Curro Segura y el vértigo |
|
Tras las últimas derrotas consecutivas del CAI Zaragoza, se comienza a poner en cuestión la labor de Curro Segura al frente del equipo aragonés. Es cierto que algunas de ellas eran previsibles por la entidad de los rivales (Real Madrid, Iurbentia Bilbao o Unicaja, y en menor medida la dolorosa derrota por un abultado margen de puntos en Menorca), pero la sensación de debilidad, de carecer de argumentos para conformar un grupo competitivo, va quedando cada vez más patente. Los próximos compromisos pueden convertirse en definitorios y decisivos para la suerte del entrenador granadino. Lo que se muestra evidente es la falta de intensidad de un equipo que comienza los partidos muy conectado, y que paulatinamente se va diluyendo hasta llegar a un último cuarto en el que aparece desarmado, y lo que es peor, entregado.
Múltiples causas servirían para explicar tal comportamiento, desde carencias físicas hasta errores tácticos o estratégicos. Las primeras obedecen a los planteamientos de los preparadores físicos, y se han de evaluar al final de temporada, aunque la sombra de Juan Trapero, ahora en las filas del Real Madrid, aún sobrevuela el Príncipe Felipe. Sobre los segundos si podemos explayarnos a la vista de los hechos. En primer lugar, la planificación de la plantilla, basada en un predominio de los exteriores, sobre todo de Quinteros, y en la que los pivots están mostrando carencias alarmantes, con escasa participación ofensiva y una acusada irregularidad en defensa. Se apostó por un base anotador complementado con Victoriano, pero Green no acaba de despegar, y se pierde en su obsesión por jugar de escolta, provocando la anarquía en el resto de sus compañeros. La lesión del argentino y la llegada de un Marco en plena decadencia no contribuyen precisamente a mejorar la dinámica.
En segundo lugar, la gestión de ese caudal humano. Una de las causas principales del ascenso fue la unidad del vestuario y la empatía de Segura con el mismo. Esta temporada sin embargo no trascienden esas mismas impresiones, no parece existir el mismo espíritu por lograr un objetivo común, sin que sepamos qué grado de responsabilidad tienen el entrenador por un lado y por otro los jugadores. Los problemas con Garcés y su apatía o la aparente falta de integración de Green son muestras de ello.
En tercer lugar, el aspecto táctico. El equipo es bastante previsible en ataque, con bloqueos directos para facilitar el tiro de Quinteros o de los aleros, pero, parece poco trabajado, con escasas alternativas que permitan el desahogo del escolta argentino en determinados momentos, muy sobremarcado por los rivales, y con escasa aportación de los interiores, por otra parte bastante desacertados en la cercanía del aro rival. Los tiros libres se convierten en un auténtico calvario, con unos porcentajes muy bajos, y las elevadas pérdidas dificultan cualquier conato de reacción. Sólo la intensidad defensiva en algunos pasajes de los partidos, protagonizados muchos de ellos por Roberto Guerra, y el acierto de Quinteros y de un Lewis que parece haber bajado su rendimiento, consiguen explicar las victorias que lleva en su casillero. Pero el ataque en estático se convierte en una sucesión de aclarados que a la larga no resultan eficaces para ganar los partidos.
Aunque la oportunidad de determinados cambios en el desarrollo del juego responde a un criterio subjetivo, no es menos cierto que a veces se observa cierta lentitud en su lectura, con una utilización al menos sorprendente de determinados jugadores, como Quinteros o Lewis. A veces Segura muestra cierta alergia por utilizar los tiempos muertos como fórmula de revitalizar el juego de su equipo o detener los buenos momentos del rival, y recurre con tentación funcionarial y rutinaria a la zona sobre todo en los últimos compases de los partidos, independientemente de la situación del marcador o del acierto rival en el tiro exterior..
Mucha gente opina que Curro Segura sería un magnífico segundo entrenador por su implicación en la preparación de los partidos y en el conocimiento preciso de los rivales, pero que no está capacitado para llevar a un equipo en la elite del baloncesto nacional. Pero tampoco debemos olvidar que es uno de los artífices del ascenso del CAI, como lo fue antaño del Menorca, que ha demostrado su capacidad para dirigir vestuarios convulsos y sobre todo, que una racha de buenos resultados hará desvanecerse todas las críticas vertidas sobre él, incluida esta misma.