su presentación oficial. En el centro con camisa de manga corta, el joven empresario de Churra, Juan Valverde.


Llegó el primer partido de la historia del CB Murcia, del Júver, en su Pabellón y ante unas quinientas personas: no estaba lleno, pero era una entrada mucho mejor que las que se registraban en Tercera División el año antes, y que no llegaban ni a la centena de espectadores. El equipo murciano venció a Salesianos de Cartagena por un contundente 113-46, y tuvo en Marcial (28 puntos) y Sierra (34 puntos) a sus máximos anotadores. Los de Manrique Cos se convirtieron en líderes de su grupo, en el que también había otros dos equipos de la capital: un CB Murcia que no era el actual, y el Real Murcia, efímera y humilde sección de basket del club grana.





Las jornadas se sucedieron, y poco a poco, Murcia y Cartagena se despegaron del resto añadiendo un morbo y una atención inéditos en la Tercera División de baloncesto. El diario La Verdad, que no sacaba ejemplar los lunes (existía un periódico semanal llamado “La Hoja del Lunes”, muy ligero de contenidos), los martes dedicaba todas sus páginas deportivas al fútbol regional, y empezó a reservar un espacio especial al baloncesto: “Los miércoles, baloncesto”. A las pocas semanas de iniciarse la competición regional de basket, podíamos leer lo siguiente:





No era de extrañar, por tanto, que una vez que el avión del baloncesto murciano había comenzado a rodar por la pista de despegue, el interés por este deporte llevara a las instituciones a plantearse incluso la posibilidad de organizar la final de la Copa del Rey de 1986. Las autoridades murcianas lo intentarían, aunque para ello tuviesen que solucionar contra el reloj los primeros problemas de goteras en la cubierta del recién inaugurado Pabellón Municipal. Se hicieron pruebas de impermeabilización y se trabajó con rapidez para no echar por tierra la candidatura murciana. Ayuntamiento y Comunidad pujaron fuerte, pero según reflejó la prensa al día siguiente de conocer el fallo (ya en 1986), Barcelona supo de la oferta de Murcia y la elevó en un par de millones de pesetas justo antes de cerrar el plazo. Murcia recurrió la decisión, pero no hubo nada que hacer. La ciudad aún habría de esperar diez años para alcanzar el sueño de organizar una Copa.


Como decía anteriormente, a la fulgurante puesta en escena del Juver Murcia, un club joven e ilusionante y con un proyecto que apuntaba a lo más alto, se opuso la entidad del rival más duro en la categoría, el más experimentado y con mayor tradición: el “Cebé” Cartagena. Pronto se fueron calentado los motores de cara al primer choque entre Cartagena y Juver, y a un lado y al otro del Puerto de la Cadena se esperaba el partido con ansia. Por primera vez en la historia, pudimos ver una extensa previa dedicada a un partido de baloncesto de nivel regional.


Opiniones de algunos componentes de los dos clubes, de sus respectivos entrenadores y de los rivales contra los que ya se habían enfrentado, sirvieron para trazar las claves de un partido que, tal y como estaba discurriendo la liga, podría resultar decisivo en la lucha por el ascenso: “Este es el duelo cumbre de la temporada, precedido por una gran expectación, pues no en vano se decide el 49% de quién será el campeón esta campaña, y que ha trasladado al mundo del cesto la vieja rivalidad entre cartageneros y murcianos”. El técnico murciano no dudaba en reconocer que “como conjunto (Cartagena) es mejor que nosotros”, ya que “es un conjunto más experimentado y mantiene el mismo bloque desde hace años”. En dicho bloque estaba, entre otros, el futuro preparador físico del CB Murcia, Marcos Molina. Manrique Cos también fue claro al señalar el objetivo de los suyos, sin paños calientes: “se asciende o se fracasa”. El entrenador cartagenero, Pedro Tomás Collado, decía del Juver que “es un buen equipo, en línea parecida a nosotros”. Y los rivales de ambos equipos coincidían en señalar la juventud y la preparación física de los murcianos como su gran baza, y la experiencia y la dureza de los pívots cartageneros como el mejor aval visitante. Cartagena solicitó la presencia de árbitros ajenos a la contienda, por lo que el partido fue pitado por dos colegiados alicantinos. Al final, y en un Pabellón casi lleno, Cartagena derrotó por 15 puntos de ventaja a Murcia y se colocó como líder en solitario de la Tercera División.


