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La tensa situación que se vivía en Unicaja en estas últimas semanas y el estado de frustración y desengaño en el que se encontraba inmersa una afición que, en los últimos tiempos, había empezado a dejar demasiado espacio libre en las gradas, presagiaba un final como éste. Quedar fuera de la Copa del Rey por segundo año consecutivo no es un accidente e implica que algo no va bien. No hay más que ver jugar a este Unicaja para darse cuenta de que algo falla. El trabajo no se aprecia, la ilusión brilla por su ausencia, la intensidad a cuentagotas, y la sensación de falta de comunión entre todas las partes (y en primer término entre el entrenador y algunos de sus jugadores) ha pasado a ser un secreto a voces. Y en medio, la figura del capitán del barco: Aíto García Reneses. Unicaja lleva más de una década encomendando sus proyectos deportivos a entrenadores contrastados. Ellos reciben una parte importantísima de los méritos cuando las cosas salen bien, pero también se les señala con el dedo cuando las cosas no marchan.  Y si bien durante una primera temporada de Aíto en Unicaja, razonablemente buena, la enemistad eterna entre el entrenador y la afición de Unicaja quedó aparcada, desde hace ya más de un año se manifiesta, y ahora, en todo su máximo esplendor. No creo que los pitos al técnico en los últimos partidos se deba al pésimo juego que ofrece el equipo y a los consecuentes malos resultados (pues entiendo que, en esta situación, a otro entrenador se le castigaría), pero sí que creo que ha servido de catalizador. Su andadura como entrenador de Unicaja fue una apuesta arriesgada, que ha salido incluso peor de lo que los más pesimistas podían imaginar. El final es amargo y las derrotas, humillantes. Tampoco han ayudado las declaraciones del técnico (tiempo muerto final aparte), que han terminado por enojar a la par a los aficionados y a sus propios jugadores. El técnico no sigue, pero los jugadores deben ser conscientes de que a ellos se les debe exigir algo más y que algunas de las críticas de los aficionados pertenecen a su esfera directa de responsabilidad. Ya no tienen a Aíto como escudo protector frente a las críticas. Con un proyecto herido de muerte, se ha esperado a confirmar fehacientemente lo que ya se sabía (que el equipo no llega a la Copa y que deambula sin alma ni criterio por la pista) para ponerle punto y final. Si se me permite el simil, y como el trabajo de un niño en el colegio, a veces, se puede coger la goma y borrar los errores, pero en otras ocasiones, hay que sacar un folio en blanco y empezar de nuevo.  El público ha dictado sentencia, y el pasado domingo frente al Gran Canaria no sólo condenó a Aíto, sino que pidió al Club un golpe de timón, una definición de su política deportiva y un giro que nos lleve, cuanto menos, a devolverle la ilusión perdida a esa afición que últimamente ha dejado de identificarse con su equipo. El proyecto vaga errático y se encuentra en una encrucijada, sin aparentemente tener claro qué camino se va a tomar. Hay muchos caminos hacia el éxito y muchas formas de llegar a él. Pero lo más importante es tomar un camino y confiar en él. Y no es fácil tomar decisiones en el mes de enero, cuando los recursos escasean y el Club se juega su futuro en la Liga ACB y en la Euroliga. Son decisiones más propias del mes de junio. Mientras, la primera decisión ha sido la de contratar hasta el 2013 a Chus Mateo, aunque su contrato como primer entrenador sólo sea hasta junio. Un entrenador que lleva mucho tiempo trabajando a la sombra de otros, con bastante experiencia como técnico, pero mucho menor como primer entrenador. El Club ha tomado una medida más que razonable en el momento en el que estamos. Por un lado, se confía en la valía como técnico de Chus Mateo, pues se le firma un contrato largo (y se le prueba en su trabajo), pero por otro se reserva el Club la posibilidad de cambiar de primer entrenador en verano. No es un buen momento para comprometer el futuro del Club y las decisiones más importantes se dejan para el verano, no para ahora. Además, la idea parece que es la de no comprometer demasiado el presupuesto futuro, o al menos, no mucho más de lo que ha costado rescindir el contrato de Aíto.  Además, estos meses serán muy buenos para valorar, ya sin Aíto, a cada jugador. Si bien el Club puede plantearse un cambio en la definición del proyecto, casi todos los jugadores de la plantilla tienen contrato para el año que viene, y las rescisiones anticipadas serán muy contadas. Están ante la oportunidad de demostrar su valía. Y por supuesto, concluir deseando mucha suerte a Chus Mateo y Paco Aurioles, que tienen mucho trabajo para sacar este equipo adelante. Cuento con su profesionalidad y su dedicación, y confío en que la suerte y los jugadores les acompañen y les hagan el camino y la responsabilidad que asumen un poco más fácil.
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