CAI Zaragoza: un equipo en descomposición |
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Lo peor no fue, a pesar de todo, el resultado. Perder era una opción previsible si teníamos en cuenta los antecedentes de ambos equipos. Un Kalise que navega a velocidad de crucero y un CAI que a duras penas logra mantenerse a flote cimentado sobre sus propias carencias. Lo peor ya no es ni siquiera esa imagen de equipo ramplón y sin ideas que días tras día nos ofrece en sus encuentros, esa sensación de vivir constantemente en pretemporada. Lo realmente grave es constatar que nos encontramos ante un equipo en descomposición, hilvanado por la fragilidad, adornado por el miedo, incapaz de transmitir a la grada motivos de esperanza, y que se sostiene en la mejor liga de Europa gracias a los deméritos de algunos de sus compañeros de viaje.
El espectáculo del otro día produjo un despertar abrupto con la realidad después de los atisbos de recuperación de Valencia y la victoria conseguida en Sevilla pese a nuestros propios esfuerzos para no obtenerla. El fichaje de Zizic para reforzar el quebrado e inexistente juego interior, y la noticia de que sólo descenderá un equipo actuaban como un bálsamo en el que refugiar el desencanto que nos producía el juego dislocado del equipo. Pero llegó la borrachera de juego de English, que dictó un auténtico clinic de tiro, y un espectacular porcentaje de acierto exterior del Kalise, amparado en la pasividad y complacencia defensiva para derrumbar con estrépito la endeblez de nuestro proyecto. El debut de Zizic pasó prácticamente desapercibido, porque fueron escasos los balones interiores que le llegaron, atenazado el partido por una vorágine triplista en que los canarios salieron claramente vencedores gracias a la ofuscación ofensiva del CAI, obsesionado en el tiro exterior y en las acciones individuales como respuesta. Y gracias a que el maquillaje final adecentó un marcador que debió ser más amplio.
El Príncipe Felipe dictó sentencia, y un público por lo general frío y distante se entregó con pasión a la crítica en voz alta, centrada en el Director General Alberto García Chapuli, y en Curro Segura, un entrenador al que cada vez se le ve más desbordado. La confección de una plantilla tan descompensada, carente de equilibrio entre los interiores y los exteriores, y con dos directores de juego incapaces de coordinar las acciones del equipo ya se han apuntado reiteradas veces como condicionantes del equipo. La labor de Green, un base novato en la competición y muy joven, quedará marcada por los pitos que recibió cuando fue al banco tras su pésimo partido. El crédito de Segura como técnico parece agotado, desbordado por el devenir de los partidos, a los que se entrega en medio de decisiones técnicas incomprensibles y de cambios sorprendentes y generalmente a destiempo, que no hacen más que agudizar la sensación de equipo escasamente trabajado desde el punto de vista táctico, muy previsible en ataque, en el que utiliza básicamente dos sistemas tan desfasados basados en el cruce de los aleros buscando bloqueos.
La sensación de fin de ciclo parecía presidir ayer el pabellón cuando acabó el partido. La travesía de la ACB para el CAI se fundamenta en la idea de que no somos los peores, de que hay otros conjuntos todavía capaces de mejorarnos, pero no en la calidad de nuestros méritos, ni en la optimización de una plantilla que ayer quedó definitivamente tocada.