Ya tenemos Pabellón, y tenemos equipo, y tenemos al baloncesto regional cogiendo velocidad en la pista de despegue. Tenía que llegar el piloto para que el avión despegara, y al fin, a principios de febrero de 1986 el piloto llegó:





“Decididamente, el baloncesto ha tomado carta de naturaleza en Murcia. Es el gran fenómeno deportivo del momento”: así comenzaba la crónica del primer partido de Randy Owens en Murcia (aunque el jugador ya había debutado con su equipo fuera de casa). El titular era el siguiente:





Y en ese encuentro, en el que Randy Owens anotó 62 puntos, el público y los jugadores (con el cuello retorcido) pudieron ver de cerca jugadas como esta:





La crónica de La Verdad terminaba así: “Un jugador de ese carisma y esa personalidad beneficia al baloncesto como deporte, porque lo potencia y lo eleva hasta cotas que con medianías difícilmente podrían alcanzarse (…). De continuar la fiebre baloncestística que el americano ha despertado entre nuestros aficionados, es casi seguro que el Juver saldrá a lleno de Pabellón por encuentro. Y quedan unos cuantos…”.





Un mes después de la llegada de Owens a Murcia, tuvimos la oportunidad de leer sus primeras impresiones en el diario La Verdad. Randy se mostraba impresionado por la acogida del público, por el ambiente, por la ciudad… Asumió su papel y lo ejecutó a la perfección, tanto fuera como dentro de la pista. De hecho, admitía que “me gustaría ir un día por semana a un colegio para jugar con los chavales y poder enseñarles algunas cosas”, demostrando también la vocación docente que hoy le da trabajo en su Filadelfia natal. Además, en ese artículo de La Verdad, firmado por José A. Navarro, también leíamos la sorprendente repercusión del jugador norteamericano en nuestra vida cotidiana: “Hace un mes que Randy Owens (…) se encuentra entre nosotros. En ese mes, el baloncesto de nuestra región ha experimentado un auge increíble. Si en su visita a Torre Pacheco el párroco adelantaba la misa dominical en media hora, en el colegio Salesianos el director manifestaba que ni en las fiestas del colegio había tanta expectación”. Ya veis, que se cambiaba el horario de las misas y los colegios reventaban de gente para poder ver a Randy en acción.





Los llenos se sucedieron y la euforia se desató. Cada vez más, la gente fue entregándose al baloncesto y al CB Murcia y se inició el camino ascendente de este equipo, llamado a ser de ACB en un corto espacio de tiempo. Pero... En los días previos al partido de vuelta entre Cartagena y Murcia, los cartageneros no se dieron por vencidos. Las protestas por el fichaje de Randy Owens ante la Federación Murciana precedieron al fichaje de otro profesional, Luís Miguel Santillana, incorporado a las filas del CB Cartagena. Ex jugador del Barcelona y 139 veces internacional con la Selección Española, Santillana tenía 34 años y llevaba dos campañas retirado de la práctica activa del deporte. El 2 de marzo de 1986, el jugador contaba en La Verdad el porqué de su fichaje: él y el presidente del Cartagena tenían un amigo común, y Santillana era propietario de una cadena de tiendas, “Strack Santillana”. En sus planes figuraba la apertura de tres nuevos establecimientos en nuestra Región, por lo que el fichaje se unió al proyecto de expansión de su negocio: “voy a estar aquí en un hotel tramitando cosas”, decía Santillana, “y si además puedo jugar al baloncesto, encantado”. El artículo de La Verdad remataba con una lapidaria frase del periodista: “Ha llegado el freno del morenito Owens”.


