El descenso no hizo justicia a un intenso curso en el que el baloncesto femenino ha vuelto al primer plano gracias al trabajo del Bizkaia GDKO

Hace 27 años el Kaixo ascendió a la máxima categoría del baloncesto femenino, pero no pudo lograr la permanencia. Al Bizkaia GDKO le ha ocurrido lo mismo en su debut en la Liga Femenina. Demasiados problemas para un club novato en estos niveles han impedido que el enorme trabajo de todos sus componentes haya recibido el premio deseado. El rendimiento de varios de los fichajes llamados a marcar diferencias, sobre todo de las jugadoras americanas, no ha sido el esperado; un accidente doméstico obligó al cambio en el banquillo antes de Navidades; y, finalmente, las lesiones forzaron al equipo a reinventarse continuamente y llegar al tramo final de la temporada al límite de su resistencia física y mental.

Pero, aún así, todo el Bizkaia GDKO no dejó de intentarlo. Las jugadoras exprimieron sus escasas fuerzas y, probablemente, aún estén lamentando esos cinco minutos fatales del duelo ante el Mann Filter en Urreta o alguno de esos partidos que se les escaparon en finales apretados. Y la afición, que acompañó a las suyas en varios desplazamientos, nunca las abandonó. Eso es lo más positivo de esta campaña tan llena de incidencias en la que cinco jugadoras vizcainas (Ainara Ramasco, Irati Zabalo, Miren Agirregoikoa, las hermanas Alonso de Armiño y las vinculadas Izaskun García y Yaiza Lázaro) han tenido la oportunidad de conocer las exigencias de estar en la élite.

No solo por eso, la llama del baloncesto femenino ha vuelto a prender en Bizkaia, como demuestra la fotografía que ilustra esta página. Las jugadores del Bizkaia GDKO han sido cercanas, han dado un ejemplo de esfuerzo a las generaciones pasadas y a las que vienen por detrás. Urreta ha sido, Salamanca al margen, una de las canchas con mejores entradas de la Liga Femenina y sus partidos también han estado entre los más seguidos cada vez que se han ofrecido por streaming en la página web de la Federación Española. Galdakao se ha implicado con su equipo y a su alrededor se ha generado un interés que no debería perderse.

Pero quedan siete meses hasta que la competición vuelva a arrancar de nuevo y en ese largo tiempo pueden pasar muchas cosas. Entre ellas, una fase de ascenso a finales de abril en Logroño en la que el Bizkaia Gernika -ya primero de su grupo antes de la última jornada- puede recuperar la plaza en la élite para ese proyecto unitario que se ha gestado este año. Porque, al final, se trata de eso: de que Bizkaia esté representada en la Liga Femenina como corresponde a su número de licencias. La reglamentación protege los derechos de los que ascienden por encima de los que descienden y, por eso, ahora mismo es más probable que la plaza en la máxima categoría esté la próxima temporada en Gernika antes que en Galdakao.

De todas formas, el futuro de la propia Liga Femenina está rodeado de incógnitas, la mayoría de las cuales tienen que ver con el dinero. Pese a que la competición apenas ha durado cinco meses, muchos clubes lo han pasado muy mal económicamente. El ejemplo más claro es el Burgos, que pese a realizar una excelente temporada, no tiene nada clara su continuidad. El mismo Rivas Ecópolis sufre los efectos de la crisis y todo apunta a que varias de las mejores jugadoras van a salir al extranjero, lo que hará que el nivel se resienta. Además, no parece que desde la Liga Femenina-2 vayan a aparecer proyectos con posibles para poder ampliar la competición, como pretende la Federación Española.

Una Liga más larga daría más sentido a todo el esfuerzo de los clubes, aunque también elevaría los gastos de forma considerable. Es la disyuntiva en la que se debate el baloncesto femenino que también ha encontrado su hueco en Bizkaia. Los resultados no han acompañado, pero en todo lo demás el Ibaizabal se puede considerar ganador.