Ayer aprendí muchas cosas. Algunas buenas otras no tanto. Algunas de ellas alentadoras, otras defraudantes. Pero todos lo que ayer aprendí me lo enseñaron unos niños en el Hospital Virgen del Rocío.

En ese día tan especial, que tanto ansiabamos y al que tanto tiempo habíamos dedicado, incluso llegando a la extenuación física y moral. Era el día en que Amigos Solidarios de Sevilla demostraba a los sevillanos lo que podía hacer por los niños con cáncer del hospital antes nombrado.

Pero Sevilla no estuvo a la altura, Sevilla no respondió acudiendo al Partido Benéfico que daba comienzo un poco más allá de las cinco, y eso sólo tiene una explicación: Sevilla no es solidaria.

Y me da pena decir esto, pero mientras los temas no afecten al bolsillo de uno o a la salud de la familia, no hay solidaridad y por eso, he de decir que me quedo defraudado de una de las ciudades más bonitas del mundo, pero de momento de palabra.

Lo vivido en la visita que hicimos con las Leyendas del Real Madrid a los niños del Hospital virgen del Rocío fue único.

Fue una lección de vida, una lección de ganas de vivir que unos niños nos infrigieron a nosotros, los mayores. Sí, eso de vez en cuando ocurre.

A veces uno tiene que hacer de tripas corazón, y disimular el nudo en la garganta que se forma ante situaciones fuertes como la de ayer. La sonrisa infantil predominaba entre las barras que sujetaban los aparatos y líquidos que los niños ingerían via venosa. Sí esos que hacen que sus cabezas tengan ausencia de pelo, eso que les hace vomitar hasta perder la fuerza y que aún sin fuerza, te sonríen.

Ver a Francisco, un niño de unos 6 ó 7 años, recorrer toda la habitación con su percha, retirando todo lo que se encontraba en su camino para recoger una canasta pequeña pleglabe y enseñarla a los jugadores en forma de reto, hacía que se me pusiera la carne de gallina que en mis ojos afloraran lágrimas que con disimulo me secaba con los dedos.

Ver al gran “Indio” Díaz, jugador que lo ha sido todo en el mundo del baloncesto nacional, aceptando el reto de Francisco y diciéndole que sí, pero que él no jugaba nunca gratis, eso sólo tiene una expresión: ¡Qué grande eres, Indio!

Las gorras que repartieron las Leyendas del Real Madrid cambiaron la imagen de una habitación llena de niños sin pelo en las cabeza por la sonrisa y el color blanco de las gorras sobre ellas. Algo magnífico

Miryam Benedited, nuestra madrina, se tiró la mayor parte del tiempo, junto con Jose Miguel Antúnez, el gran Antúnez, en una de las habitaciones donde estaba Juan Manuel (creo que asi se llamaba). Un niño de ocho meses con una metástasis en el hígado, engordado por la cantidad ingente de medicamentos que tiene que tomar vía oral y vía venosa.

Saliendo de la visita le comentaba a Juan Carlos que ya me daba igual el resto del día, que me importaba un bledo la gente que hubiera en el pabellón. Habíamos conseguido hacer felices a unos niños que luchan por vivir. Y cualquier otro probelma se convierte en nimiedad ante eso.

La comida en Tapas Maya estuvo acorde a lo que los invitados se merecían. Unos entremeses y después una exquisita paella hecha por José Luis, rematada con una tarta donde versaba Cajasol vs Real Madrid.

Después vendría la cruda realidad y el desbarajuste y caos total provocado por muchas situaciones convergentes en el mismo tiempo y lugar.

Una entrada de público insospechadamente ridícula, una falta de personal colaborador que sea cae a última hora (unas 20 personas) y la falta de una pieza fundamentala en el desarrollo de todo esto, bien justificado porque esta persona no podía ni hablar tan siquiera, hacía que ni tan siquiera hubiera megafonía.

Y llegaba el momento crítico, el momento donde la teoría decía que según iba a transcurrir todo yo, el presidente de esta asociación, tenía que salir a hablar y a hacer el homenaje que teníamos pensado.

BeFunky__MG_0460.jpgY es que esa situación daba tanta lástima que se hacía difícil pronunciar palabra alguna. Y además ¿cómo hablar en un pabellón como el de San Pablo sin megafonía?

En ese momento me quería morir. En cualquier otro momento me hubiera escapado corriendo por la puerta de atrás perohabía que dar un homenaje.

Y salté a la pista enfurecido de rabia pero convencido que nigún problema me haría callar. Y así solté mi discurso a viva voz, mejor dicho, a voz en grito.

Y gracias a Dios que el poco público asistente entendió la situación y me arengó con una estruendosa ovación. Estaba ahí José Luis Llach Rey, el homenajeado, y se merecía su homenaje.

José Luis te pido perdón porque te merecías algo mejor de lo que recibiste.

Y empezó el espectáculo. Empezó el partido de baloncesto. Empezaron los grandes, los ídolos de nuestra infancia.

El resultado era lo de menos, aunque el varapalo del Real Madrid al Cajasol fue monumental, pero eso ya no importaba.

Supongo que cualquiera que haya acudido al pabellón puede pensar que vaya ridiculo que hicieron los de Amigos Solidarios de Sevilla. Pero se equivocan, la asociación está muy orgullosa del trabajo realizado, los que suspenden son los sevillanos que no acudieron al pabellón. Los que deben una explicación, que nunca llegará, es la ciudad de Sevilla a los niños con cáncer del hospital.

foto-21Gracias de corazón a todos los asistentes. Gracias al Real Madrid por acercarse a Sevilla y hacernos realidad un sueño que tuviemos de niños.

Gracias Dani por hacerme revivir nuestros tiempos 30 años atrás. Gracias Ángel por acudir siempre que te llamo. Igual que tu Mario.

Gracias Nieves, Begoña y Carlos (aunque llegaste tarde) porque ayer os conocí presencialmente y estos días me habéis apoyado en todo. Por cierto, gracias chicas por las camisetas.

Y como decía mi padre, los que no estuvieron no cuentan.

Abrazos a todos de alguien que aprendió ayer una auténtica lección de vida.

Javier Romo Berlana
Presidente de Amigos Solidarios de Sevilla