Al final el freno no lo fue tanto, y los murcianos lograron derrotar a los cartageneros a domicilio con 49 puntos de Owens (incluidos seis triples) frente a los 27 puntos que produjo Santillana. El resultado, aunque bueno, fue insuficiente para los intereses murcianos: 82-91. Murcia no logró recuperar la desventaja de 15 puntos que sacó Cartagena en su visita al nuevo Pabellón Municipal, y continuó en la segunda plaza hasta el final de la liga.





Aún así, el espectáculo no dejó de llenar las gradas del Pabellón y la prensa tampoco dejó de acercarse al fenómeno deportivo del momento en Murcia. En un extenso e interesante artículo de Benjamín Abellán, se analizaba lo que la ciudad y el Pabellón estaban viviendo por aquellas fechas. Aquí, el titular de ese artículo:





Y aquí parte de su contenido: “Quién iba a decir hace un par de meses que el flamante Pabellón de Murcia se iba a quedar pequeño para ver encuentros de baloncesto de categoría provincial. Ni el más optimista de quienes están encuadrados en el mundillo del baloncesto regional podía augurar semejante éxito. Todos sabemos que la pasada temporada, sin ir más lejos, cualquier partido de esta categoría reunía en Murcia a poco más de cincuenta personas en el viejo pabellón (…). Claro, que no existía ningún “boom” llamado Owens ni una firma murciana –en este caso, Juver-, dispuesta a tirar la casa por la ventana, ni, todo hay que decirlo, un pabellón que reuniera un mínimo de comodidad para el espectador”. Ahí tenemos lo que os decía en el inicio de esta extensa entrada: Ciudad, Pabellón y Club, unidos. Prosigue Abellán: “Hemos acabado por entregarnos al americano, y eso que hasta ahora la emoción en el marcador ha brillado por su ausencia (…). No quiero ni pensar el estallido emocional que debe producirse en un partido más disputado”. Ahora este redactor, escribiendo en 2011, recuerda haber vivido esos estallidos muchas veces en la vida del CB Murcia. Por ejemplo, en aquel CB Murcia – TAU de las dos prórrogas (1995) o en el CB Murcia – Bilbao Basket con la última canasta sobre el tablero y sobre la bocina de Jimmie Hunter (2007). Para Benjamín Abellán, en aquel lejano 1986, “Aquí ya entendemos todos de baloncesto aunque seguimos discrepando con las actuaciones arbitrales con un quítame de allá esta personal. Con lo difícil que es a veces saber lo que es una personal. No nos engañamos cuando nos decimos que Randy Owens no sería jugador para un Madrid o Barcelona o Joventut, pongo por caso, pero es indudable que su nivel, respecto al que aquí existe, es abismalmente superior. Sigo pensando que puede ser muy útil dentro de la disciplina del club durante muchas temporadas, siempre y cuando se juegue en categoría superior (…). Jugar en 1ª-B ya será un logro, y hacerlo con los grandes sería un sueño (…). Cada temporada sólo puede ascender un equipo, pero en dos o tres, el boom del baloncesto habrá cuajado, hasta el punto de que habrá que ir pensando en un Palacio de los Deportes de verdad”. Premonitorio Abellán.


En estos últimos años, en los se ha mirado más a los asientos vacíos del Palacio de los Deportes de Murcia que a los asientos ocupados, es bueno recordar las palabras de dos jugadores de aquel Juver, Rodrigo y Estrada, y que venían de jugar en Madrid: “Nunca, ni en Madrid, hemos visto un pabellón lleno a rebosar ni jugándose dos equipos el ascenso a 1ª-B. Esto de Murcia es increíble. Allí lo contamos y si no es porque aportamos documentos gráficos y escritos, nadie nos creería. Estamos jugando en Tercera División, y ni cuando jugábamos con Cajamadrid teníamos tanto público”.


