Las Historias de Sunara: Yugoslavia-Italia (Europeo Junior 1986)
Si rastreamos los orígenes de la Generación de Bormio podemos remontarnos a varios momentos clave, empezando por campus como el de Pula en 1983, siguiendo por la metódica preparación que diseñan ya a mediados de 1984 Branislav Rajacic y Rusmir Halilovic o terminar con el nombramiento de Svetislav Pesic como seleccionador. Todo un proceso encaminado a unos resultados a tres años vista que culminaría con el inolvidable oro ante Estados Unidos.
Pula, 1983. Con Cosic al mando y gente como Pesic o Sagadin en el staff, se reunía a lo mejor de las generaciones de 1967 y 68. Hoy la presencia de Zmago nos puede parecer obvia, pero en ese momento "sólo" era el entrenador del Celje en la Druga Liga. En 1978 había sido el responsable de la selección junior yugoslava que participó en los Juegos de los Balcanes de Rumanía (y en los que estaba Goran Gacic, además de Bilalovic, Sredan Dabic, Zoran Cutura o Zarko Djurisic, futuro jugador suyo en el Olimpija). Para hacerse a la idea de la relevancia de que un entrenador tan joven estuviese con la selección -aunque fuera en categoría junior y en los Juegos de los Balcanes- basta decir que el año anterior el encargado de la Reprezentacija en ese torneo fue Dusan Ivkovic. Sea como sea, la foto prueba cómo de estudiado estaba aquel sistema ya en 1983, cuatro años antes de Bormio. Podemos ver, entre otros, al propio Avdic, Alanovic, Koprivica, Radja, Trunic, Alibegovic, Djordjevic o Kukoc.
Antes, el germen de aquel grupo había comenzado su andadura competitiva sumando la plata en el torneo de Mannheim 1985, cayendo en la final ante la USA de BJ Armstromg o Tony Massenburg. Unos meses después, en Roussé, llegaría el primer oro en el Europeo juvenil. Aquella selección ya dirigida por Pesic (que no había podido estar en Mannheim por sus compromisos con el Bosna) llegaba a Bulgaria con la baja de última hora de Luka Pavicevic. El montenegrino era en ese momento quizás el jugador estrella en un torneo para los jugadores de 1968 en adelante, lo que impedía la presencia de Djordjevic.
Con Radenko Dobras reciclado a la posición de base de inicio de los partidos, Pesic planteaba un quinteto con él como base complementando a Ilic, Videka, Razic y Divac. Del banquillo salía Trunic, pasando a Dobras al puesto de escolta, y los relevos interiores llegaban de la pareja formada por Kukoc (de 4 en ese momento todavía a tiempo completo) y Koprivica. Era una selección moderna en su concepción de juego, donde el peso anotador recaía principalmente en la pareja Dobras-Ilic. Kukoc, aún muy verde físicamente, era secundario y Divac, que apenas había comenzado a jugar un par de años antes, poco menos que un especialista en el rebote.
Con una sola derrota ante la URSS, Yugoslavia alcanzaba la final promediando más de 100 puntos por partido. En ella, y con 36 puntos de Dobras, los plavi se imponían con comodidad a España por 99-81. Dobras e Ilic formaban parte del quinteto ideal del torneo junto a Ferrán Martínez, Esposito y el israelí Nadav, y Yugoslavia sentaba las bases de lo que estaba por venir.
Radenko Dobras, en la final de 1985 ante España
Un año después, en Austria, y con la selección de Pesic ubicada en el grupo de Gmunden donde también se habría de celebrar la fase final, Yugoslavia afrontaba la primera gran prueba como tal: el Europeo Junior. Un equipo que, esta vez sí, ya sentaría las bases de su leyenda. Y todo con una mezcla al 50% entre jugadores de 1968 y 1967.
De entre los del 68 repetían del oro europeo Dobras, Ilic, Kukoc, Koprivica y Divac, y se sumaba el entonces enfermo Pavicevic. Una continuidad sólo aparente, porque en ese lapso el salto técnico de Divac había sido notable y el de Kukoc casi sideral. Tanto que de 4 suplente y secundario en Bulgaria, el de Split pasaría un año después a auténtico todoterreno, para salir del torneo como MVP del mismo. Esa generación del 68 tenía la ventaja de haber ya competido en un Europeo respecto a sus compañeros un año mayores. Pero claro, la nómina de éstos quitaba el hipo: Djordjevic, Gulin, Avdic, Alibegovic, Radja y Peckarski.
Lejos de conformarse con el talento de la plantilla, Pesic la exprimía al máximo. Rotaciones mucho más habituales que las de la época, presión defensiva a toda pista, alternativas de todo tipo y una velocidad inaudita. La exigente preparación física hacía el resto. Yugoslavia sumaba el oro y lo hacía de manera incontestable venciendo en la final a la URSS de Gundars Vetra por un contundente 111-87.
En semifinales, Alemania había aguantado 20 minutos para maquillar al final un decoroso 91-79 ante un Kukoc delicioso. Era esa una selección sustentada en el talento de Hendrick Rodl y en la zurda de Henning Harnisch. Curiosamente, ambos serían siete años después campeones de Europa absolutos... con Pesic como seleccionador. Esa generación alemana repetiría semifinales el año siguiente en el Mundial de Bormio, y con una premisa similar: en ambas ocasiones caía ante Yugoslavia en semifinales y ante Italia en el bronce (por hasta 30 puntos, eso sí, en este 1986).
Una Italia que lideraba Ferdinando Gentile pero en la que también destacaban ya jugadores de la talla de Pittis, Rusconi, Nicolai o el gran Davide Pessina. Una Italia señalada como la otra gran favorita, pero que acabaría cayendo por dos puntos en la semifinal ante la URSS en un partido que aún hoy resulta complicado de explicar. Un año después serían bronce en el Mundial cayendo en una ajustadísima semifinal ante Estados Unidos. Era, pese al desliz ante esa URSS, la segunda mejor generación de esa época en Europa. Ese Yugoslavia-Italia de la generación 1967/68 sería un ´what if´... de no ser porque en Gmunden sí se enfrentaron. Lo hicieron en la primera fase y supuso la única piedra en el camino de los plavi.
Por contextualizar, cabría apuntar los otros resultados de Yugoslavia en esa fase de grupos: 133-66 a Austria, 107-70 a la Checoslovaquia de Petruska y 131-68 a Hungría. Recuerden: 91-79 en semis a Alemania y 111-87 a la URSS en la final.
Pues bien, aquí está el partido ante Italia; el más igualado y tenso para ese equipo (incluyendo el Mundial del año siguiente), y por tanto el que más obligó a los plavi a a sacar su potencial. Gentile, que ya había debutado de la mano de Tanjevic en la LEGA, metiendo 25 en la primera parte; su pique posterior con Djordjevic, varias intencionadas, el empujón de Rusconi a Radja y el amago de pelea generalizada, alternativas en el marcador... todo un partidazo.
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