Acabando la primera temporada de vida del Pabellón y del CB Murcia, aún había ganas de baloncesto. Entonces el club organizó el torneo que Randy Owens nos contó en su entrevista: consistía en un concurso de mates en el que participaban Mike Phillips (Juver Español), James Terry (Caja Álava Baskonia) y el propio Owens, y en un partido entre los dos clubes patrocinados por la empresa murciana de zumos: el Juver Murcia y el Juver Español. Terry participaría reforzando al equipo local. Por supuesto, para ese evento volvió a llenarse el nuevo Pabellón, que comenzó a ser llamado “Mar Menor”. Más tarde cambiaría el nombre por el actual de Príncipe de Asturias.


En los cinco años que median entre la inauguración del Pabellón y el primer ascenso a la ACB, no se produjo ninguna modificación en su aspecto pero siguió llenando las gradas de manera cotidiana. En 1990, con el baloncesto consolidado en la ciudad y una vez logrado el ascenso, el ya Pabellón Príncipe de Asturias fue objeto de sucesivas reformas para ampliar la capacidad: unas veces las reformas fueron más elaboradas, como la sustitución de sus asientos individuales por otros totalmente corridos o la instalación de gradas telescópicas en los fondos para ganar aforo; otras veces se trató de reformas más forzadas, como la instalación de sillas en todos los huecos disponibles, traídas de la Plaza de Toros, para poder dar la capacidad necesaria y pasar la inspección de la ACB que se iba a efectuar al día siguiente (así nos lo contó Daniel Barceló).


Una de las reformas más profundas se produjo de cara a la organización del Preolímpico de Barcelona. Murcia fue una de las sedes del torneo disputado en 1991, y gracias a eso tuvimos la oportunidad de ver en acción, entre otros, al grande y recordado Drazen Petrovic. Las selecciones más destacadas fueron las de Croacia, Grecia y Rumania, y el mejor partido del torneo fue el que enfrentó a las dos primeras, un Croacia-Grecia para el recuerdo. Uno de los fondos del Pabellón se llenó de marineros griegos que habían venido desde Cartagena para animar a los suyos. Fue impresionante ver toda la grada griega en pie, dando botes, alguno de ellos sin camiseta y llenos de tatuajes… Casi nos tiran el remodelado Príncipe de Asturias al suelo. Por cierto, que entre las reformas se incluyó la construcción de dos nuevas (aunque muy pequeñas) cantinas en los pasillos que hay detrás de la grada Sur. Hasta entonces sólo había una cantina, la principal, junto a la entrada Norte del Pabellón (la que da a la Biblioteca Regional).


El Club Baloncesto Murcia jugó en su vieja cancha durante nueve temporadas: una en Tercera División, cuatro en 1ª-B y otras cuatro en ACB. Allí ascendió. Allí logró la primera victoria de su historia en ACB, frente al Magia de Huesca de Jackson y Hall. Allí derrotó al Real Madrid de Antonio Martín y Biriukov, al Barcelona de Epi y Solozábal, al Taugrés de Arlauckas, Sibilio y Rivas… Se quedó a un solo punto de entrar en competición europea tras su derrota ante León (1992), remontó en una enorme eliminatoria de Copa del Rey contra el Caja de Ronda de Rafa Vecina (con tormenta, goteras y apagones incluidos: un show), cayó en un triste descenso que no llegó a consumarse deportivamente, y sufrió y disfrutó con una dramática y emocionante eliminatoria por la permanencia contra el Valladolid de Óscar y Fetissov. El último partido oficial que el CB Murcia jugó en el Príncipe de Asturias fue hace no mucho, en la temporada 2007/08, contra Fuenlabrada, al estar ocupado el Palacio de los Deportes con una fiesta de informática. En aquel choque en el que Risacher se enchufó varios triples seguidos y nos puso en pie, pudimos revivir el ruido y la cercanía a la pista de nuestro viejo hogar. Durante ese partido recordamos el ambiente de muchas noches de éxito, en el mismo lugar en el que hace muchos años, siendo más jóvenes, nos enganchamos al baloncesto para siempre.






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Artículo publicado por Pedro Serrano

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